El
uso del acero inoxidable como refuerzo en estructuras de concreto
eleva 100 veces más su resistencia a la corrosión
que con el acero tradicional, así lo demostró Miguel
Ángel Baltazar Zamora, doctor en Ciencias de los Materiales
y académico de la Facultad de Ingeniería Civil de
la Universidad Veracruzana (UV), en Xalapa.
“Aunque esta técnica sube entre cinco y 10 por ciento
los costos de la obra, aumenta en 50 por ciento la vida útil
de las construcciones”, aseguró el académico,
quien también se desempeña como docente de la Maestría
en Construcción que ofrece la UV en Xalapa. “Es mejor
invertir más en la construcción que gastar en su mantenimiento”,
enfatizó.
Con esta propuesta –resultado de un año de investigación
y pruebas de resistencia con técnicas electroquímicas
y equipo especializado–, Ángel Baltazar ganó
el primer lugar en dos congresos internacionales de construcción
realizados en Quito, Ecuador, a finales de 2007, donde superó
a más de 200 trabajos de todo el mundo.
Esta propuesta, dijo, es útil en áreas donde las estructuras
son susceptibles a la corrosión, y no sólo en zonas
marinas, sino en obras industrializadas o que requieren mayor control
de calidad, como puentes, muelles, infraestructura carretera, petroquímica
o eléctrica.
El investigador, egresado de la Facultad en la que ahora trabaja,
logró incluso caracterizar la acción del ambiente
en la durabilidad del concreto reforzado, pues según explicó,
las condiciones del deterioro están estrechamente relacionadas
con factores climáticos y medioambientales que son propios
de cada región.
“Ésa es la innovación, porque aunque el uso
del acero inoxidable como refuerzo del concreto es una técnica
utilizada en países industrializados, nuestro equipo de trabajo
definió la metodología y la vida útil de acuerdo
con las condiciones ambientales de México, y lo probamos
científicamente.”
Reconoció que resulta un problema que en México no
existan estudios sistemáticos de los costos de la corrosión
en grandes estructuras: “Estados Unidos, por ejemplo, tiene
reportes de los costos que genera anualmente la corrosión
en cada una de las áreas de la economía, esto facilita
la adopción de técnicas innovadoras como ésta.”
Dijo que, desafortunadamente, en México persiste una visión
cortoplacista en las obras públicas y se trabaja a partir
de la filosofía de prueba y error: “Regularmente tenemos
obras de relumbrón con una vida útil de un año,
cuando mucho, con serios problemas estructurales, grietas, fisuras,
fallos de muchos tipos”.
Aseguró que en México “lo que nos pega es la
cultura”, pues los responsables no están dispuestos
a invertir más a pesar de que esto represente un ahorro a
largo plazo, porque se piensa en el impacto político, y no
en el bienestar común.
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