Año 2 • No. 46 • noviembre 19 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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PENA DE MUERTE
¿Solución o problema?
Luis Alberto Rodríguez Uriarte (Facultad de Derecho-SEA, Córdoba-Orizaba)

 

La aplicación de la pena de muerte como castigo a los delincuentes es uno de los temas más polémicos en todas las esferas sociales. En México nuestra Carta Magna no la prohíbe, inclusive, sienta las bases para su imposición en el artículo 22, pero aún se discute la conveniencia de reimplantarla.

México, por desgracia, está caracterizado por una tradición sanguinaria: se mata por causas políticas, sociales, religiosas, pasionales y aún por el puro placer de matar. Una de las manifestaciones de esta bárbara costumbre se dio con la "ley fuga", que era la ejecución ilegal de presuntos delincuentes. Nuestra propia Constitución, ley fundamental del país, surgió como resultado de un movimiento armado, de una revolución. Por todas estas razones, era urgente, buscar un remedio para borrar esta pavorosa costumbre, proclamando de una manera categórica que en México, nadie tiene derecho a matar, ni el Estado mismo.

Antiguamente la pena de muerte alcanzó grados indescriptibles, por ejemplo, en Venecia, se llegó al exceso de la crueldad castigando a los delincuentes enterrándolos vivos. Los jueces describían al condenado el sufrimiento terrible que le esperaba antes de encerrarlo en el ataúd y sepultarlo bajo tierra.

El Estado tiene la responsabilidad de educarnos, de enseñarnos a no matar; y la forma más adecuada es respetando la vida, así sea la de una persona abyecta y miserable. Sin embargo, hay muchos países donde la ley contempla esta horrible sanción.

En síntesis, el Derecho permite dar muerte a una persona para aplicar justicia, pero la pregunta inmediata ante tal afirmación es: ¿cómo puede el Derecho castigar a un asesino si lo mata?. En México, la pena de muerte tendría las características de ser injusta e inmoral, pues los delincuentes amenazados con ella serían hombres humildes de pueblo; los delincuentes de las otras clases sociales delinquen generalmente contra la propiedad y en esos casos la pena capital no estaría señalada, por ejemplo, los famosos delincuentes de cuello blanco.

Finalmente quiero hacer mención de la ineficacia de esta pena para la restauración del orden jurídico perturbado, ya que en los países donde más se aplica, la delincuencia sigue en aumento, además de que es inenarrable el sufrimiento causado a los familiares del condenado. Por todo esto hay que tomar conciencia sobre si se debe o no aplicar, ya que en un futuro no muy lejano, puede surgir la necesidad de pensar en ésta, como un freno para los delincuentes y sus actos.