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En
las últimas semanas, a propósito de los problemas generados por
el terrorismo que ha hecho presa al mundo de hoy, principalmente
aquellos atribuidos a grupos musulmanes "fundamentalistas", de los
que se ha insistido que se trata de una mala interpretación de la
religión musulmana, se han recordado momentos en que otras religiones
han interpretado el contenido de sus mensajes religiosos en sentido
violento, ejemplo: las Cruzadas, empleándose los mismo términos
("una mala interpretación") para calificarlos, como sucedió en el
cristianismo.
Cabe recordar, sin embargo, que las religiones, aún siendo en su
mayoría verdades consideradas absolutas, invariablemente están sometidas
a interpretaciones diversas de acuerdo con la circunstancia histórica,
a pesar inclusive de la existencia de grupos que monopolicen la
lectura de los mensajes religiosos.
Veamos
un caso para ejemplificar esta situación. En junio de 1833, el Obispo
de Puebla, Francisco Pablo Vázquez, escribió una pastoral advirtiendo
a sus diocesanos la llegada del cólera morbo. Como buen clérigo
ilustrado, aprovechó la oportunidad para inculcar las conductas
propias del catolicismo de la época. A partir de la cita de Amós
3:6 "No hay mal en la ciudad que no haya hecho el Señor", reprochaba:
"¿No lo merecen (al cólera) sin excusa alguna, el despecho que en
las conversaciones se habla de las verdades y prácticas venerables
de la religión y la libertad con que los jóvenes y hasta las mujeres
leen libros heréticos y obscenos, y periódicos en que se atacan
los dogmas fundamentales y se mofan de las instituciones más santas
de la Iglesia?"
En
cambio, los comentaristas de la Nueva Biblia Latinoamericana, una
edición católica de las Sagradas Escrituras, en principio, tradujeron
el mismo pasaje de la siguiente forma: "¿Sucede alguna desgracia
en el pueblo sin que venga del Señor?" y en sus notas al pie aclaraban
que esta frase, tomada en conjunto con los versículos que le preceden,
tiene un sentido dentro del texto:"Las comparaciones que Amós usa
en estos versos tienen un significado claro: él habla porque Dios
lo obliga a hablar".
En
esta situación ¿cuál es la mala interpretación y cuál la buena?
Posiblemente muchos no estén de acuerdo con las palabras de Vázquez,
sin embargo, él mismo era doctor por la Universidad de México, y
escribía en calidad de obispo, por ende, aunque su Pastoral causó
controversias y protestas, no puede dudarse que hablaba desde una
postura tan legítima para su época, como los autores de los otros
comentarios, respaldados por el Imprimatur del Arzobispo de Concepción,
Chile.
Evidentemente,
las interpretaciones de las religiones, más que catalogarse en buenas
o malas, deben ser analizadas en sus causas, en sus circunstancias
históricas. Para nosotros resultan "malas" o mejor dicho, perjudiciales,
aquéllas que intentan imponerse afectando a individuos que nos las
comparten, criterio que no indica si son "buenas" o "malas" en sí
mismas, antes bien, su análisis permitiría abrir espacios de diálogo
cultural, siempre necesario para la convivencia.
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