Los críticos han sido muy generosos conmigo
pero no es cierto que soy un pintor internacional. A
los mexicanos les encanta decir: “como México no hay
dos”, “puso muy en alto el nombre de México en el
extranjero”, les encanta eso; cualquier mariachi que
canta en Texas “pone muy alto el nombre de México”,
eso es el complejo de identidad del mexicano, y entonces con ese complejo han hecho de mí un pintor
internacional y se los agradezco, pero no es cierto. He
expuesto mucho en el extranjero y cuando expongo
en otra nación salgo en el periódico y en la televisión
y va la gente y algunas veces hasta compran, pero salgo
de la exposición y no se vuelven a acordar de mí, se
siguen acordando de Picasso, de Dalí... Y si acaso surge
de repente un fenómeno como Frida Kahlo que desbanca al mismo Picasso, bueno, pero yo no soy Picasso.
Tampoco creo mucho en Frida Kahlo y, sin embargo,
ella está en el lugar de honor en cualquier museo y en
cualquier parte del mundo.
En el futuro me veo en la historia del arte de Méxi-
co, y en la historia internacional de la pintura, porque
hay libros que me mencionan. Por supuesto, me encanta ser reconocido en el extranjero, porque es más
difícil que te aplaudan en París a que te aplaudan en
Ixcateopan. Pero yo no trabajo para los aplausos; me
hace tan feliz pintar porque sí, me divierte tanto, ocupa mi tiempo de una manera tan grata, que con eso
tengo. Claro que me gusta cuando se me hace una exposición grande, buena, como la de ahora en el Museo
Cuevas, que tiene seis salas enormes, con 40 obras, con
una museografía magistral, y ésta, en Xalapa, en una
galería preciosa [Pinacoteca Diego Rivera] que han
remodelado con un estilazo, una belleza, y por ello
agradezco profundamente a las personas que hicieron
posible mi exposición aquí.
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