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Pepe
es un niño de 14 años y vive en la pobreza extrema, económica y
emocionalmente. Ha visto morir a su abuelo y otros familiares sin
que nadie lo ampare con su afecto. Tiene un problema de maduración
y de lenguaje, pues su palabra para todo es chingao. No puede trazar
una línea recta, copiar, o abstraer. Inútil, mal viviente, cochino
o bueno para nada son las palabras que conformarán su identidad
como ser humano. Como niño ha aguantado la miseria, lo que no aguantó
fueron los golpes, los insultos, el abuso sexual y el abandono.
Seguramente Pepe no va a tener las herramientas que le permitan
defenderse en un mundo hostil. Ésas se las va a proporcionar la
calle. Este tema fue abordado por la maestra Noemí González en su
ponencia La construcción de la identidad y la educación cultural
de mendicidad de los niños callejeros: un problema antropofísico,
abordado durante el IV Congreso Centromericano de Antropología que
se llevó a cabo en Xalapa.
La infancia es un periodo socialmente determinado y lo que se considera
como tal es establecido por el grupo en el que nace el niño, como
en las culturas en las que el niño pasa a ser adulto a través de
un ceremonia.
La infancia es un objeto de estudio de la antropología física, a
partir de la perspectiva del Análisis del Discurso que permite restablecer
una polémica a través de las líneas que marcan a la sociedad, pues
nada se construye fuera del discurso social y nada es más polémico
que lo que consideramos como infancia: "todos nosotros somos niños,
sin embargo cada quien entiende diferente lo qué es en un niño".
Para la maestra González, los niños de y en la calle son niños totalmente
desprotegidos, además de que son sujetos a un doble discurso: por
un lado son menores de edad; sin embargo, se les obliga a vivir
una vida de adultos donde ellos no solamente tienen que velar por
su propio sustento, sino que además llevan sobre sus hombros la
responsabilidad de ser autosuficientes: "el niño es el único responsable
de su sobrevivencia".
Dijo que en México los niños de la calle ven limitada su educación
formal porque tienen que ver por su propio sustento, pero al carecer
de documentos que le permitan acceder a la escuela, como un acta
de nacimiento, no pueden asistir a la escuela: "este niño no existe
socialmente y está obligado a permanecer en la escala inferior de
los trabajos, formándose una identidad laboral de mendicidad. Estamos
haciendo un ejército de mendigos cuyos hijos también serán mendigos".
Para finalizar su participación, la antropóloga recalcó como importantísimo
el problema de la educación formal de la cual carecen estos niños,
pues, apuntó, mientras más permanezcan en la calle, más se alejarán
de la educación formal y tendrán una identidad devaluada: "Sólo
quiero mencionarles que un niño agredido, será un adulto enojado",
dijo.
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