Año 8 • No. 305 • Abril 14 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Mercosur sólo beneficia a Brasil y Argentina: experto uruguayo
Juan Carlos Plata
Los espacios de negociación del Mercado Común del Sur (Mercosur) están siendo aprovechados por Argentina y Brasil de manera individual y, al mismo tiempo, se impide que los demás miembros (Paraguay y Uruguay) firmen tratados de libre comercio con otros países, sostuvo el académico uruguayo Rubén Tansini.

En su participación durante el seminario Nuevas políticas Económicas en América Latina, organizado por la Universidad Veracruzana (UV), el catedrático de la Universidad de la República del Uruguay dijo que el corazón del tratado (la alianza entre Argentina y Brasil) no está en crisis.

“Entre estos dos países hay una negociación permanente; cuando Luiz Ignacio da Silva fue presidente del Mercosur, organizó negociaciones especiales sobre el sector automotriz, pero sólo convocó a Argentina; otro ejemplo es que Brasil reventó la negociación del Mercosur con la Unión Europea y recientemente Brasil, por sí sólo, fue nombrado país asociado de la Unión Europea”, sostuvo.

Estas medidas y acuerdos individuales son buenos –explicó Tansini–, pero la demanda de Uruguay y Paraguay es que los espacios de negociaciones también puedan beneficiar a los demás países integrantes.

Tansini afirmó que a pesar de que la izquierda históricamente defendió la integración económica regional, hoy (que todas las corrientes de la izquierda nacional están representadas en el gobierno) se encuentra en el dilema de optar por la política o por la economía: “Si aceptamos las decisiones de la política, nos quedaríamos con el Mercosur; si miramos a la economía tenemos que encontrar un espacio de flexibilidad que ni Brasil ni Argentina están dispuestos a dar”.

Como dato adicional, el académico uruguayo sostuvo que el acelerado crecimiento de las exportaciones nacionales en los últimos años, no se ha dado como consecuencia de su partenencia al Mercosur y no se espera que lo haga.

La grave crisis de 2002
La crisis de Uruguay en 2002, que fue ocasionada por influencias externas (la crisis brasileña de 1999 y la crisis argentina de 2001 ocasionaron una severa crisis bancaria en Uruguay–), además de un déficit interno atrasado, provocó unan caída de las reservas nacionales de tres mil millones de dólares a 777 millones y creció exponencialmente los índices de pobreza (que hasta antes del 2002 apenas alcanzaba 5 por ciento).

Esta crisis ocasionó que la deuda pública rebasara el 100 por ciento del Producto Interno Bruto, una devaluación del 100 por ciento, una caída del salario real de 19 por ciento, desempleo de 20 por ciento y una morosidad bancaria de 43 por ciento.

Producto de una amplia coalición de partidos de izquierda (en la que están representados desde el partido Comunista hasta el Social Demócrata), el actual gobierno se ha fijado como metas primordiales lograr un ritmo acelerado de crecimiento productivo, mejorar el empleo y transformar la calidad de vida de la población –con especial énfasis en la gente pobre.

“En materia económica y fiscal, el gobierno se ha propuesto el estímulo a la inversión productiva y a nuevos productos financieros, reformar la banca estatal (que controla el 55 por ciento de los bancos del país) y ofrecer seguros de depósitos bancarios de hasta 10 mil dólares (para evitar lo ocurrido en la crisis de 2002)”, dijo.

Además, se ha buscado articular las políticas públicas ya existentes para mejorar la salud, vivienda, educación y seguridad social de la población, toda vez que de los tres millones 300 mil uruguayos, 800 mil son pensionados y 270 mil trabajadores del estado, segmentos de la población que absorben casi 80 por ciento del gasto público.

“Muchas medidas son las inherentes a un gobierno de izquierda, pero también hay iniciativas atípicas como el incremento de la inversión privada, un impulso decidido a las exportaciones (10 por ciento del total es de software) y la declaración de que el crecimiento debe venir por la productividad”.