ARTES
El credo estético de Mathias Goeritz
Cristóbal Andrés Jácome Moreno*
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Mathias Goeritz, El eco, 1952 |
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El legado de sus obras, y más aún de sus ideas, han redefinido el concepto de la escultura pública
abstracta y propuesto la arquitectura escultórica, la llamada arquitectura emocional.
Goeritz es también valorado como fuerte detonante en el movimiento de la Ruptura...
Para Ida Rodríguez Prampolini, antes y después del mar
Cada época debe reinventar para sí misma el
proyecto de “espiritualidad”.
Susan Sontag1
Debido a la recuperación que hiciera la unam del
museo experimental El eco en septiembre de 2005, la
obra de Mathias Goeritz ha concentrado la atención
de círculos artísticos y académicos, reivindicando con
ello el papel que desempeñó el artista alemán en el
ambiente cultural mexicano. El legado de sus obras,
y más aún de sus ideas, han redefinido el concepto
de la escultura pública abstracta y propuesto la arquitectura
escultórica, la llamada arquitectura emocional.
Goeritz es también valorado como fuerte detonante
en el movimiento de la Ruptura y como maestro de
los consagrados Sebastián, Helen Escobedo y Pedro
Friedeberg. Sin embargo este recuerdo que se tiene de
Goeritz no ha puesto el énfasis necesario en el papel
que tiene dentro de la vanguardia la actitud espiritual
del artista frente a la obra de arte. Mathias Goeritz,
un hombre formado en el protestantismo, identificado
con el judaísmo, influenciado por el hasidismo2 y
convertido al catolicismo; representa un eslabón entre
creencias que queda impreso en cada obra de arte.El
trabajo de Goeritz es, ante todo, una búsqueda por
restituir el espíritu del hombre, una apuesta hacia la
salvación de su tiempo y circunstancia. Su Manifiesto de
la arquitectura emocional se ha tomado dentro de un restringido
margen explicativo que ha servido como base
para comprender las posibilidades abiertas que tenían
la arquitectura y la escultura para el artista alemán.
En el considerable número de artículos y reseñas escritos últimamente con motivo de la reinauguración
de El eco, es nula la mención del estadio espiritual que
supone el experimento y su vínculo con la tradición germánica
de la reunificación de las artes.3
El descuido de esta mirada a profundidad se debe
quizás a la contundente huella que deja en términos
arquitectónicos El eco (los cuales están contrapuestos
a la escuela funcionalista) y a la conglomeración
de artistas que Goeritz convocó para su realización.
Carlos Mérida, Rufino Tamayo, Henry Moore, Luis
Buñuel y Lan Adomian se evocan dentro del panteón
que escuchó resonar la idea de Goeritz. Si bien ha
habido momentos en que la crítica ha disertado sobre
lo espiritual en la obra de Goeritz no ha habido una
correspondencia directa con El eco y se ha centrado enaquellas que aguardan un sentido religioso explícito o
en las ubicadas en recintos sagrados.El desarrollo de la conciencia de Goeritz se ubica
en Berlín durante las décadas de 1920 y 1930, años
en que el temblor expresionista agitaba las calles y
difuminaba los rostros a la par que adquiría tintes
de dadá. Tanto el expresionismo como el dadaismo
estaban cargados altamente de un sentido espiritual.
El expresionismo explora el interior del alma del individuo
para vivir y crear, actitud teorizada por Kandinsky
en su legendario texto De lo espiritual en el arte, en
el que habla de la “época de la gran espiritualidad”4 y
que Herwarth Walden en su libro publicado en 1918,
Expressionismus, llamó Durchgeistigung, que quiere decir
que cada acción debe de estar marcada por un sentido
espiritual, del alma.5
1 Susan Sontag, Estilos radicales, Punto de lectura, Madrid,
2000, p. 13.
2 Religión popular de los judíos del Este propagada en el siglo
xviii, zona cercana a donde nació Goeritz. Para un acercamiento
más profundo sobre la influencia de esta religión en Goeritz, véase
Diana Briuolo, “Hitlahavut, Avodá, Cavaná, Schiflut: Religión en
la obra de Mathias Goeritz”, Los ecos de Mathias Goeritz. Ensayos y
testimonios, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto
de Investigaciones Estéticas, México, 1997, pp. 131 - 141.
3 Un estudio más detallado sobre la postura espiritual de
Goeritz en El eco puede ser leída en mi artículo “El eco como restitución
espiritual”, Arquitectónica, Universidad Iberoamericana, no.
10, otoño 2006.
4 Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte, Barral editores,
Barcelona, 1977, p. 122.
5 Norbert Lynton, “Expresionismo”, Conceptos de arte moderno,N. Stangos, comp., Alianza Forma, Madrid, 2000, p. 33. |