Año 8 • No. 302 • Marzo 10 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Tercera llamada
El Réquiem de Dvorák cierra la Primera temporada 2008 de la OSX

Jorge Vázquez Pacheco

Elenco extraordinario para esta Misa de Difuntos, con dedicatoria
al maestro Luis Ximénez Caballero
El séptimo programa de la primera temporada de Conciertos 2008 de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) no sólo marca la conclusión de esta serie inicial, es también el homenaje que los integrantes de la agrupación ofrecen a la memoria de Luis Ximénez Caballero, maestro recientemente fallecido en la Ciudad de México que encabezó una etapa importantísima en la trayectoria del máximo organismo musical en el estado de Veracruz.

Ximénez Caballero fue el tercer director titular, después de Juan Lomán y José Ives Limantour. Bajo su guía se llevó a efecto una actividad marcada por las estrecheces monetarias y con escaso respaldo gubernamental, aunque con el apoyo de una sociedad que siempre consideró la permanencia de la OSX como elemento vital en el desarrollo cultural de la capital veracruzana.

El compositor checo Antonin Dvorák

El programa que nos ocupa contiene una sola obra, el Réquiem de Antonin Dvorák, y se anuncia para este viernes en horario y sede de costumbre: 20:30 horas en el Teatro del Estado. En el elenco se incluye a la soprano María Katzarava, la mezzosoprano Mireya Ruvalcaba, el tenor Leonardo Villeda y el barítono de Coatzacoalcos, Genaro Sulvarán. También participa el Coro de la Universidad Veracruzana (UV), con dirección del titular de la OSX, Fernando Lozano.

Esta misma audición está programada para el próximo martes 18 de marzo en la iglesia de Santo Domingo, en la capital de la República.
El Réquiem de Antonin Dvorák (1841-1904) es otra de las sorprendentes manifestaciones de la creatividad de este compositor nacido en la región checa de Bohemia. Su talento para generar partituras musicales fue tan frondoso que el mismo Johannes Brahms manifestó públicamente su sana envidia por tan enorme habilidad natural.

En su Misa de Difuntos, Dvorák no es tan espectacular como lo fueron en sus respectivas creaciones Verdi o Berlioz, que generaron secciones verdaderamente atemorizantes en las partes correspondientes al Dies irae o el Tuba mirum.

La inventiva de este maestro apunta hacia una particular visión de la vida después de la muerte y la esperanzadora redención de los pecados. Fue escrito el Réquiem hacia el año 1890, poco después de superar Dvorák el reto que supuso la Octava sinfonía y antes de su incursión hacia Nueva York como director del Conservatorio de Música de aquella ciudad, donde generó su famosa sinfonía Desde el Nuevo Mundo y su Cuarteto Americano.