Año 8  • No. 297 • Enero 28 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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  La saga de
Indiana Jones
Roberto Ortiz Escobar

Las películas de aventuras continúan exhibiéndose en el Cine Club de la Universidad Veracruzana (UV). De las escenografías de cartón de la selva africana en las diferentes películas de Tarzán interpretadas por Johnny Weismuller, pasamos a los espectaculares escenarios naturales en la trilogía de Indiana Jones actuadas por Harrison Ford.

Los cazadores del arca perdida (1981), Indiana Jones y el templo de la perdición (1984) e Indiana Jones y la última cruzada (1989) están siendo proyectadas en el Aula Clavijero de Juárez 55. Oportunidad única para diferenciar y observar la evolución que tuvo el género de aventuras en medio siglo bajo el amparo provechoso de la tecnología.

En las cintas del “Hombre Mono” de la década de los treinta y los cuarenta la selva y su nutrida galería animal era presentada con material documental rodado en África, el cual se intercalaba con las escenas de estudio donde los actores simulaban estar en un entorno real. En cambio, en las cintas de Indiana Jones de los ochenta no hubo límite presupuestal para filmar en geografías exóticas: el desierto de Tunicia, una isla hawaiana, selvas sudamericanas, comunidades tibetanas, desiertos egipcios, Shanghai, India, Londres, playas españolas, etcétera.

Y no podía ser de otra manera si nos referimos a George Lucas y Steven Spielberg, la eficaz mancuerna que hizo posible el arranque de la saga (Los cazadores del arca perdida) al lado de varios talentos. La historia original la escribió Philip Kaufman y Lucas, éste último inspirado en los seriales que había visto siendo niño; el guión fue elaborado por el solvente director Lawrence Kasdan, la música la elaboró John Williams y los efectos especiales estuvieron a cargo de Richard Edlund y Kit West.

En el centro de aventuras frenéticas de elocuente violencia se situó a Harrison Ford, un actor que asumió con buenos resultados el personaje de socarrona sonrisa, látigo y sombrero a lo largo de casi diez años. ¿Resurgirá el ave fénix en el nuevo filme de Indiana que se está cocinando?

Ahora bien, la trilogía funcionó a la perfección y es referente obligado del serial fílmico porque fue dirigida por Steven Spielberg, uno de los mejores narradores del cine estadounidense, independientemente de su proclividad al infantilismo ramplón que ha hecho naufragar varias de sus obras.

Al ver cualquiera de las cintas de Indiana Jones nos damos cuenta que los elementos de intriga pasan a un segundo plano porque su sostén real son la acción veloz y sofisticada.

Diríamos que ésta se vale por sí misma, que lo verdaderamente importante es la acción por la acción misma que deja de lado los atributos del héroe en el cine clásico de aventuras.

Si ponemos atención, los trazos de los personajes son esquemáticos y se antojan débiles. ¿Pero acaso eso importa cuando la argucia de los guionistas y el virtuosismo de Spielberg conciben un delirio visual con imágenes a la velocidad del relámpago con tal justificar una fantasía donde los duelos, la violencia y la muerte se instalan en la retina como realidad absoluta?

Basta ver los primeros minutos de Indiana Jones y el templo de la perdición para deleitar la pupila, siempre y cuando el espectador se disponga a la mayor de las entregas. ¿Alguien se ha animado a contar el número de planos de la primera secuencia que arranca con un homenaje al cine musical de los treinta, continúa con una balacera caótica y envenenamiento al héroe, un salto forzado por las ventanas, la huida en carro en medio de callejuelas atestadas, el abordaje a una avión que explota y del que hay que saltar para deslizarse sobre una montaña nevada y finalmente aterrizar en un río de aguas tranquilas? Basta una secuencia de estas para reconocer y disfrutar al máximo la maestría de Spielberg.

Las funciones son a las 18:00 horas y la entrada es gratuita.