Año 8  • No. 315 • Junio 23 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Se aprecia a Emilio como el “eterno viajero”
Expo-homenaje a Carballido
en la Editorial de la UV
Gina Sotelo

¿Cómo pasó Emilio Carballido sus últimos días?, ¿quién lo acompañó?, ¿qué música escuchaba?, ¿qué libro dejó sin terminar de leer?, ¿en qué países se divirtió, comió o bebió mejor? Son preguntas cuyas respuestas se deducen de manera sencilla en la expo-homenaje que de forma cariñosa conformó la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV).

En la exposición, que estará abierta al público todo este mes en la calle de Hidalgo número 9, se siente viva la presencia del dramaturgo orizabeño. La estancia temporal de sus objetos personales se antoja lógica partiendo de que fue precisamente Carballido uno de los pilares fundadores de esta casa editorial.

En grandes vitrinas descansa su corbata, su bufanda, su algo gastado sombrero, su inseparable saco de lana a cuadros, el bastón que lo ayudó a caminar hacia el final de su vida, la maleta del que fue su último viaje, los pañuelos que siempre usó, sin faltar los lentes de alta graduación que hacían que sus ojos se vieran más vivos, más chispeantes.


Héctor Herrera recordó con gran sentimiento a Emilio Carballido

Fotografías de diferentes épocas nos muestran a los múltiples Emilios: el que comía y bebía de lo mejor, el que viajaba, el que amaba a los gatos, el que compartía con los amigos, el que fumaba, el que gozaba de hablar por teléfono, el que escribía en libretas, el que se disfrazaba para ir a las fiestas.

Escenarios de ensueño como el Georges Pompidou o Notre Dame en París, el Fujiyama en Japón o las ruinas romanas de Éfeso muestran a un Carballido que solo, con su compañero Héctor Herrera o con sus numerosos amigos recorrieron el mundo. De Tongolele a Helena Garro, muchos son los fotografiados con el dramaturgo.

Un lugar especial ocupa la vieja Royal en la que Carballido escribió muchas de sus obras, su estilográfica y sus Tramoyas, todas desde la primera publicada en 1957. Están en la exposición numerosos carteles de puestas en escena como Te juro Juana que tengo ganas, Rosa de dos aromas, Orinoco, Luminaria o Yo también hablo de la rosa, representadas en Francia, Bruselas, Brasil y, por supuesto, México.

Sus reconocimientos ocupan también un espacio, desde su premio Heraldo hasta el que le rindiera el ministerio de cultura de Egipto. Los discos de música clásica que tanto placer le dieron se muestran junto a libros como Ibis de José María Vargas Vila o Madame Zola de Evelyne Bloch-Dano en su lengua original.

La inauguración de la muestra tuvo lugar el pasado 11 de junio. En ella, Héctor Herrera leyó a los presentes su texto Un eterno viajero, que dio cuenta de los constantes ires y venires de Carballido por Serbia, Estambul, Río de Janeiro, Bangkok, Tailandia, India, Grecia, Rusia, Italia, España, Rumania o Japón. Y dijo:
“A Emilio le encantaba viajar. En Japón aprendió frases, a contestar el teléfono y los saludos habituales. Un momento muy bello fue cuando en Camboya vimos a unos hombres que vendían pajaritos, compramos unos y los liberamos, Emilio se emocionó mucho. De Tailandia le gustaba su comida agridulce, muy condimentada y los curry’s de colores.”

Héctor dijo también que Emilio siempre regresaba a París, su ciudad favorita: “Regresaba a ver teatro, a comer, ir al cine y a reencontrarse con todos los amigos que tenía”, y concluyó: “Este año fuimos a Oaxaca, a ver el árbol del tule, tres días después murió. Esté donde esté, ha de seguir viajando.

¡Feliz viaje Emilio!”.

La expo-homenaje preludia la magna muestra que se realizará del 12 al 21 de septiembre próximo en la Feria Internacional del Libro Universitario que organiza la UV en el Museo del Transporte y Exposiciones de esta capital.