|
|
Realizará
la UV homenaje
a Kiyoshi Takahashi
Gina Sotelo |
La
Universidad Veracruzana (UV) rendirá este año en fecha
por definir un gran homenaje al escultor Kiyoshi Takahashi, que será
coordinado por el diseñador Xavier Bermúdez; se trata
de una gran fiesta cultural en la cual –además de conocer
la obra del japonés– diferentes investigadores hablarán
de su obra.
Después de su obra, las palabras bien podrían definir
la ideología de un artista; para Kiyoshi Takahashi, “Stone
is an earthly symbol of the eternal life force” es la frase
que nos hace reflexionar sobre las piedras como si fueran los huesos
mismos de la tierra, un regalo vivo de la tierra al hombre.
Según escribe Kiichiro Hayashi, Takahashi solía considerar
al escultor verdadero como un hombre capaz de sentir y expresar el
potencial vital de los materiales por él manejados. Hayashi
–ex director del Niigata City Art Museum– escribe en un
volumen dedicado en exclusiva a la obra del escultor que su material
favorito era la piedra; describe que fue el artista quien personalmente
le comentó que la piedra era el único material capaz
de hacer su palabra interior visible.
Nacido en 1925 en Niita, Japón, después de haberse graduado
en Escultura en la Tokyo National Academy of Art en 1958, Kiyoshi
Takahashi vino a México motivado por un fuerte interés
en el arte de las civilizaciones preclásicas y clásicas
de Mesoamérica, particularmente en la obra elaborada por las
culturas Olmeca, Maya y Azteca.
Rápidamente se asentó en Veracruz, donde formó
parte activa de los movimientos artísticos contemporáneos,
a la vez que empezó a enseñar escultura en la UV. Las
experiencias de Takahashi durante los 11 años que permaneció
en nuestro país fueron de vital importancia para la plástica
nacional al ser una influencia en la formación de jóvenes
escultores, quienes aprendieron de él no sólo su forma
de trabajar los materiales, sino que lo consideraron un maestro en
un sentido más amplio.
Fue la búsqueda de otros mundos de inspiración lo que
trajo a Takahashi a México y el Premio Shinsei-Saku le permite
costear esta aventura. Teotihuacán y Tenochtitlán lo
fascinan, la escultura cerámica totonaca lo motiva, la encomía
de los medios, las formas sintéticas, la monumentalidad llaman
su atención.
“Japón y México prehispánico son las dos
fuentes principales de nuestro escultor”, dice Jorge Manrique,
para quien –como una característica de la escultura moderna–
la apropiación de otras voces y ámbitos también
atrajo al japonés; es por esto que en su obra se encuentran
reflejos y ecos de Grecia, figurillas etruscas de bronce, capiteles
y pórticos románicos y, por supuesto, figuras prehispánicas.
En 1961 y los primeros meses de 1962, Kiyoshi Takahashi trabajó
en dos obras de gran envergadura destinadas a la explanada de la Biblioteca
Central y a la loma de la Rectoría de la UV, en Xalapa.
Éstos son sólo algunos ejemplos de la obra que Takahashi
realizó en Xalapa y que hacia sus últimos años
muestran a un escultor maduro, poseedor de un pródigo talento,
lleno de posibilidades e intereses de renovación.
Creador de formas esenciales, testigo de lo definitivo en ese largo,
inevitable e interminable camino, el japonés dejó a
su paso por México un camino sembrado de obras definitivas. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|