Año 8 • No. 316 • Junio 30 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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La autonomía
revisitada
(1 de 3)
Víctor M. Morales Pavón
Centro de Idiomas-Veracruz
Dentro de los planes y programas de desarrollo de la Universidad Veracruzana (UV) (Plan de Trabajo 2005-2009) existe un interés por cuestionar los paradigmas tradicionales en relación a una concepción moderna de la educación, dentro del marco de un modelo de desarrollo de competencias. El esfuerzo consiste en estimular una relectura del ejercicio educativo que, en la práctica diaria, contribuirá a romper con viejos moldes que actualmente ya no debieran tener cabida en las aulas de nuestra casa de estudios.

Esta serie de dos artículos hace hincapié, en la primera parte, en un eje fundamental en esta renovación sugerida dentro del Modelo Educativo Integral Flexible de nuestro Programa de Desarrollo, a saber, la Autonomía. En la última parte, especificamos el desarrollo de la autonomía y el estudio de lenguas extranjeras. En este primer artículo discutiremos acerca de este nuevo paradigma y de cómo éste cuestiona, hoy, la antigua práctica docente, así como los fundamentos de la enseñanza-aprendizaje en general.

En el contexto tradicional de la enseñanza había un elemento central que dominaba de manera total la clase: el maestro. El académico era la figura central en el aula, aquel que dirigía e imponía el ritmo a seguir en el salón. De esta manera, el maestro tradicional se erigía en una figura de autoridad incuestionable, ya que debía ser percibido como director, evaluador, controlador o líder. Era él quien debía explicar lo que el alumno tenía que hacer de manera exacta.

Evidentemente, dentro de este marco cerrado, al alumno le correspondía tomar un papel meramente pasivo, acostumbrado a hacer lo que se le decía y convirtiéndose en un autómata cuya única preocupación era obtener una nota aprobatoria.

El rompimiento de este viejo paradigma consiste en rescatar la figura del alumno como el centro de atención en la práctica de la experiencia educativa. Para ello es necesario, primero, que el papel del docente sea replanteado, y es ahí en donde reside uno de los retos clave dentro de la filosofía del MEIF para el académico de la UV hoy en día: el de pasar de ser una figura autoritaria, identificada como un rector, juez y controlador, a la de un guía, consejero y ayudante. Mientras el maestro tradicional busca la autoridad dentro del aula, el académico contemporáneo propicia una relación de calidad con el estudiante, sin temor a sentir que su estatus se vea amenazado.

El objetivo es doble. Por un lado, establecer una relación de pares en donde el papel del maestro sea efectivamente el de facilitar la experiencia educativa al alumno y, como consecuencia de lo anterior, que juntos tomen decisiones que anteriormente sólo correspondían al maestro. Es decir, se requiere hoy más que nunca la inclusión del alumno a lo largo del proceso educativo y, por lo tanto, en el proceso de la toma de decisiones, contando con el asesoramiento de su maestro.

Esto es un elemento necesario para el joven en su proceso de maduración, así como en el desarrollo de la toma de conciencia de sus propias responsabilidades como estudiante. Pero además, cuando los alumnos toman conciencia de que pueden y deben tener mayor participación en la definición de sus cursos, su aprendizaje se vuelve más óptimo y la experiencia educativa se maximiza tanto para ellos como para el académico.

Para que esto se realice es necesario el desarrollo de ciertas habilidades o competencias en clase. Es decir, para que un alumno sea capaz de responsabilizarse de la toma de decisiones acerca de su propio proceso de aprendizaje, es necesario propiciar en él un grado de autonomía, hacerle sentir que él también puede y debe tomar parte en la planeación de la clase o del curso, que la última palabra no necesariamente la tiene el maestro, y que el cuestionamiento y la evaluación no sólo debe venir de la parte de éste.

La pregunta obvia es: ¿Cómo lograr lo anterior? ¿Qué estrategias seguir para disminuir el nivel de dependencia del alumno respecto al maestro y desarrollar en él una competencia de iniciativa propia? o, de manera concreta, la pregunta que el maestro deberá ayudar al alumno a responder es: ¿Cómo aprendo mejor? Una manera es realizar un trabajo intensivo en el desarrollo de lo que se ha llamado estrategias de aprendizaje, o dicho de otra manera, en el desarrollo de la filosofía de aprender a aprender (Delors, 1994).

Quizás el antecedente histórico más directo de este concepto fueron los juegos mnemotécnicos que utilizaban los narradores para retener y no olvidar sus historias, es decir, para aprenderlas mejor. De manera general, la palabra estrategia (del griego strategia, el arte de la guerra) es el plan o conjunto de pasos para lograr un objetivo.