Núm. 6 Tercera Época
 
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Este proceso político significa una nueva visión de país, una refundación del Estado ecuatoriano. Bolivia y Ecuador están inventado otro tipo de Estado, uno moderno que reclama nuevas instituciones y nuevos territorios con un marco político diferente que permita pasar del discurso a la práctica y en el que los cambios se refl ejen de una manera visible.

La plurinacionalidad es un acto fundacional o de refundación del Estado y todos los actos fundacionales son transicionales. Pasar de las viejas estructuras a la construcción de nuevos estados es un proceso de transición que no es únicamente político sino cultural y que puede provocar enfrentamientos, como está sucediendo en el Ecuador y Bolivia. Son choques sobre la memoria entre aquellos que no pueden olvidar y los que no quieren recordar. Esta confrontación, que no es sólo política sino también cultural, exige construir otro tipo de memoria.

   
 

ilustración Mariana del Campo

 

El nuevo modelo de Estado implica una nueva institucionalidad, otra territorialidad, pero también otro modelo de desarrollo. De ahí la importancia de las concepciones indígenas que están ganando terreno porque van más allá de las reivindicaciones puramente étnicas. Hoy en día el punto de vista de los pueblos indígenas es importante en el continente y no solamente para ellos sino para todo el país porque el actual modelo de desarrollo está destruyendo los recursos naturales, el medio ambiente, contaminando el agua, particularmente en el Ecuador como es el caso de la Texaco, que durante 30 años causó pobreza, destrucción ambiental y ensució las aguas.

Se trata de un viejo modelo y posiblemente las palabras “de desarrollo” no sean las más adecuadas. Por qué entonces no utilizar la palabra “revivir”, que tiene una connotación mucho más profunda y da cuenta de una relación diferente con la Pacha Mama. El concepto de Naturaleza es muy pobre comparado con el de Pacha Mama, que es más profundo y rico porque implica armonía y cosmovisión. Los indígenas colombianos suelen decir “El petróleo es la sangre de la tierra, es nuestra sangre, nuestra vitalidad; si nos sacan la sangre nos matan”. Esta concepción, que para los pueblos indígenas resulta muy natural, empieza a tener mayor aceptación. No solamente está en juego una crisis del capitalismo sino la supervivencia de la humanidad si se mantiene el actual modelo de desarrollo.

Este acto refundacional tiene una enorme potencialidad para el establecimiento de relaciones más amplias y el movimiento indígena tiene que estar preparado para la construcción de nuevas alianzas. Se trata también de otro modelo de democracia porque la actual es muy excluyente y ha marginado a las grandes mayorías de la mesa de las negociaciones y de las decisiones. Por tanto, es necesario democratizar la democracia con nuevas formas de participación más incluyentes que bien pueden ser de origen occidental, como la democracia participativa, o de origen comunitariocomo las formas indígenas. La Constitución boliviana, por ejemplo, distingue entre democracia representativa y democracia participativa y comunitaria.

La democratización de la democracia va acompañada de otro proceso interesante que es el de la ciudadanización de la ciudadanía, es decir la ampliación de la ciudadanía a formas de ciudadanía intercultural con diferentes modos de pertenencia. Cuando me preguntan si la plurinacionalidad puede poner en peligro la unidad del país, yo respondo rotundamente que no, porque esa ha sido mi larga experiencia con los movimientos indígenas de este continente. Éstos muestran básicamente dos cosas: son originariamente trasnacionales, como sucede con los aymaras, quechuas o mapuches, que fueron divididos en varios países y ahora son chilenos, argentinos, peruanos, ecuatorianos o bolivianos; y se reconocen tanto con su identidad nacional indígena como con la ciudadanía de su país. Han guardado además lealtad a sus países en algunas guerras fronterizas, participando con mucha valentía en los ejércitos nacionales. Un ejemplo de esta doble pertenencia podemos observarlo en Canadá, por ejemplo, donde no es lo mismo ser canadiense para un blanco que para un indígena; sin embargo todos son canadienses aunque de una manera muy distinta.

Existen varias maneras de pertenencia y por tanto formas de convivencia. La unidad en la diversidad es una nueva solidaridad social que puede tener un impacto muy fuerte en los territorios y recursos naturales. Pueden producirse enfrentamientos pero en las rupturas también existen continuidades. Por ello es importante que estos confl ictos sean manejados dentro de un marco pacífi co y democrático.

Pasar de la interculturalidad a la plurinacionalidad es un paso muy largo pero en el que también se observa una continuidad. Si bien la actual Constitución Política del Ecuador establece las circunscripciones indígenas, lamentablemente éstas no fueron reglamentadas. Cuando me insisten en el riesgo de que la plurinacionalidad pudiera resquebrajar la unidad nacional
me pregunto dónde están las pruebas, los resultados de estos fenómenos. Por el contrario, los agronegocios y grandes latifundistas de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia que plantean el separatismo, sí constituyen un grave peligro para la unidad del Estado. Por tanto, la desintegración no proviene de los pueblos indígenas.

El objetivo de la plurinacionalidad no es solamente la idea del consenso sino el reconocimiento de las diferencias, de otra forma de cooperación nacional con unidad en la diversidad. Es un acto de justicia histórica que no puede ser resuelto como un tema de geometría de la democracia representativa. ¿Cuál es el porcentaje de indígenas en este país? Cuanto más pequeña sea la cantidad, se demuestra un mayor nivel de exterminio y, por tanto, la plurinacionalidad tiene que ser más profunda. Un reto para la institucionalidad es compatibilizar la igualdad con la diferencia. Esto es difícil pero no imposible.

Los pueblos indígenas son los defensores de la soberanía nacional en el actual periodo del neoliberalismo, en el que los Estados Unidos, a través de la diplomacia y la estrategia militar, han garantizado por años a sus multinacionales el libre acceso a los recursos naturales. Es para estos sectores que los pueblos indígenas constituyen una amenaza por sus concepciones de territorio, cosmovisiones y la propuesta de la plurinacionalidad. La arrogancia imperial no tiene límites al incluir los territorios indígenas y los recursos naturales como parte de su estrategia de seguridad nacional. Por ello, es importante analizar estos principios en el Ecuador y Bolivia como procesos más amplios que deben enfrentar grandes desafíos.

 
 
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