Búsqueda al interior de la imagen...
Julio César Martínez
En
el amplio horizonte visual, limitado quizá por árboles
o edificios cercanos, existe un paisaje idealizado. Para encontrar
los elementos que lo componen es necesario ampliar el campo de la
experiencia, más allá del alcance de la percepción
inmediata; donde posiblemente el artista, en un principio de manera
deliberada, incorpore imágenes que no corresponden a su contexto
cultural.
Sin
embargo, poco a poco, unido al proceso de aprendizaje de las técnicas
pictóricas y al reconocimiento de los materiales, el artista
plástico inicia una búsqueda interior de las imágenes
que habarán de reconstruir su estado de ánimo.
Precisamente
para definir la experiencia artística de Mónica Espinosa,
en este primer periodo de formación estética, utilizo
la palabra impulso para definirla. Porque el impulso es una tendencia
congénita a reaccionar ante cierta clase de estímulos,
en este caso, se trata de estimulaciones visuales y táctiles
que brotan del entorno, experiencia básica para producir
una imagen pictórica propia.
Laboriosa
y mesurada, Mónica Espinosa intenta reinventar el espacio
exterior para confeccionar un espejo múltiple que le permita
configurar su identidad creciente.
De
este modo, recupera un paisaje onírico e idealizado que ahora
vibra ante nuestros ojos: contemplemos con devoción crítica
este primer intento que ahora nos convoca.
Trascendiendo
el origen...
Margarita Pedraza
Apoyándose
en materiales elegidos con intención, en un juego en el que
la madera y el acrílico se mezclan con textiles que colorean
y definen los planos, elementos todos que generan un metalenguaje
que trasciende sus orígenes.
El
trabajo de Mónica Espinosa está cargado de una cierta
ingenuidad que se entremezcla con el sentido crítico de hechos
y situaciones cotidianas. El manejo del autorretrato añade,
a este singular conjunto, la fuerza característica de la
introspección, todo evoca a la creación de un universo
propio en el que ella se mueve con fluidez y en el que sólo
cabe el personaje u objeto representado.
Mónica
ocupa su propio lenguaje, mismo que llega a nosotros como una claro
ejemplo de lo que la pintura puede transmitir y cómo una
fuerte evidencia de una personalidad firme que sabe ciertamente
lo que quiere y cómo expresarlo.
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