|
Lo
que hoy conocemos por “Son jarocho” tiene una historia de por lo
menos tres siglos, fruto de las raíces culturales de los pueblos
africano, español y amerindio, quienes durante el proceso del mestizaje
fueron construyendo la música, danza, poesía y canto que hoy nos
identifica.
Con un proceso similar en la instrumentación, los más frecuentes
son: la jarana y la guitarra de Son, descendientes de la guitarra
barroca y que al igual que ésta, se construyen en varios tamaños.
A estos suele acompañarlos el arpa, violín o alguno de los instrumentos
de percusión como el pandero, la quijada y la tarima misma.
Hasta hace algunos años la instrumentación variaba entre regiones:
la sierra, los llanos y las riveras, pero en la actualidad este
concepto ha cambiado y la diferencia en la instrumentación se da
más a nivel de grupo, ya que mezclan instrumentos de diferentes
zonas y aún incorporan instrumentos que habían caído en desuso,
como el caso del marimbol y la quijada de burro.
El Son se desarrolla, se arraiga y florece principalmente en el
campo, donde los campesinos después de un exhausto día de trabajo,
descolgaban sus jaranas para juntarse alrededor de la tarima e iniciar
la fiesta que nos identifica: el fandango.
El fandango es la fiesta que se ameniza con el Son Jarocho, a la
que acuden espontáneamente bailadores, músicos, cantadores, versadores
y repentistas; se reúnen alrededor de una tarima de madera construida
ex profeso y generalmente al son de “El Siquisirí” se inicia la
fiesta que durará hasta que el cuerpo aguante. Hay sones que se
bailan solamente en grupos de mujeres, siempre en parejas, y sones
como “La Bamba” que se baila en pareja mixta. Existen algunas excepciones
como “El Colás” que lo bailan cuatro mujeres y un hombre enmedio
y otros como “El Jarabe Loco” y “El Fandanguito” que lo bailan
dos parejas mixtas.
Como los sones jarochos pertenecen a la música de improvisación,
como el Jazz, Blues y el son cubano, entre otros, no tiene límite
de tiempo y mientras se ejecuta, las bailadoras y bailadores se
intercambian, con lo que se da riqueza y variedad percutiva a la
música.
El fandango y el Son están presentes en sepelios, bautizos, bodas,
velorios, las fiestas de mayordomía y en cualquier momento de la
vida cotidiana en que algún estado de ánimo lo requiera.
|