Año 1 • No. 39 • octubre 1 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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La UV reconoce la trayectoria de José Emilio Pacheco
Claudia Domínguez Mejía
 


Una modestia rayana en la timidez o en una de las máximas virtudes cardinales es lo que caracteriza a José Emilio Pacheco, el polígrafo que asegura impertérrito a los despistados no haber sido el inventor del bolígrafo ni el estilista capaz de recomendarle un buen peinado a una chica. "Siempre me ha parecido que sólo propongo la amistad en las líneas negras sobre el papel blanco. Usted (lector, lectora) concluye mi tentativa con su imaginación y su inteligencia", dijo el escritor la mañana del jueves 20 en el auditorio de Humanidades, al ser homenajeado por el Instituto de Investigaciones Lingüístico- Literarias de la UV.

Ofrecer un reconocimiento a la trayectoria y valía intelectual de José Emilio Pacheco es para dicho instituto un honor que distingue a sus propios integrantes y fortalece los festejos por los treinta años de labor de esta entidad académica dedicada al estudio sistemático de la literatura latinoamericana y mexicana, así como al rescate de las letras regionales contemporáneas y pretéritas.

Tras recibir un diploma de reconocimiento de manos de Raúl Arias Lovillo, secretario Académico de la UV, José Emilio Pacheco -JEP para los lectores de su célebre Inventario en Proceso, quienes sin duda lo siguen desde 1960, cuando esta columna fuera iniciada en Excélsior- se dedicó a resaltar los elementos de su "veracruzanidad voluntaria y elegida", sus deudas intelectuales con veracruzanos como Fernando Salmerón, Sergio Galindo y, sobre todo, con Enrique Florescano. Su amor y simpatía hacia estas tierras donde transcurrió parte de su infancia se refleja en sus obras y es una remanente ese mar dominante en sus poemas, cuyas primicias se publicaran en la revista La Palabra y el Hombre.

Como parte del homenaje -que concluyó este viernes- investigadores de las letras mexicanas se dieron a la tarea de hacer un balance de la obra de José Emilio en una mesa redonda en la que estuvieron Manuel Sol Tlachi, Esther Hernández Palacios, Sergio Pitol, Margarita Peña, Miguel Capistrán, Vicente Quirarte (cuyo texto fue leído por Ángel José Fernández) y Regina Garza.

Manuel Sol, investigador del IILL, se enfocó en la primera etapa de producción del escritor, particularmente en sus colaboraciones juveniles en la revista Estaciones, dirigida por Elías Nandino, donde pese a su edad (18-20 años) se muestra ya como un escritor y crítico culto, de comentarios de avanzada sobre autores que en la década de los 50 estaban presentando obras que posteriormente serían un parte aguas en la cultura mexicana, al igual que despunta por su honradez literaria, libre de enconos: un intelectual que desde entonces "hace de la belleza un bien común que, lejos de la enciclopedia, nos ha enseñado a leer y a pensar".

Esther Hernández Palacios, también académica del Instituto y quien actualmente está al frente de la dirección de Vocación Social de la Cultura del Conaculta, se refirió a la obra poética de José Emilio Pacheco, la cual -como sucede con los verdaderos poetas- ha tenido la función de profetizar, rompiendo el tiempo, significándose como un escritor crítico, comprometido, un portavoz de la especie, un humilde mensajero que sirve a través de su palabra. Y para reforzar esta idea, Hernández Palacios citó textos de décadas atrás que parecen haber sido escritos apenas hace una semana y que aluden a la amenaza bélica que como "espada de Damocles" se cierne en estos días en contra de la humanidad: "[…] nos hemos vuelto comparsas de un melodrama en el que, bajo el nombre de noticias, el mundo se ofrece como espectáculo a sí mismo. Hasta ahora nadie nos ha llamado a escena, somos espectadores y sobrevivientes, pero, ¿por cuánto tiempo?"

Interminable sería el recuento puntual de todo lo comentado en nombre de la admiración que despierta un hombre como José Emilio Pacheco. A manera de conclusión, vaya la emocionada y sincera frase de Sergio Pitol: "celebro la existencia de su obra rica e inquietante. Celebro el honor de poderme decir amigo de un escritor a quien siempre he admirado".