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México,
DF.- Durante las proyecciones del "XXI Foro Internacional de la
Cineteca", los amantes de las novedades fílmicas tienen la oportunidad
de constatar las vertientes actuales de la tecnología audiovisual
y su empleo en la creación de narrativas, formas, texturas, colores
y atmósferas, además de la confección de un ritmo y tiempo diferentes.
Lo mismo se observó el formato industrial estándar de 35 milímetros,
que el super 16 en blanco y negro con Niños de Kosovo. El super
ocho milímetros se convirtió en pequeña imagen proyectada al centro
de la pantalla con Soy el hermano de Josh Polonsky; la invención
de escenografías virtuales sustituyó los espacios reales en Pachito
Rex; y la digitalización y uso de varias cámaras registraron los
cambios de la luz natural y su integración a atmósferas especiales
que determinaron la expresión y el comportamiento de los personajes
en Réquiem por un sueño.
Con
estos soportes y recursos formales no se pretendió el uso gratuito,
sino la búsqueda de expresiones visuales y modalidades estéticas
experimentales.
En
Niños de Kosovo, formato y fotografía en blanco y negro nos proporcionan
imágenes terribles de rostros y expresiones infantiles alterados
por una guerra que jamás se pidió; los espacios virtuales crean
en Pachito Rex nuevas expectativas de producción para el diseño
escenográfico; los ambientes fríos y las tonalidades azules y grises
de Pánico nos remiten al plano psicológico en la complicada relación
de un padre autoritario con un hijo criminal sometido; el video
será el referente en la historia de Río Suzhou, ya que un videoasta
observa los devaneos y tribulaciones de un hombre que cree reencontrar
a una mujer aparentemente muerta. El video dentro de la ficción
cinematográfica entraña para el personaje central de Rewind la posibilidad
de cambiar el sentido del tiempo, y por lo tanto, el destino de
los demás.
En
Happy Together, Wong Kar-Wai, uno de los cineastas más interesantes
de la actualidad crea una propuesta estética verdaderamente deslumbrante
desgarradora, vinculada a un interesante manejo del tiempo y el
espacio fílmicos, que funcionan como un vía crucis y bálsamo en
la crisis sentimental del personaje central. Sin ser documentales
en sentido estricto, el registro naturalista hace de Sacrificio
de una madre una especie de docudrama y de Himalaya un documental
de ficción. En la primera, la fortaleza de una mujer antepone por
encima de su inminente muerte cancerígena la esperanza del nacimiento
de un ser que obsesivamente protege en sus entrañas. Himalaya, en
cambio, procura con bellas imágenes enaltecer la fuerza y perseverancia
de una civilización milenaria, cuyos usos y costumbres prácticamente
desconoce Occidente.
El
documental como tal, sirve de incursión en una comunidad zapoteca
(Ramo de fuego), cuyas experiencias de lucha, trabajo, tolerancia
y vínculo sociofamiliar son cultivadas y amparadas en buena medida
por el recio carácter de las mujeres juchitecas. En el terreno de
la ficción, el lenguaje como recurso de manipulación de emociones
y una técnica de efectos apabullantes, convierten un entorno materno,
amoroso y amistoso en compulsiva experiencia adictiva de abismal
caída (Réquiem por un sueño).
En
Soy el hermano de Josh Polonsky, la captación amateur de imágenes,
la ampliación del grano y la escasa definición visual son el recurso
estilístico idóneo aplicado al proceso de búsqueda, sacrificio y
redención de un hombre alterado por la muerte de un hermano cuya
vida contradice el espíritu de una familia judía.
Experimentación,
búsqueda formal, hallazgos narrativos, reinvención temática y trastocamiento
genérico son parte del espíritu que invade a la mayoría de los filmes
que integran el "XXI Foro Internacional de la Cineteca", evento
obligado para los estudiantes universitarios que verdaderamente
se interesen en la evolución expresiva de las imágenes en movimiento.
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