Año 1 • No. 39 • octubre 1 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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El poder del petróleo en el tercer milenio
Elizabeth Vázquez Narváez
 


Sin conocer sus beneficios, nadie se atrevería a pensar que una sustancia líquida, negra y viscosa que sale a chorros de la tierra puede jugar un papel tan importante en el funcionamiento de la economía mundial; empero, en una civilización como la nuestra la lucha por la posesión de esa sustancia, mejor conocida como "oro negro", ha sido capaz de llevarnos a la guerra.

Por supuesto hablamos del petróleo, un recurso no renovable formado por carburos de hidrógeno, mezclado a veces con agua salada, y carburos gaseosos de hidrógeno, cuyo origen está en la descomposición de sustancias orgánicas por la acción de microbios anaerobios, según explicó el connotado geólogo francés Pierre Masson durante su charla "La problemática del petróleo al principio del tercer milenio".

De las naciones identificados como grandes zonas mundiales de producción , 11 pertenecen a la Organización de países Exportadores de Petróleo (OPEP), organismo encargado de unificar las políticas petroleras de sus miembros, así
como de determinar los medios más idóneos para resguardar individual y colectivamente sus intereses. A ella están afiliadas Argelia, Libia, Nigeria, Indonesia, Irán, Irak, Katar, Kuwait, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Entre todas suministran más del 40 por ciento del petróleo mundial, y poseen cerca del 78 por ciento de las reservas de crudo de la tierra.

Pero antes de que la OPEP tuviera "al mundo en sus manos", Pierre Masson cuenta que hubo una serie de grandes crisis petroleras que se manifestaron en el precio por barril de crudo. Luego de que durante muchos años costara dos dólares en el mercado internacional, en la década de los setenta saltó a casi 10 y a partir de ahí las fluctuaciones no cesaron hasta alcanzar el precio actual, de más de 30 dólares por barril, lo cual demuestra que es uno de los sectores más volátiles e imprevisibles de la economía mundial.

Indicó que actualmente la OPEP tiene gran influencia sobre los precios del crudo mediante el control de los niveles de producción; de esta manera, sus miembros logran generar mayores ingresos en sus presupuestos. Sin embargo, no todos los países productores de crudo se encuentran en esta organización; algunos, como EUA o Gran Bretaña, decidieron no vender su petróleo a través de la organización y naciones como México, Rusia o Noruega colaboran a menudo con ella para subir los precios.

El conferenciante mencionó que no es extraño que dentro de la propia organización surjan conflictos de intereses que chocan en las negociaciones para acordar estrategias, y el complicado comportamiento del mercado del petróleo no facilita el trabajo a la OPEP. Una subida fuerte de los precios es beneficiosa a corto plazo, mas a la larga estimula la investigación de otros campos y el desarrollo de formas alternativas de energía, con lo que los costos vuelven a bajar. A su vez, una tarifa demasiado baja para el barril de crudo implicaría reducciones en las inversiones de infraestructuras, necesarias para mantener el flujo de petróleo en el mercado mundial. De tal manera, la demanda global seguiría aumentando, pero no habría suficiente crudo para cubrirla, lo cual provocaría un nuevo incremento en los precios.

Añadió que el encarecimiento del petróleo supone un empobrecimiento de los países importadores, al transferir una renta hacia las naciones exportadoras de petróleo. Los intentos de los agentes económicos por recuperar su poder adquisitivo conducen a espirales inflacionistas que agudizan la pérdida de bienestar del conjunto de los ciudadanos.

Frente a todos esos problemas, Pierre Masson dijo que los científicos se afanan en la búsqueda de energías de sustitución que liberen a la humanidad de la esclavitud del petróleo. Así, se ha hablado de la biomasa o energía producida por el viento, el Sol o las mareas, la energía nuclear, el carbón, el gas natural y los esquistos bituminosos, entre otros.