Así lo manifestó la académica en su conferencia “Rehabilitación de suelos”, como parte del primer foro “Los microorganismos y su relación con el medio ambiente”; evento organizado por la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Veracruzana (UV) a través del cuerpo académico Biotecnología, Biodiversidad y Manejo de los Recursos Naturales.

La investigación que origina estos datos fue realizada por Hernández Acosta a las afueras de la ciudad de Pachuca, capital del estado de Hidalgo, en una zona conocida como “jales”, que son grandes concentraciones de residuos compuestos principalmente por los minerales desechados en el proceso de extracción que se van asentando con el paso del tiempo e incluso pueden abarcar cientos de metros cuadrados.

La problemática de los “jales” en Pachuca involucra también un factor crítico para sus habitantes: es una ciudad azotada por vientos durante gran parte del año, provocando así que el polvo proveniente de estas zonas se esparza por la mancha urbana, llevando partículas contaminantes de plomo y otros metales pesados como el zinc.

A pesar de que el gobierno mexicano aplica sanciones para las empresas mineras que contaminan los suelos, los recursos generados por dicha estrategia no redundan en una mejoría de los ecosistemas, afirmó, ya que son multas y no planes de rehabilitación o remediación, los cuales sí implican la posibilidad de salvar el ecosistema.

“Cuando nos referimos a la rehabilitación ecológica debemos considerar todas las acciones que se toman para que el ecosistema alterado o degradado pueda cumplir su función. Esta situación es muy difícil realizarla en la práctica”, subrayó Hernández Acosta.

La principal contaminación generada por la extracción mineral se ubica en 161 sitios abandonados que registró la Semarnat en 2004, 35.9 por ciento de estos lugares (61 sitios) manifiestan altas concentraciones de plomo, arsénico y cromo, que pueden ser esparcidas por el viento o las lluvias hacia otras regiones, 23 de esos sitios están contaminados únicamente con plomo y, de acuerdo con la Secretaría, suman 80 mil toneladas.

La ponente destacó que en investigaciones previas, partículas de metales pesados han sido encontradas en suelos, cultivos, muestras de sangre de ganado, así como en análisis a los habitantes de lugares cercanos; en el caso de Pachuca, “los jales se encuentran a metros de distancia de las casas”.

La investigadora apuntó que cada año se multan a empresas y se supone que esa multa tiene que ser utilizada para restaurar y eliminar los contaminantes, “pero no se sabe si realmente está utilizándose el dinero para eso”, dijo.

Como parte de las sanciones se pide a las empresas que cerquen y adviertan de la peligrosidad de estas áreas; no obstante, en muchos casos la delimitación deja mucho que desear, agregó Elizabeth Hernández, quien señaló que el único trabajo de remediación, realizado en pocos sitios, consiste en sembrar árboles.

Reconocen labor de Roland Ferrera-Cerrato
La UV, a través de la Facultad de Ciencias Agrícolas, extendió un reconocimiento a la labor realizada por Roland Ferrera-Cerrato “por su trayectoria en la investigación, la enseñanza de la microbiología agrícola y en la formación de recursos humanos, particularmente de la Universidad Veracruzana”, declaró Gustavo Ortiz Cevallos, director de la Facultad.

Ferrera-Cerrato agradeció a los presentes por este reconocimiento, en particular a los organizadores de este foro, quienes reconocieron la constante labor de preparación y asesoría en trabajos recepcionales de licenciatura y posgrado que el académico ha brindado a lo largo
de los años.