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“Sentí a la orquesta asentada, con mucho
cuerpo en su sonido; el entusiasmo se advertía en los músicos. Ha
sonado como pocas veces...” Semejante opinión resulta digna de tomarse
en cuenta, cuando que procede de un hombre especialmente parco y,
por añadidura, extremadamente crítico en sus observaciones, como
lo es Guillermo Cuevas.
Presente en el concierto inaugural de la temporada 2002 de la Orquesta
Sinfónica de Xalapa, para conducir la transmisión a través de Radio
Más, Cuevas no perdió oportunidad para pasar a la sección de butacas
y, desde allí, escuchar con atención la lectura de la OSX para La
consagración de la primavera, la obra que es, para muchos entendidos,
la partitura más importante y revolucionaria durante el siglo que
recién ha concluido.
Esta
composición musical requiere de un especial concepto para su interpretación.
Es necesario para el director concebir mentalmente el rito pagano
que originó esta música desquiciante, ideada originalmente para
ballet. Stravinski refirió que desde 1910, cuando aún vivía en San
Petersburgo, se obsesionó por una serie de imágenes de la Rusia
ancestral. En ellas veía a una joven doncella danzar hasta morir,
en medio de un círculo formado por sacerdotes ancianos, como parte
de un rito propiciatorio hacia las fuerzas espirituales que controlan
la aparición de la primavera. El memorable escándalo que se generó
la noche de su estreno, el 29 de mayo de 1913, ha pasado a la historia
como una de las jornadas más tormentosas jamás registradas, cuando
el público reaccionó con violencia ante aquellas sonoridades salvajemente
repetitivas y que culminan de forma arrolladora.
La
noche del 25 de enero, en la sala grande del Teatro del Estado,
Carlos Miguel Prieto condujo al conjunto a una interpretación que
se juzga memorable y que ha resultado en su mejor carta de presentación
ante el público, como titular de la propia OSX.
Antes
de ello, Prieto había ofrecido una impetuosa lectura de la obertura
Egmont, parte de la música incidental que Beethoven escribió para
la puesta en escena del drama homónimo de Johann Wolfgang Goethe,
así como el seguimiento a Jorge Federico Osorio para el concierto
“Emperador”, el quinto para piano y orquesta del propio Genio de
Bonn. Osorio, quien es considerado como uno de los pianistas más
importantes en el ámbito internacional, es un eficiente y cumplido
intérprete de la obra de Beethoven, y su discografía incluye los
cinco conciertos para piano y orquesta del maestro alemán.
Osorio
hubo de cancelar un compromiso en Estados Unidos para hacerse presente
en Xalapa y hacernos escuchar su trabajo artístico, el cual se inscribe
entre lo más notorio en el contexto nacional. Seguro de sí mismo,
con el aplomo que le confiere su amplia experiencia, Osorio redondeó
un “Emperador” que rebasó las expectativas de quienes se dieron
cita en el Teatro del Estado.
Fue
una velada artística redonda, que se erige por sí misma como un
anticipo de las sorpresas que nos deparan el máximo organismo musical
de Veracruz y su joven director titular.
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