Año 3 • No. 94 • marzo 10 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Jèrôme Monnet.
Jèrôme Monnet vino a Xalapa a cerrar con broche de oro el curso Arquitectura en el urbanismo contemporáneo, él es director del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos del ministerio francés de asuntos extranjeros, y su desarrollo profesional ha sido enfocado a la geografía humana, las políticas territoriales y los estudios urbanos, pero su visita no fue útil sólo para los arquitectos.

Aprovechando “el viaje” y luego de una sesión de videoconferencias donde estudiantes de todas las carreras y regiones de la uv escucharon su conferencia magistral, Monnet compartió con UniVerso su punto de vista acerca del Tecnopolo Xalapa-Coatepec, un

proyecto en el que la participación de la Universidad será fundamental y cuyo fin será convertir a la región en un polo de desarrollo en todo el país ¿ambicioso?.. tal vez, pero las esperanzas según Monnet no son infundadas.

Él ha visto nacer y fructificar muchos tecnopolos en Francia, por eso habló de un elemento fundamental para el desarrollo, que, según dijo, es el más inteligente respecto al futuro: la apuesta por el conocimiento. Esto nos permitió plantear una pregunta clave: ¿Es viable instalar en la zona un polo de desarrollo sustentable y a largo plazo?

“Sí, desde luego –aseguró–, ubicar un tecnopolo en un punto determinado es muy factible. En general lo difícil de estos polos es que van a acentuar la diferencia social en lugar de impedirla”.

Pero el planteamiento general dice lo contrario: el fin de los tecnopolos es lograr el desarrollo y disminuir la brecha educativa, social y económica ¿no es cierto?
“Pues ese es el objetivo, pero hay que diferenciar entre instalar un tecnopolo y crear una tecnópolis, ésta última implica involucrar a toda la ciudad, es ahí donde la factibilidad es mucho más problemática. Crear una tecnópolis (ciudad tecnológica) implica que en lugar de tener un proyecto preciso donde se vea fácilmente la convergencia de intereses, se involucre a una diversidad de intereses que además son contradictorios en muchos casos. Una tecnópolis es un proyecto mucho más político que técnico porque implica un sistema de cooperación social, y cooperación no significa mando jerárquico entre gobiernos federal-estatal-municipal, sino cooperación genuina no sólo del gobierno, sino de otros actores como empresarios, dueños del suelo urbano, transportistas, universidades, centros de investigación”.

Y es que el diseño del Tecnopolo pretende beneficiar a cinco ayuntamientos en forma directa y a 33 municipios que gravitan alrededor, necesita la participación de las más importantes instituciones de educación e investigación de la región, y además, requiere del apoyo directo y comprometido de la sociedad… nada fácil.

Los tecnopolos plantean la instalación de empresas
cuya base es el conocimiento que generan las instituciones
de educación e investigación, y que deriva en empleos
y desarrollo regional
¿Qué aspectos hay que cuidar entonces en este proyecto?

“Principalmente la gobernabilidad, es decir, la buena voluntad cooperativa de una gran variedad de actores. Y esto es muy difícil de conseguir”.

Pero en Francia lo han logrado. Sophia-Antípolis es actualmente un desarrollo muy importante y a partir de ése se dieron otros más.

“Nosotros lo hemos logrado en ciertos casos y hemos fracasado en otros. En algunos sitios sí se logró la buena articulación de intereses contradictorios y de esto se habla, pero también hubo fracasos, algunas veces por conceptos mal planteados, pero la mayoría de las veces fueron malas cooperaciones, fue un problema de gobernabilidad. Este es el verdadero desafío”.

La insistencia en desarrollar tecnopolos no es casual. Gracias a ellos regiones enteras han logrado una proyección nacional, e incluso mundial en determinadas áreas, sobre todo porque en lugar de poner empresas tradicionales, monopólicas y contaminantes, han aprovechado las ventajas regionales y las nuevas ideas de sus centros de educación e investigación. El proyecto de Xalapa plantea hacer uso de los conocimientos que generan los institutos de investigación de la uv (y de otras instituciones de investigación), para crear empresas. La pregunta es, en términos generales, ¿cuánto vale para el desarrollo general y la oferta de empleos la apuesta por el conocimiento? Monnet responde:
“A mí me parece la más inteligente respecto al futuro. Si estudiamos otros casos podemos ver que el desarrollo depende siempre de la inversión en la inteligencia aún en la actividad más tradicional, en la región central de Veracruz, por ejemplo, sí hay un futuro para el café, probablemente no de la manera en que actualmente se produce, pero sí para el café de muy buena calidad con mucha inversión de mano de obra y de nuevos saberes, nuevas tecnologías. El problema es que esta inversión en muy difícil de evaluar, aún así yo apoyo la apuesta, no sólo porque soy universitario sino porque como geógrafo urbano sé que es esa creatividad la que genera las condiciones de desarrollo para una ciudad”.

Para comprender el alcance que la voluntad política puede dar a proyectos como éste basta saber que en 1970, cuando había unos 70 tecnopolos en el mundo, en Francia sólo había tres. Hoy, entre centros de innovación, incubadoras y tecnopolos hay cerca de 90, lo que muestra un impresionante desarrollo en sólo 32 años.

Queda entonces una interrogante más ¿cuál fue la clave de los proyectos exitosos de Tecnopolos en Francia? ¿Qué condiciones se cumplen en nuestra región para aspirar a un desarrollo similar?

“En necesario un buen porcentaje de creatividad social, además de un pueblo que se mueva en donde haya cambios, donde exista la posibilidad de innovar y se tengan buenas redes de solidaridad; la evolución en México demuestra que no son una sociedad petrificada, esto me parece una condición positiva en este proyecto, que la sociedad ofrezca movilidad, desafortunadamente ofrece bastante movilidad descendiente pero es movilidad al fin y al cabo”.

Otra condición que el urbanista establece, y que quizá sea la más difícil de lograr en nuestro país, es que el conjunto de actores sean lo suficientemente prácticos para cooperar dentro de un marco de competencia y conflictividad: “Nunca vamos a soñar que la sociedad deje de ser conflictiva, pero el desafío es lograr hacer cosas a pesar de esa conflictividad, poder equilibrar intereses diversos con objetivos comunes”.

Aunque parece una utopía no lo es. De hecho en México existen algunos desarrollos tecnológicos que ya se están consolidando, ejemplos que demuestran que la voluntad y la unidad sí pueden convivir en un proyecto común.

Una tercera condición es la inteligencia. Jerome Monnet está consciente de que el reto es ir más allá de la importación de experiencias exitosas: Él considera que en un proyecto de desarrollo se necesita un grupo con una visión más o menos compartida: “no se trata de lograr consensos, sino de tener la voluntad de ir juntos en una misma dirección, si éstas condiciones se cumplen lo demás es consecuencia”, por eso dijo que las condiciones culturales y políticas generales son más importantes que las técnicas. Y por la complejidad de este sistema, para iniciar un círculo virtuoso de desarrollo hay algo que no se puede medir ni controlar: la suerte.

Éstos son los pilares que sostienen en Francia todo un sistema de desarrollo regional; en México, especialmente en el proyecto de tecnopolo Xalapa-Coatepec Monnet cree reconocer apenas los cimientos:

“Lo que yo noto en este proyecto es la calidad de debate entre univesitarios, profesores, investigadores, arquitectos, empresarios, asesores y políticos, y veo que hay elementos positivos en la forma en que están planteando los problemas sin exclusiones, lo interesante es la responsabilidad que asumen y los prerrequisitos para la creación del proyecto”.