En el reconocimiento que la Universidad Veracruzana lleva a cabo esta semana a la revista Nexos se manifiesta el mismo espíritu que motivó a los fundadores de la publicación a reunirse hace 30 años: integrar aquello que estaba desunido.

Este espíritu es el mismo que expresa la comunidad de la Universidad cuando respalda con su esfuerzo y compromiso las iniciativas que han surgido en nuestra casa de estudios. Así, por ejemplo, los universitarios han integrado en uno solo esfuerzos aislados por la calidad de los programas de estudios, de la misma manera que la respuesta a los principales problemas de nuestro estado se ha convertido, en los últimos años, en una filosofía compartida por los universitarios.

Esto, por supuesto, no es casual. Las universidades, como todos sabemos, son el núcleo social en el cual convergen todas las formas de pensamiento y todas las formas de entender el mundo.

Por citar un ejemplo, los pueblos indígenas de nuestro estado han encontrado en nuestra casa de estudios no sólo un interlocutor, sino un traductor que les ha permitido integrar su discurso, su cosmovisión, su filosofía, al pensamiento del resto de los veracruzanos.

No podía ser de otra manera. Ya el escritor norteamericano Ernest Hemingway inmortalizó en su epígrafe a “Por quién doblan las campanas” un verso del poeta inglés John Donne en el que se explica que ningún hombre es una isla, sino que todos somos parte de un mismo continente.

Ésta ha sido una de las funciones históricas de la universidad pública, la de integrar el conocimiento de los hombres bajo un mismo techo y obtener hombres nuevos de esta convergencia.