Inicios
Julio Sánchez Juárez y Lechuga 4
inició sus estudios en
la Escuela Nacional de Arquitectura cuando ésta se
encontraba todavía en el plantel ubicado en el centro
histórico de la Ciudad de México, y concluyó su ciclo
de formación académica en la Ciudad Universitaria
en 1960. Fue discípulo de renombradas figuras formadoras del pensamiento y la práctica de la arquitectura
mexicana, como José Villagrán García, Augusto H. Álvarez, Francisco Centeno, Marcos Noriega, Jorge González Reyna, Félix Candela y Honorato Carrasco, entre
otros arquitectos de la modernidad que consideraron
que la arquitectura era una disciplina con posibilidades
de dar solución a los grandes rezagos y problemas sociales de México. En sus inicios profesionales el maestro
se desempeñó en la capital del país, dejando como testimonio una primera obra de viviendas dúplex en Las
Lomas, la cual quedó documentada en la prestigiada
revista Arquitectos de México en 1957. Unos años después
fue invitado a Xalapa como profesor visitante. De su integración como docente a la Facultad de Arquitectura
de la Universidad Veracruzana se apunta que:
…el arquitecto Sánchez Juárez llega a Xalapa en
1961 junto con el profesor José María Iturralde,
invitados para sustituir a Emilio Zorrilla y Luis
Angulo, profesores huéspedes de la Universidad
Nacional Autónoma de México […] en la Ciudad
de México y en la UNAM había una percepción
positiva del ambiente en Xalapa, una ciudad cultural en la que por aquellos años se veían muchas
posibilidades; una ciudad a escala provinciana.
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Función y expresión de una arquitectura local
De entre la vasta producción arquitectónica del arquitecto Sánchez Juárez, merece la pena mencionar, por
su aspiración a una función que dé forma a espacios
para la vida interior, su diseño de la Casa Central de
las Hermanas de Santa Teresa de Lisieux, en Xalapa, cuyos orígenes constructivos se remontan a los años
1976-1978 y ampliada por el mismo arquitecto en el
año de 2001 con un salón de usos múltiples y más habitaciones para la casa de retiro. Debido al género de
esta obra, el maestro Sánchez Juárez proyecta el conjunto considerando la oportunidad de hacer explícita
su idea de la espiritualidad en la arquitectura.
Resulta interesante el hecho de que Julio Sánchez
Juárez haya proyectado este conjunto no sólo como
una construcción más en la que integra su práctica
como arquitecto y su modo de ser y de pensar, sino
además como un ejemplo paradigmático que ayuda a
entender la arquitectura ligada a un modo particular
de interpretar la filosofía, como muestra de una etapa de madurez en una labor que desarrolló siempre de
manera consecuente.
La obra se localiza sobre la calle Corregidora, en
un terreno de forma regular con una topografía ac-
cidentada. El edificio principal conforma un recinto
claustral que alude a aquella gran tradición de la arquitectura religiosa; su jardín central es a la vez lugar
de oración y de solaz, y otorga a la edificación tanto
perspectiva como una libertad que permite respiro y
luz. El conjunto consta de la casa central en la que se
ubica la capilla, el cuerpo para el noviciado, el área
de talleres que aloja la fábrica de hostias, un aula de
bordado y la biblioteca.
En esta obra la arquitectura funge como portadora de signos, privilegiando en muchos casos las formas
geométricas puras, escogidas como correlato de una
simplicidad evangélica, adecuada al uso religioso solicitado. También sobresale la selección de materiales
y colores que, en su rejuego, confieren el sentido de
ascetismo a una arquitectura que expresa los votos
esenciales de las congregaciones religiosas. Así, la obra
evidencia un manejo diestro en la relación economíatecnología sin demérito de la expresión plástica:
…buscar una arquitectura contextualizada que
dé respuesta a un medio carente de recursos, no
siendo este aspecto limitante para explorar el imaginativo utópico que permita proyectar ambientes
ideales, con referentes a una inevitable realidad.
Destaca el valor plástico logrado en sus fachadas, pues
con elementos comunes como el ladrillo, el concreto
aparente y la piedra, logra un sugerente juego visual
cuyo nivel cromático varía conforme pasan las horas del día. En sus composiciones prevalece siempre
la expresividad natural de los materiales, conjugados
de forma armónica a fin de alcanzar la integración
plástica, tan anhelada por los arquitectos. Así, el diseño en cada detalle aparece en todos los elementos del
convento, tanto aquellos que se muestran al exterior,
como los que miran hacia el interior.
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El arquitecto refirió en varias ocasiones su orgullo por ser
descendiente de Benito Juárez.
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Remess Pérez, Miriam y Fernando N. Winfield Reyes, Julio
Sánchez Juárez y Lechuga. Hechos que motivan al pensamiento. Reflexiones
en torno a la enseñanza en la práctica de la arquitectura, Universidad Veracruzana, Xalapa, p. 21.
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