Es casi un lugar común afirmar que se ama con todo el corazón,
sin embargo, según recientes investigaciones, más
bien se ama con el cerebro. Mariposas en el estómago, palpitaciones,
sensación de euforia, manos sudorosas y pérdida del
aliento, son algunos de los síntomas más comunes de
esa maravillosa enfermedad conocida como enamoramiento, síntomas
que tienen que ver con varias funciones fisiológicas reguladas
por el sistema nervioso llamado periférico. A todas estas
señales de amor "periférico", habrá
que añadir visibles cambios en la actividad del cerebro (o
sistema nervioso central), y que ahora pueden ser observados mediante
imágenes de resonancia magnética.
Un equipo de científicos de la Universidad de Londres, cuyo
líder es el profesor de neurobiología Semir Zeki,
llevó a cabo una investigación que arroja datos verdaderamente
reveladores sobre el efecto del amor en el cerebro.
Para realizar su estudio, Zeki reclutó a 16 voluntarios que
afirmaban haberse enamorado durante el año pasado. El primer
paso fue comprobar que dichos voluntarios se hubieran enamorado
realmente, para lo cual fue necesario someterlos a una serie de
pruebas con detectores de mentiras. Una vez que se estableció
objetivamente que se trataba de casos de amor verdadero, se procedió
a realizar el escaneo de imágenes de resonancia magnética
de sus cerebros; a cada voluntario se le mostró una fotografía
de la persona de la que estaba enamorado, junto con la de algún
amigo que hubiera conocido por las mismas fechas. Siempre que se
mostraba la fotografía de la persona amada, se producían
ciertos patrones en las imágenes de resonancia que indicaban
que estaban ocurriendo cambios químicos en al menos cuatro
regiones del cerebro, esto es, dichas áreas se "encendían"
o activaban con sólo ver al adorado tormento.
Dos de estas regiones cerebrales se encuentran en la región
conocida como neocórtex -la parte más evolucionada
de nuestro cerebro- y están relacionadas con las funciones
sensoriales, así como con la respuesta a drogas que producen
euforia. Las otras dos regiones se encuentran en una parte del cerebro
más primitiva, conocida como ganglios basales y hasta donde
sabemos, juegan un papel muy importante en el desarrollo de adicciones.
Así entonces y de acuerdo con doctor Zeki, el amor como estado
emocional puede ser generado en estas regiones cerebrales, zonas
que, además, se logran activar por la acción de sustancias
con propiedades psicoactivas; tales como la cocaína. De esta
manera, y por los procesos químicos involucrados, podemos
decir que el amor es una especie de intoxicación, no sólo
maravillosa, sino también completamente legal.
Igual de significativo es el hecho de que la actividad de otras
partes del cerebro disminuye con el enamoramiento. Tal es el caso
de algunas partes del neocórtex que normalmente se encuentran
encendidas cuando la gente está triste. Es por eso que, quienes
formamos parte del equipo del Observatorio de la Ciencia, esperamos
que todos nuestros lectores, mantengan esas cuatro regiones especiales
del cerebro encendidas para siempre.
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