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Chicago, Illinois, 8 de marzo de 1908.- Mujeres
obreras se manifestaron contra las injusticias ancestrales de las
que eran sujetas, esas voces deberán ser reproducidas por todas
las mujeres que sufren inequidad y en especial, las mujeres rurales
que viven múltiples carencias, además de la inmemorial historia
de discriminación, injusticia y violencia que las ha marcado y se
repite, se repite...
Por consiguiente, el estado de salud de las mujeres es el resultado
de sus condiciones de vida, de las satisfacciones de sus necesidades
vitales, de calidad de los recursos utilizados para ese fin y del
ambiente en que transcurren sus vidas. Por ello su "condición de
género" es sustrato de su salud y la determina. El estado de salud
de las mujeres recibe el impacto de la situación del desarrollo
de su comunidad, de la alimentación, del trabajo, del descanso,
de la ausencia o la persistencia del sosiego y violencia, de los
cuidados vitales que le son prodigados social, institucional y personalmente
a cada mujer, y de los que se prodiga a sí misma.
La índole de experiencias sexuales y reproductivas (nubilidad, vida
sexual activa, embarazos, abortos, partos, intervenciones quirúrgicas,
prevención y control de la fecundidad, malestares y enfermedades,
calidad y sustentabilidad de la atención, y recursos materiales
y simbólicos para el cuidado) es fundamental en la conformación
del estado de salud de las mujeres.
Así, la salud reproductiva de las mujeres es el resultado de la
experiencia total de vida determinada por su condición de género.
Hablar sobre la salud reproductiva de la mujer rural implica -entre
otros aspectos- saber como es la mirada médica sobre el cuerpo de
las mujeres; primeramente es mujer objeto, con un cuerpo sujeto
a las políticas de población del momento, además es "responsable
de la salud familiar y colectiva".
"Prisioneras eternas del pasado y presente de la marginación indígena que lacera -y que contra ellas se ensaña-, aquí los capullos de mujer crecen y aprenden a ser mujeres, mucho antes de que hayan dejado de ser niñas..." Andrés Becerril, Periódico Excelsior, 08-03-97"
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Las
mujeres enfrentan la vida en condiciones de desventaja: reducidas
a su papel de madres, consideradas "seres de los otros" y "para
los otros", carentes de autonomía e independencia, sin límites claros
entre el yo y los otros, inferiorizadas y excluidas; la sexualidad
humana sigue siendo tabú para ambos géneros, se estructura en un
marco de represión, desinformación o información distorsionada;
en el caso de las mujeres, la sexualidad ha sido escindida limitando
la vivencia erótica y separándola de la maternidad. La educación
sexual que reciben las mujeres rurales es el silencio en torno al
tema de la sexualidad.
Existen múltiples formas en que los familiares propician momentos
de abuso de autoridad en los aspectos de sexualidad -violencia física,
emocional y sexual- no es extraño que la mayoría de las mujeres
rurales: no disfruten su vida sexual, no tengan comunicación con
su pareja en torno a la actividad sexual, se sientan sin derecho
a negarse sexualmente "porque es su obligación ", no tengan privacidad
porque conviven en un mismo cuarto con toda la familia. Las madres
son las "responsables" de informarse y formar su lugar en la identidad
genérica de sus hijas e hijos, con todos los "derechos y obligaciones"
que la sociedad patriarcal les asigna, así "la relación patriarcal
más opresiva es la relación entre madres e hijas, porque es la madre
quien enseña a la hija la esclavitud" (Largarde M., 1994). Se pueden
escuchar voces de madres que dicen "es vergüenza para una madre
hablar de sexualidad con los hijos e hijas".
Es notorio que la tasa de natalidad es más alta en el medio rural
-2.5 en la zona serrana de Zongolica, Veracruz-, entre otros factores
contribuyentes están: El valor económico de los hijos como fuerza
de trabajo; las prescripciones morales; la falta de poder de las
mujeres sobre su propio cuerpo; en ocasiones, la maternidad es el
único recurso de reconocimiento y poder para las mujeres.
Con todos estos antecedentes, la maternidad puede convertirse en
un riesgo para la salud como en el caso de: Mujeres menores de 18
años o mayores de 34 años de edad; multipariedad (cuatro hijos o
más); menos de un año y medio de intervalo entre la terminación
del embarazo anterior y actual; antecedentes de complicaciones obstétricas
(cesáreas previas, infecciones puerperales, abortos, nacimientos
prematuros, toxemias, hemorragias obstétricas...). La mayoría de
estos sufrimientos y muertes podrán ser evitados si se impulsa la
voluntad política para prevenirlos.
La salud de la mujer ha sido definida principalmente en términos
de salud materno infantil. Esta situación se debe cambiar adoptando
definiciones más amplias de la salud que comprendan no sólo sus
funciones reproductivas (inclusive el control de la fecundidad),
sino también otros aspectos de su salud física, bienestar emocional
y calidad general de vida, atacando las fuentes del sufrimiento
femenino y las situaciones de desigualdad entre los géneros.
Durante la planeación, ejecución y evaluación de los programas para
la salud reproductiva, se debe escuchar la voz de las mujeres que
van a utilizarlos. "Hay que acabar con el mito de que la mujer rural
no es capaz de hablar por sí misma, o que no quiere hacerlo". Desjarlkis
(1997).
* Victoria Ramírez Sánchez, Secretaria Académica Regional, zona
Córdoba-Orizaba. Profesora adscrita a la Facultad de Enfermería
de la UV.
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