Año 2 • No. 52 • febrero 18 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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  Divulgar la ciencia
Manuel Zepeda Ramos*
 


1978. López Portillo se disponía a perforar en la región de Chicontepec 16 mil 16 pozos petroleros de baja producción, de 100 barriles diarios como promedio, para enfrentar el gran reto de convertir a nuestro país en una de las potencias petroleras más importantes del mundo.

Cuatro años después, en el último informe de su gobierno -además de no haber hecho semejante locura que hubiera dado al traste con la región agropecuaria más importante del país-, nacionalizaría los bancos y con ello fenecería su utópica propuesta de asumir la modernidad del primer mundo a costa del hidrocarburo, para dar inicio a una de las etapas inflacionarias más agudas de que se tenga memoria.

1978 era la época de administrar la abundancia, según decires del propio Presidente; pero también fue un año de propuestas inteligentes. Porfirio Muñoz Ledo abandonaba la Secretaría de Educación Pública (sep), ocupando su lugar Fernando Solana Olivares, brillante Secretario General de la sep en el rectorado de Javier Barros Sierra, el ingeniero civil de gratísima memoria que supo poner en alto a la universidad pública durante el movimiento estudiantil y popular de 1968.

Junto a Solana llegaba a la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica el economista Eliseo Mendoza Berrueto y al frente de la anuies estaba Rafael Velasco Fernández, que fuera Rector de nuestra Casa de Estudios y actualmente miembro de su Junta de Gobierno.

Corría octubre al tiempo que se convocaba a la reunión nacional del organismo que aglutina a todas las universidades e institutos de enseñanza superior de nuestro país. El sitio de reunión era la ciudad de Puebla. Allí, un siglo después de que Ignacio Zaragoza se cubriera de gloria, se dio un paso trascendental en asuntos de la difusión de la cultura, área sustantiva de la universidad pública: se acordó que la ciencia y la tecnología, subconjuntos de la cultura, tuvieran una importancia similar a las artes y a las letras en cuanto a su difusión.

La divulgación de la ciencia y la tecnología entraba de lleno y oficialmente a formar parte de la tercera función de la universidad pública. Nuestra universidad asumió el reto de inmediato. Convocó a estudiantes de letras, conocedores del idioma español, para que fueran "intermediarios" del conocimiento entre los científicos que lo conocían y el pueblo que lo desconocía -y que lo necesitaba para ponerlo en práctica al servicio de su vida cotidiana-, para vulgarizarlo.

El resultado fue exitoso: gracias a la escritura surgida, se hicieron programas de radio para la ciudad y el campo, que ganaron premios nacionales, y se editó la revista Extensión que en su momento fue ejemplo de Divulgación de la Ciencia para las universidades de México.

Víctor Arredondo propone en su "Paradigma Universitario Alternativo" llevar el conocimiento universitario a los que no lo tienen y que lo necesitan para mejorar sus condiciones de vida. El Rector está hablando de divulgar la ciencia y esto, involucra a toda la comunidad universitaria en ese quehacer tan necesario. Tomémosle la palabra. Es hora de hacer del conocimiento muchos programas de radio, televisión, periódicos murales, folletos, volantes e historietas. Es la universidad pública.

*Director de Divulgación Artística. (mazera2000@yahoo.com). U