Núm. 12 Tercera Época
 
   
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JOSÉ LUIS CUEVAS
BESTIARIO IMPURO
 
 
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          A pesar del temible interrogatorio en el que los hombres más valientes habían confesado todo, Leona no reveló los nombres de sus compañeros ni dio ningún otro dato que pudiera ayudar a localizarlos. Poco tiempo después, en abril de ese año, fue rescatada del Colegio por los enviados de sus amigos rebeldes (uno de ellos era el pintor y platero poblano José Luis Rodríguez Alconedo). Permaneció oculta algunas semanas y luego fue sacada de la Ciudad de México rumbo a Oaxaca (la ciudad más grande en poder de los insurgentes, recientemente tomada por Morelos) a lomo de mula, disfrazada de negra entre huacales de fruta y cueros de pulque.

          En Oaxaca permaneció hasta octubre de 1813 para luego irse a Chilpancingo donde ya estaba formado el Congreso del cual Andrés Quintana Roo formaba parte. No se sabe si se casaron ahí mismo o en otro sitio, pero sí que a partir de entonces Leona acompañó el larguísimo periplo del Congreso por los actuales estados de Guerrero, México y Michoacán, hasta la muerte de Morelos en 1815.

          A partir de entonces, la pareja anduvo como otras gavillas insurgentes en diversos lugares de la Tierra Caliente. En medio de su recorrido, nació su primera hija en una cueva en la región de Tejupilco en el actual Estado de México. La pequeña familia se mantuvo escondida en una ranchería de la zona hasta ser sorprendidos por un ex insurgente que condujo a prisión a Leona y a su hija pese al indulto solicitado por Quintana Roo antes de huir.

          Al conocer los malos tratos de que había sido víctima su mujer, Andrés Quintana Roo se entregó y ambos permanecieron presos en Temascaltepec, hasta que el indulto fue concedido por el virrey en 1818. Vivieron en Toluca en la más profunda de las miserias hasta 1820, cuando se le permitió a Quintana Roo ingresar al Colegio de Abogados y posteriormente se le nombró diputado a las Cortes en Cádiz, cargo que no llegó a ocupar..

          Al triunfo de la Independencia, Quintana Roo ocupó varios puestos políticos y no fue sino hasta 1823 cuando la herencia que había sido confi scada a Leona por las autoridades virreinales le fue devuelta. Este hecho le valió ser insultada años más tarde por Lucas Alamán, en ese momento ministro de Anastasio Bustamante. De manera valiente Leona Vicario escribió varias cartas en su defensa, las cuales fueron publicadas en los periódicos de la época. Doña Leona murió en agosto de 1842 y aunque en ese momento fue declarada “Benemérita dulcísima madre de la Patria”, su vida es poco conocida y los sacrificios realizados a favor de la causa independentista, muy poco valorados hoy. Muchas son las interrogantes que subsisten respecto a la vida y hechos de esta mujer fuera de lo común cuyas preocupaciones y personalidad son increíblemente actuales. La pregunta subsiste: ¿quién fue, quién es Leona?

          La vida de esta heroína es en sí misma novelesca e invita a ser contada de diferentes maneras; sin embargo, a través de los 200 años transcurridos, sólo han sido publicadas algunas biografías y dos novelas: una de Eugenio Aguirre Leona Vicario, la insurgente (1986) y la de Carlos Pascual La Insurgenta, publicada este año. En junio la editorial Santillana, a través de la colección Suma de Letras, sacará a la luz Leona, de mi autoría.

 
 
 
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