Año 2 • No. 55 • marzo 11 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Lo que ellas quieren
La salud reproductiva de las mujeres rurales no sólo se remite a la maternidad
Victoria Ramírez *
 

Chicago, Illinois, 8 de marzo de 1908.- Mujeres obreras se manifestaron contra las injusticias ancestrales de las que eran sujetas, esas voces deberán ser reproducidas por todas las mujeres que sufren inequidad y en especial, las mujeres rurales que viven múltiples carencias, además de la inmemorial historia de discriminación, injusticia y violencia que las ha marcado y se repite, se repite...

Por consiguiente, el estado de salud de las mujeres es el resultado de sus condiciones de vida, de las satisfacciones de sus necesidades vitales, de calidad de los recursos utilizados para ese fin y del ambiente en que transcurren sus vidas. Por ello su "condición de género" es sustrato de su salud y la determina. El estado de salud de las mujeres recibe el impacto de la situación del desarrollo de su comunidad, de la alimentación, del trabajo, del descanso, de la ausencia o la persistencia del sosiego y violencia, de los cuidados vitales que le son prodigados social, institucional y personalmente a cada mujer, y de los que se prodiga a sí misma.

La índole de experiencias sexuales y reproductivas (nubilidad, vida sexual activa, embarazos, abortos, partos, intervenciones quirúrgicas, prevención y control de la fecundidad, malestares y enfermedades, calidad y sustentabilidad de la atención, y recursos materiales y simbólicos para el cuidado) es fundamental en la conformación del estado de salud de las mujeres.

Así, la salud reproductiva de las mujeres es el resultado de la experiencia total de vida determinada por su condición de género.

Hablar sobre la salud reproductiva de la mujer rural implica -entre otros aspectos- saber como es la mirada médica sobre el cuerpo de las mujeres; primeramente es mujer objeto, con un cuerpo sujeto a las políticas de población del momento, además es "responsable de la salud familiar y colectiva".

"Prisioneras eternas del pasado y presente de la marginación indígena que lacera -y que contra ellas se ensaña-, aquí los capullos de mujer crecen y aprenden a ser mujeres, mucho antes de que hayan dejado de ser niñas..." Andrés Becerril, Periódico Excelsior, 08-03-97"

Las mujeres enfrentan la vida en condiciones de desventaja: reducidas a su papel de madres, consideradas "seres de los otros" y "para los otros", carentes de autonomía e independencia, sin límites claros entre el yo y los otros, inferiorizadas y excluidas; la sexualidad humana sigue siendo tabú para ambos géneros, se estructura en un marco de represión, desinformación o información distorsionada; en el caso de las mujeres, la sexualidad ha sido escindida limitando la vivencia erótica y separándola de la maternidad. La educación sexual que reciben las mujeres rurales es el silencio en torno al tema de la sexualidad.

Existen múltiples formas en que los familiares propician momentos de abuso de autoridad en los aspectos de sexualidad -violencia física, emocional y sexual- no es extraño que la mayoría de las mujeres rurales: no disfruten su vida sexual, no tengan comunicación con su pareja en torno a la actividad sexual, se sientan sin derecho a negarse sexualmente "porque es su obligación ", no tengan privacidad porque conviven en un mismo cuarto con toda la familia. Las madres son las "responsables" de informarse y formar su lugar en la identidad genérica de sus hijas e hijos, con todos los "derechos y obligaciones" que la sociedad patriarcal les asigna, así "la relación patriarcal más opresiva es la relación entre madres e hijas, porque es la madre quien enseña a la hija la esclavitud" (Largarde M., 1994). Se pueden escuchar voces de madres que dicen "es vergüenza para una madre hablar de sexualidad con los hijos e hijas".

Es notorio que la tasa de natalidad es más alta en el medio rural -2.5 en la zona serrana de Zongolica, Veracruz-, entre otros factores contribuyentes están: El valor económico de los hijos como fuerza de trabajo; las prescripciones morales; la falta de poder de las mujeres sobre su propio cuerpo; en ocasiones, la maternidad es el único recurso de reconocimiento y poder para las mujeres.

Con todos estos antecedentes, la maternidad puede convertirse en un riesgo para la salud como en el caso de: Mujeres menores de 18 años o mayores de 34 años de edad; multipariedad (cuatro hijos o más); menos de un año y medio de intervalo entre la terminación del embarazo anterior y actual; antecedentes de complicaciones obstétricas (cesáreas previas, infecciones puerperales, abortos, nacimientos prematuros, toxemias, hemorragias obstétricas...). La mayoría de estos sufrimientos y muertes podrán ser evitados si se impulsa la voluntad política para prevenirlos.

La salud de la mujer ha sido definida principalmente en términos de salud materno infantil. Esta situación se debe cambiar adoptando definiciones más amplias de la salud que comprendan no sólo sus funciones reproductivas (inclusive el control de la fecundidad), sino también otros aspectos de su salud física, bienestar emocional y calidad general de vida, atacando las fuentes del sufrimiento femenino y las situaciones de desigualdad entre los géneros.

Durante la planeación, ejecución y evaluación de los programas para la salud reproductiva, se debe escuchar la voz de las mujeres que van a utilizarlos. "Hay que acabar con el mito de que la mujer rural no es capaz de hablar por sí misma, o que no quiere hacerlo". Desjarlkis (1997).


* Victoria Ramírez Sánchez, Secretaria Académica Regional, zona Córdoba-Orizaba. Profesora adscrita a la Facultad de Enfermería de la UV.