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Jèrôme
Monnet. |
Jèrôme
Monnet vino a Xalapa a cerrar con broche de oro el curso Arquitectura
en el urbanismo contemporáneo, él es director del
Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos del ministerio francés
de asuntos extranjeros, y su desarrollo profesional ha sido enfocado
a la geografía humana, las políticas territoriales
y los estudios urbanos, pero su visita no fue útil sólo
para los arquitectos.
Aprovechando “el viaje” y luego de una sesión
de videoconferencias donde estudiantes de todas las carreras y regiones
de la uv escucharon su conferencia magistral, Monnet compartió
con UniVerso su punto de vista acerca del Tecnopolo Xalapa-Coatepec,
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proyecto
en el que la participación de la Universidad será
fundamental y cuyo fin será convertir a la región
en un polo de desarrollo en todo el país ¿ambicioso?..
tal vez, pero las esperanzas según Monnet no son infundadas.
Él ha visto nacer y fructificar muchos tecnopolos en Francia,
por eso habló de un elemento fundamental para el desarrollo,
que, según dijo, es el más inteligente respecto
al futuro: la apuesta por el conocimiento. Esto nos permitió
plantear una pregunta clave: ¿Es viable instalar en
la zona un polo de desarrollo sustentable y a largo plazo?
“Sí, desde luego –aseguró–, ubicar
un tecnopolo en un punto determinado es muy factible. En general
lo difícil de estos polos es que van a acentuar la diferencia
social en lugar de impedirla”.
Pero el planteamiento general dice lo contrario: el fin de los
tecnopolos es lograr el desarrollo y disminuir la brecha educativa,
social y económica ¿no es cierto?
“Pues ese es el objetivo, pero hay que diferenciar entre
instalar un tecnopolo y crear una tecnópolis, ésta
última implica involucrar a toda la ciudad, es ahí
donde la factibilidad es mucho más problemática.
Crear una tecnópolis (ciudad tecnológica) implica
que en lugar de tener un proyecto preciso donde se vea fácilmente
la convergencia de intereses, se involucre a una diversidad de
intereses que además son contradictorios en muchos casos.
Una tecnópolis es un proyecto mucho más político
que técnico porque implica un sistema de cooperación
social, y cooperación no significa mando jerárquico
entre gobiernos federal-estatal-municipal, sino cooperación
genuina no sólo del gobierno, sino de otros actores como
empresarios, dueños del suelo urbano, transportistas, universidades,
centros de investigación”.
Y es
que el diseño del Tecnopolo pretende beneficiar a cinco
ayuntamientos en forma directa y a 33 municipios que gravitan
alrededor, necesita la participación de las más
importantes instituciones de educación e investigación
de la región, y además, requiere del apoyo directo
y comprometido de la sociedad… nada fácil.
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Los tecnopolos
plantean la instalación de empresas
cuya base es el conocimiento que generan las instituciones
de educación e investigación, y que deriva en
empleos
y desarrollo regional |
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¿Qué
aspectos hay que cuidar entonces en este proyecto?
“Principalmente la gobernabilidad, es decir, la buena voluntad
cooperativa de una gran variedad de actores. Y esto es muy difícil
de conseguir”.
Pero en Francia lo han logrado. Sophia-Antípolis es actualmente
un desarrollo muy importante y a partir de ése se dieron
otros más.
“Nosotros lo hemos logrado en ciertos casos y hemos fracasado
en otros. En algunos sitios sí se logró la buena articulación
de intereses contradictorios y de esto se habla, pero también
hubo fracasos, algunas veces por conceptos mal planteados, pero
la mayoría de las veces fueron malas cooperaciones, fue un
problema de gobernabilidad. Este es el verdadero desafío”.
La insistencia en desarrollar tecnopolos no es casual. Gracias a
ellos regiones enteras han logrado una proyección nacional,
e incluso mundial en determinadas áreas, sobre todo porque
en lugar de poner empresas tradicionales, monopólicas y contaminantes,
han aprovechado las ventajas regionales y las nuevas ideas de sus
centros de educación e investigación. El proyecto
de Xalapa plantea hacer uso de los conocimientos que generan los
institutos de investigación de la uv (y de otras instituciones
de investigación), para crear empresas. La pregunta es, en
términos generales, ¿cuánto vale para el desarrollo
general y la oferta de empleos la apuesta por el conocimiento? Monnet
responde: |
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“A
mí me parece la más inteligente respecto al futuro.
Si estudiamos otros casos podemos ver que el desarrollo depende
siempre de la inversión en la inteligencia aún en
la actividad más tradicional, en la región central
de Veracruz, por ejemplo, sí hay un futuro para el café,
probablemente no de la manera en que actualmente se produce, pero
sí para el café de muy buena calidad con mucha inversión
de mano de obra y de nuevos saberes, nuevas tecnologías.
El problema es que esta inversión en muy difícil de
evaluar, aún así yo apoyo la apuesta, no sólo
porque soy universitario sino porque como geógrafo urbano
sé que es esa creatividad la que genera las condiciones de
desarrollo para una ciudad”.
Para comprender el alcance que la voluntad política puede
dar a proyectos como éste basta saber que en 1970, cuando
había unos 70 tecnopolos en el mundo, en Francia sólo
había tres. Hoy, entre centros de innovación, incubadoras
y tecnopolos hay cerca de 90, lo que muestra un impresionante desarrollo
en sólo 32 años.
Queda entonces una interrogante más ¿cuál
fue la clave de los proyectos exitosos de Tecnopolos en Francia?
¿Qué condiciones se cumplen en nuestra región
para aspirar a un desarrollo similar?
“En necesario un buen porcentaje de creatividad social, además
de un pueblo que se mueva en donde haya cambios, donde exista la
posibilidad de innovar y se tengan buenas redes de solidaridad;
la evolución en México demuestra que no son una sociedad
petrificada, esto me parece una condición positiva en este
proyecto, que la sociedad ofrezca movilidad, desafortunadamente
ofrece bastante movilidad descendiente pero es movilidad al fin
y al cabo”.
Otra condición que el urbanista establece, y que quizá
sea la más difícil de lograr en nuestro país,
es que el conjunto de actores sean lo suficientemente prácticos
para cooperar dentro de un marco de competencia y conflictividad:
“Nunca vamos a soñar que la sociedad deje de ser conflictiva,
pero el desafío es lograr hacer cosas a pesar de esa conflictividad,
poder equilibrar intereses diversos con objetivos comunes”.
Aunque parece una utopía no lo es. De hecho en México
existen algunos desarrollos tecnológicos que ya se están
consolidando, ejemplos que demuestran que la voluntad y la unidad
sí pueden convivir en un proyecto común.
Una tercera condición es la inteligencia. Jerome Monnet está
consciente de que el reto es ir más allá de la importación
de experiencias exitosas: Él considera que en un proyecto
de desarrollo se necesita un grupo con una visión más
o menos compartida: “no se trata de lograr consensos, sino
de tener la voluntad de ir juntos en una misma dirección,
si éstas condiciones se cumplen lo demás es consecuencia”,
por eso dijo que las condiciones culturales y políticas generales
son más importantes que las técnicas. Y por la complejidad
de este sistema, para iniciar un círculo virtuoso de desarrollo
hay algo que no se puede medir ni controlar: la suerte.
Éstos son los pilares que sostienen en Francia todo un sistema
de desarrollo regional; en México, especialmente en el proyecto
de tecnopolo Xalapa-Coatepec Monnet cree reconocer apenas los cimientos:
“Lo que yo noto en este proyecto es la calidad de debate entre
univesitarios, profesores, investigadores, arquitectos, empresarios,
asesores y políticos, y veo que hay elementos positivos en
la forma en que están planteando los problemas sin exclusiones,
lo interesante es la responsabilidad que asumen y los prerrequisitos
para la creación del proyecto”. |
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