Año 8 • No. 304 • Abril 7 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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  Realizará la UV homenaje
a Kiyoshi Takahashi
Gina Sotelo
La Universidad Veracruzana (UV) rendirá este año en fecha por definir un gran homenaje al escultor Kiyoshi Takahashi, que será coordinado por el diseñador Xavier Bermúdez; se trata de una gran fiesta cultural en la cual –además de conocer la obra del japonés– diferentes investigadores hablarán
de su obra.

Después de su obra, las palabras bien podrían definir la ideología de un artista; para Kiyoshi Takahashi, “Stone is an earthly symbol of the eternal life force” es la frase que nos hace reflexionar sobre las piedras como si fueran los huesos mismos de la tierra, un regalo vivo de la tierra al hombre.

Según escribe Kiichiro Hayashi, Takahashi solía considerar al escultor verdadero como un hombre capaz de sentir y expresar el potencial vital de los materiales por él manejados. Hayashi –ex director del Niigata City Art Museum– escribe en un volumen dedicado en exclusiva a la obra del escultor que su material favorito era la piedra; describe que fue el artista quien personalmente le comentó que la piedra era el único material capaz de hacer su palabra interior visible.

Nacido en 1925 en Niita, Japón, después de haberse graduado en Escultura en la Tokyo National Academy of Art en 1958, Kiyoshi Takahashi vino a México motivado por un fuerte interés en el arte de las civilizaciones preclásicas y clásicas de Mesoamérica, particularmente en la obra elaborada por las
culturas Olmeca, Maya y Azteca.

Rápidamente se asentó en Veracruz, donde formó parte activa de los movimientos artísticos contemporáneos, a la vez que empezó a enseñar escultura en la UV. Las experiencias de Takahashi durante los 11 años que permaneció en nuestro país fueron de vital importancia para la plástica nacional al ser una influencia en la formación de jóvenes escultores, quienes aprendieron de él no sólo su forma de trabajar los materiales, sino que lo consideraron un maestro en un sentido más amplio.

Fue la búsqueda de otros mundos de inspiración lo que trajo a Takahashi a México y el Premio Shinsei-Saku le permite costear esta aventura. Teotihuacán y Tenochtitlán lo fascinan, la escultura cerámica totonaca lo motiva, la encomía de los medios, las formas sintéticas, la monumentalidad llaman su atención.

“Japón y México prehispánico son las dos fuentes principales de nuestro escultor”, dice Jorge Manrique, para quien –como una característica de la escultura moderna– la apropiación de otras voces y ámbitos también atrajo al japonés; es por esto que en su obra se encuentran reflejos y ecos de Grecia, figurillas etruscas de bronce, capiteles y pórticos románicos y, por supuesto, figuras prehispánicas.

En 1961 y los primeros meses de 1962, Kiyoshi Takahashi trabajó en dos obras de gran envergadura destinadas a la explanada de la Biblioteca Central y a la loma de la Rectoría de la UV, en Xalapa.

Éstos son sólo algunos ejemplos de la obra que Takahashi realizó en Xalapa y que hacia sus últimos años muestran a un escultor maduro, poseedor de un pródigo talento, lleno de posibilidades e intereses de renovación.

Creador de formas esenciales, testigo de lo definitivo en ese largo, inevitable e interminable camino, el japonés dejó a su paso por México un camino sembrado de obras definitivas.