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De
la Tierra Húmeda o la reverencia por la magia de lo cotidiano
Celia Álvarez* |
El
vehemente deseo de plasmar en un libro “la cotidianidad de una
región hecha pueblo y de un pueblo convertido en región”
fue lo que motivó al poeta y narrador veracruzano Fernando
de la Luz a escribir los 16 relatos que integran De la Tierra húmeda,
que en su segunda edición ha sacado a luz la Universidad Veracruzana
como parte de la colección Biblioteca Veracruzana. |
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“Todavía
no sé, bien a bien, cuáles son las lindes de la Tierra
Húmeda: Puebla, Veracruz, no sé si Tlaxcala… No
me queda claro, ¿hay más de una tierra húmeda?
En realidad, importa más bien poco… Lo que sí
sé es que hay una Tierra Húmeda que es de Fernando,
sólo suya, aunque la habiten gentes diversas y entrañables.
Una Tierra Húmeda que es mucho más que un lugar; es,
por supuesto, un paisaje literario, un lugar mítico, primigenio.
Y de esa Tierra Húmeda tan propia de Fernando, Altotonga es
el centro”, expresa Ignacio Martín en el prefacio de
este volumen.
Sobre el título, abunda el autor en el epílogo: “La
tierra húmeda no es un lugar común, no sólo en
la literatura en nuestro país, sino en gran parte de él,
donde predominan el altiplano seco, las grandes llanuras semidesérticas
y el desierto propiamente dicho… El agua no es un recurso natural
que abunde; además, está mal repartida; en realidad,
es un regalo de los dioses que la ubicación de nuestro territorio,
entre dos mares, y su orografía escarpada, hacen posible”. |
Un universo caracterizado por la sensualidad, la posibilidad de lo
fantástico y la abundancia –incluso en espectros, en
lo que supone un muy claro sesgo rulfiano y gótico de la escritura
de Fernando de la Luz– es lo que encuentra el lector en las
páginas de esta colección de cuentos donde uno de los
recursos privilegiados es la descripción acuciosa del caserío,
la plaza, el mercado, la iglesia y el paisaje, así como el
clima, las costumbres gastronómicas, la música, los
versos, las tradiciones, las creencias populares, los festejos, las
vidas… y hasta los colores y sonidos percibidos por la exquisita
sensibilidad del autor, merced a cuya innata vocación de cronista
el lector deleita los sentidos al tiempo que tiene la oportunidad
de conocer mil y un rasgos distintivos del ambiente altotonguense.
Cada uno con dedicatoria especial a parientes, amigos, conocidos o
vecinos, los 16 relatos que integran el libro, salpicados de ágiles
diálogos impregnados de buen humor donde igualmente salen a
flote lo grotesco y lo pintoresco de la vida cotidiana, entretejen
la crónica detallada que efectúa el autor sobre el ambiente
de la tierra en que se hallan sus raíces desde hace cuatro
generaciones, y mediante la cual convierte a la ciudad y municipio
de Altotonga, ubicado en la zona centro-norte de Veracruz, en su ícono
literario.
Su vocación de cuentista ha hecho de este género la
herramienta preferida de Fernando de la Luz para incursionar en los
usos y las costumbres de su tierra húmeda, cuyos días
de niebla y chipi-chipi añora en la capital mexicana, su actual
lugar de residencia y desde donde retorna cada mes para disfrutar
durante algunos días su hábitat favorito, en su casa
de Altotonga, rodeado por toda esa maravilla que registra con la exhaustividad
de la monografía y el cuidado del pintor realista en un ameno
libro que entretiene y capta el interés del lector de principio
a fin.
De la Tierra Húmeda, libro entrañable de Fernando de
la Luz que obsequia al lector un panorama amplio y colorido sobre
una provincia universal, puede adquirirse, igual que los otros títulos
que hasta el momento integran la colección Biblioteca Veracruzana
de la UV: La guerra de Independencia en Córdoba, Veracruz.
Narración de un testigo, y Enrique González Llorca.
Poesía, en el Servicio Bibliográfico Universitario situado
en Xalapeños Ilustres 37 o en la Feria Permanente del Libro
Universitario, de Hidalgo 9. *Dirección
General Editorial |
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