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¡A
que mala fama tiene la Facultad de Derecho!, se dice que sólo se
necesita inscribirse y asistir para graduarse, pero no es cierto.
Notas como éstas son escudos de los pusilánimes e ignorantes para
justificar su pobre sapiencia y extremada pasividad en sus vidas.
Hay maestros muy buenos que procuran ser expositores amenos, para
evitar el tedio y la distracción de los alumnos, con frecuencia
recurren a la anécdota y la referencia histórica, sin olvidar las
reflexiones filosóficas. Quien dé mala fama a la Facultad de Derecho,
sólo se ha centrado en la escasa minoría de maestros que aún sustentan
el antipedagógico principio tan acabado y refragmentario al diálogo
que debe establecerse entre el profesor y el alumno.
Son aquellos que hacen caso omiso a las vivencias transmitidas por
los catedráticos y que carecen de la capacidad imaginativa con que
deben tratarse los problemas. El que estudie en la Facultad de Derecho
en la UV debe sentirse orgulloso de ello, pues ha tenido la oportunidad
de ser educado por una de las instituciones que han dado reconocidos
profesionales del derecho en el ámbito nacional e internacional,
no se debe de olvidar que cuatro magistrados de la Suprema Corte
de la Nación son egresados de la UV ó qué me dicen de la finada
Digna Ochoa, por citar un ejemplo actual y conocido.
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