Este proceso político significa una nueva visión de
país, una refundación del Estado ecuatoriano. Bolivia
y Ecuador están inventado otro tipo de Estado, uno
moderno que reclama nuevas instituciones y nuevos
territorios con un marco político diferente que permita
pasar del discurso a la práctica y en el que los
cambios se refl ejen de una manera visible.
La plurinacionalidad es un acto fundacional o de
refundación del Estado y todos los actos fundacionales
son transicionales. Pasar de las viejas estructuras
a la construcción de nuevos estados es un proceso de
transición que no es únicamente político sino cultural
y que puede provocar enfrentamientos, como está sucediendo
en el Ecuador y Bolivia. Son choques sobre
la memoria entre aquellos que no pueden olvidar y los
que no quieren recordar. Esta confrontación, que no
es sólo política sino también cultural, exige construir
otro tipo de memoria.
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ilustración Mariana del Campo |
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El nuevo modelo de Estado implica una nueva
institucionalidad, otra territorialidad, pero también
otro modelo de desarrollo. De ahí la importancia de
las concepciones indígenas que están ganando terreno
porque van más allá de las reivindicaciones puramente étnicas. Hoy en día el punto de vista de los
pueblos indígenas es importante en el continente y no
solamente para ellos sino para todo el país porque el
actual modelo de desarrollo está destruyendo los recursos
naturales, el medio ambiente, contaminando el
agua, particularmente en el Ecuador como es el caso
de la Texaco, que durante 30 años causó pobreza,
destrucción ambiental y ensució las aguas.
Se trata de un viejo modelo y posiblemente las palabras “de desarrollo” no sean las más adecuadas. Por
qué entonces no utilizar la palabra “revivir”, que tiene
una connotación mucho más profunda y da cuenta de
una relación diferente con la Pacha Mama. El concepto
de Naturaleza es muy pobre comparado con el de
Pacha Mama, que es más profundo y rico porque implica
armonía y cosmovisión. Los indígenas colombianos
suelen decir “El petróleo es la sangre de la tierra,
es nuestra sangre, nuestra vitalidad; si nos sacan la sangre
nos matan”. Esta concepción, que para los pueblos
indígenas resulta muy natural, empieza a tener mayor
aceptación. No solamente está en juego una crisis del
capitalismo sino la supervivencia de la humanidad si se
mantiene el actual modelo de desarrollo.
Este acto refundacional tiene una enorme potencialidad
para el establecimiento de relaciones más
amplias y el movimiento indígena tiene que estar preparado
para la construcción de nuevas alianzas. Se trata
también de otro modelo de democracia porque la
actual es muy excluyente y ha marginado a las grandes
mayorías de la mesa de las negociaciones y de las decisiones.
Por tanto, es necesario democratizar la democracia
con nuevas formas de participación más incluyentes
que bien pueden ser de origen occidental, como
la democracia participativa, o de origen comunitariocomo las formas indígenas. La Constitución boliviana,
por ejemplo, distingue entre democracia representativa
y democracia participativa y comunitaria.
La democratización de la democracia va acompañada
de otro proceso interesante que es el de la ciudadanización
de la ciudadanía, es decir la ampliación
de la ciudadanía a formas de ciudadanía intercultural
con diferentes modos de pertenencia. Cuando me
preguntan si la plurinacionalidad puede poner en peligro
la unidad del país, yo respondo rotundamente
que no, porque esa ha sido mi larga experiencia con
los movimientos indígenas de este continente. Éstos
muestran básicamente dos cosas: son originariamente
trasnacionales, como sucede con los aymaras, quechuas
o mapuches, que fueron divididos en varios
países y ahora son chilenos, argentinos, peruanos,
ecuatorianos o bolivianos; y se reconocen tanto con
su identidad nacional indígena como con la ciudadanía
de su país. Han guardado además lealtad a sus
países en algunas guerras fronterizas, participando
con mucha valentía en los ejércitos nacionales. Un
ejemplo de esta doble pertenencia podemos observarlo
en Canadá, por ejemplo, donde no es lo mismo
ser canadiense para un blanco que para un indígena;
sin embargo todos son canadienses aunque de una
manera muy distinta.
Existen varias maneras de pertenencia y por tanto
formas de convivencia. La unidad en la diversidad
es una nueva solidaridad social que puede tener un
impacto muy fuerte en los territorios y recursos naturales.
Pueden producirse enfrentamientos pero en
las rupturas también existen continuidades. Por ello es
importante que estos confl ictos sean manejados dentro
de un marco pacífi co y democrático.
Pasar de la interculturalidad a la plurinacionalidad
es un paso muy largo pero en el que también se
observa una continuidad. Si bien la actual Constitución
Política del Ecuador establece las circunscripciones
indígenas, lamentablemente éstas no fueron reglamentadas.
Cuando me insisten en el riesgo de que la plurinacionalidad
pudiera resquebrajar la unidad nacional
me pregunto dónde están las pruebas, los resultados
de estos fenómenos. Por el contrario, los agronegocios
y grandes latifundistas de Santa Cruz de la Sierra en
Bolivia que plantean el separatismo, sí constituyen un
grave peligro para la unidad del Estado. Por tanto, la
desintegración no proviene de los pueblos indígenas.
El objetivo de la plurinacionalidad no es solamente
la idea del consenso sino el reconocimiento de las
diferencias, de otra forma de cooperación nacional
con unidad en la diversidad. Es un acto de justicia
histórica que no puede ser resuelto como un tema de
geometría de la democracia representativa. ¿Cuál es
el porcentaje de indígenas en este país? Cuanto más
pequeña sea la cantidad, se demuestra un mayor nivel
de exterminio y, por tanto, la plurinacionalidad tiene
que ser más profunda. Un reto para la institucionalidad
es compatibilizar la igualdad con la diferencia.
Esto es difícil pero no imposible.
Los pueblos indígenas son los defensores de la
soberanía nacional en el actual periodo del neoliberalismo,
en el que los Estados Unidos, a través de la
diplomacia y la estrategia militar, han garantizado por
años a sus multinacionales el libre acceso a los recursos
naturales. Es para estos sectores que los pueblos
indígenas constituyen una amenaza por sus concepciones de territorio, cosmovisiones y la propuesta de
la plurinacionalidad. La arrogancia imperial no tiene
límites al incluir los territorios indígenas y los recursos
naturales como parte de su estrategia de seguridad nacional.
Por ello, es importante analizar estos principios
en el Ecuador y Bolivia como procesos más amplios
que deben enfrentar grandes desafíos.
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