|
Sin
conocer sus beneficios, nadie se atrevería a pensar que una sustancia líquida,
negra y viscosa que sale a chorros de la tierra puede jugar un papel tan importante
en el funcionamiento de la economía mundial; empero, en una civilización
como la nuestra la lucha por la posesión de esa sustancia, mejor conocida
como "oro negro", ha sido capaz de llevarnos a la guerra.
Por
supuesto hablamos del petróleo, un recurso no renovable formado por carburos
de hidrógeno, mezclado a veces con agua salada, y carburos gaseosos de
hidrógeno, cuyo origen está en la descomposición de sustancias
orgánicas por la acción de microbios anaerobios, según explicó
el connotado geólogo francés Pierre Masson durante su charla "La
problemática del petróleo al principio del tercer milenio". De
las naciones identificados como grandes zonas mundiales de producción ,
11 pertenecen a la Organización de países Exportadores de Petróleo
(OPEP), organismo encargado de unificar las políticas petroleras de sus
miembros, así como de determinar los medios más idóneos
para resguardar individual y colectivamente sus intereses. A ella están
afiliadas Argelia, Libia, Nigeria, Indonesia, Irán, Irak, Katar, Kuwait,
Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Entre todas suministran
más del 40 por ciento del petróleo mundial, y poseen cerca del 78
por ciento de las reservas de crudo de la tierra. Pero
antes de que la OPEP tuviera "al mundo en sus manos", Pierre Masson
cuenta que hubo una serie de grandes crisis petroleras que se manifestaron en
el precio por barril de crudo. Luego de que durante muchos años costara
dos dólares en el mercado internacional, en la década de los setenta
saltó a casi 10 y a partir de ahí las fluctuaciones no cesaron hasta
alcanzar el precio actual, de más de 30 dólares por barril, lo cual
demuestra que es uno de los sectores más volátiles e imprevisibles
de la economía mundial. Indicó
que actualmente la OPEP tiene gran influencia sobre los precios del crudo mediante
el control de los niveles de producción; de esta manera, sus miembros logran
generar mayores ingresos en sus presupuestos. Sin embargo, no todos los países
productores de crudo se encuentran en esta organización; algunos, como
EUA o Gran Bretaña, decidieron no vender su petróleo a través
de la organización y naciones como México, Rusia o Noruega colaboran
a menudo con ella para subir los precios. El
conferenciante mencionó que no es extraño que dentro de la propia
organización surjan conflictos de intereses que chocan en las negociaciones
para acordar estrategias, y el complicado comportamiento del mercado del petróleo
no facilita el trabajo a la OPEP. Una subida fuerte de los precios es beneficiosa
a corto plazo, mas a la larga estimula la investigación de otros campos
y el desarrollo de formas alternativas de energía, con lo que los costos
vuelven a bajar. A su vez, una tarifa demasiado baja para el barril de crudo implicaría
reducciones en las inversiones de infraestructuras, necesarias para mantener el
flujo de petróleo en el mercado mundial. De tal manera, la demanda global
seguiría aumentando, pero no habría suficiente crudo para cubrirla,
lo cual provocaría un nuevo incremento en los precios. Añadió
que el encarecimiento del petróleo supone un empobrecimiento de los países
importadores, al transferir una renta hacia las naciones exportadoras de petróleo.
Los intentos de los agentes económicos por recuperar su poder adquisitivo
conducen a espirales inflacionistas que agudizan la pérdida de bienestar
del conjunto de los ciudadanos. Frente
a todos esos problemas, Pierre Masson dijo que los científicos se afanan
en la búsqueda de energías de sustitución que liberen a la
humanidad de la esclavitud del petróleo. Así, se ha hablado de la
biomasa o energía producida por el viento, el Sol o las mareas, la energía
nuclear, el carbón, el gas natural y los esquistos bituminosos, entre otros.
|