ESTADO Y SOCIEDAD
La política en el cuadrante de la antropología:
GONZALO AGUIRRE BELTRÁN
Félix Báez-Jorge
Félix Báez-Jorge es miembro de la Academia Mexicana
de Ciencias, del Sistema Nacional de Investigadores y
del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la
Universidad Veracruzana.
Apoco más de cien años del nacimiento de Gonzalo Aguirre Beltrán (1908-1996) su biografía
está aún por escribirse. Si bien suman miles las
páginas dedicadas al análisis de su copiosa obra intelectual, falta el ensayo biográfico (“uno de los géneros
históricos más difíciles”, en palabras de Georges Duby)
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que detalle sus perfiles humanos, anudando un haz de
circunstancias e informaciones referidas a diferentes
contextos sociales. Esperan al potencial autor numerosas fuentes bibliográficas, una gran cantidad de materiales hemerográficos y los valiosos testimonios orales
de sus colaboradores, familiares, alumnos y colegas.
Ardua tarea en la que historia e imaginación deberán
caminar por el mismo sendero. El biógrafo habrá de
dimensionar los hechos cimeros del biografiado y, en
todo caso, incorporarse a la obra como cronista atento
que teje informaciones privadas y testimonios públicos.
Su objetivo será trazar un retrato en el que estén presentes el hombre, el político y el intelectual, proyectado
en el amplio margen del centenario de su natalicio.
Su formación
¿Cuáles fueron los sustentos familiares del hombre
que construyó una teoría y una práctica política? Bautizado con el nombre y los apellidos de su padre (respetado médico de quien se recuerda en la región su
trato deferente hacia los humildes), Gonzalo Aguirre
Beltrán Beltrán nació en enero de 1908 en Tlacotalpan, precisamente cuando los 6 000 habitantes de esta
pequeña ciudad ribereña (situada a orillas del Papaloapan) enfrentaban una severa crisis económica al
suscitarse la quiebra del ingenio azucarero Santa Fe,
el más importante de la región.
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Su madre, Pilar Beltrán Luchichí, pertenecía a la familia de Ignacio María
Luchichí, escritor cuyas obras fueron muy apreciadas
en la cuenca del Papaloapan.
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Después de asistir a la escuela elemental en su tierra natal, fue matriculado en
un colegio de la orden de los salesianos en la Ciudad
de México. El manifiesto interés de los clérigos orientado a que el joven Gonzalo profesara, motiva a su
padre a cambiarlo de escuela. Oportuna decisión que,
acaso, restó al clero un eminente teólogo, permitiendo
a la ciencia social ganar un talento singular.
La lectura fue una de las pasiones que ocupó mayor tiempo en la vida de Gonzalo Aguirre Beltrán.
Habituado al trasiego de los libros en tanto miembro
de una familia extensa a la que pertenecen numerosos hombres de letras de prestigio regional (al nombre de Ignacio María Luchichí antes mencionado, deben
sumarse los de Cayetano Rodríguez Beltrán, Jesús
Aguirre Beltrán, Gonzalo Beltrán Luchichí y Neftalí
Beltrán), fue desde su juventud un voraz lector de prosa y poesía hispanoamericana. Declaró ser “abonado
fiel” de la Revista de Occidente en los años veinte, y “devorador incansable de la filosofía anárquica” de Mijaíl Bakunin, Piotr Kropotkin, Eliseo Reclus, Enrico
Malatesta y Francisco Ferrer Guardia (a quien considera un autor “inolvidable”). Al comentar el impacto
que causan en su mente juvenil las ideas anarquistas,
Aguirre Beltrán observó: “En el subconsciente penetraron muy hondo aquellas lecturas y condicionaron
mi vocación como humanista y científico social”.
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El hombre público
¿Fue este el pivote ideacional que le impulsó a realizar
tareas de investigación durante su desempeño como
médico? Recordemos que en 1931 se gradúa como médico cirujano en la UNAM, incorporándose a los servicios
de salud que ofrecía el Banco de Crédito Agrícola Ejidal
a las sociedades cooperativas en la región de Huatusco. En esa época quedaría definido su quehacer vital: al
tiempo que realizaba actividades facultativas, iniciaba
una profunda investigación sobre el despojo agrario sufrido por los indígenas durante el periodo colonial. Esta
pesquisa le llevaría a publicar El señorío de Cuauhtochco,
su opera prima, que editaría con recursos propios. Leído
siete décadas después, el texto sorprende por su aguda
percepción historiográfica y el manejo de los materiales documentales y bibliográficos, “asombroso para un
autodidacta”, como bien lo expresara Guillermo de la
Peña.
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Después de este libro continuaría una serie de
importantes obras, entre las que destacan La población negra de México (1946), El proceso de aculturación (1957), Magia
y medicina (1963), Regiones de refugio (1967) y Lenguas vernáculas. Su uso y desuso en la enseñanza: la experiencia en México
(1982), por mencionar sólo algunas.
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1
G. Duby, Diálogo con la historia (entrevistado por Guy Lardreau), Alianza Editorial, Madrid,1988, p. 169.
2
Véase B. García, Tlacotalpan, patrimonio de la humanidad, Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, 2001, p. 42.
3
Véase G. Aguirre Beltrán, El pensar y el quehacer antropológico,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,1994.
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Idem.
5
Guillermo de la Peña, “Semblanza”. Gonzalo Aguirre Beltrán, El señorío de Cuauhtochco. Las luchas agrarias en México durante el
virreinato (2ª ed.), Col. Obra Antropológica, vol. I, FCE/INI/UV Gobierno del Estado de Veracruz, México,1991, p.14.
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Su obra completa fue publicada –en coedición– por el Fodo de Cultura Económica, la Universidad Veracruzana, el Gobierno del Estado de Veracruz y el Instituto Nacional Indigenista.
La edición se inició en 1991, totalizando 16 volúmenes.
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