El incisivo arte de Gustavo Pérez
Leticia Mora *
Observar las vasijas de Gustavo Pérez es transitar por un mundo de formas, de ideas, y reconocer, con reflexivo respeto, las infinitas posibilidades que un humilde material como el barro adquiere en las manos de un creador original. Gustavo Pérez se nos antoja un invocador de formas modernas pero antiguas, simétricas pero irregulares, precisas pero poéticas, incisivas pero plásticas, serenas pero dolorosas, intuitivas pero racionales, libres pero presas en una idea, en una forma. Una forma que dialoga con la naturaleza, con las artes tradicionales, con la historia del Arte, con la artesanía, con la escultura, con la pintura; diálogos que el autor parece conocer tan bien y que nos acercan un poco a ese misterio que es darle forma a lo informe, en suma, hacer asequible nuestra ambigua condición humana.
Pero hay una inteligencia que sólo se revela cuando la mano toca el barro, el vidrio, el metal, la madera, la lana, y que es única, intransferible y particular al medio de expresión utilizado. Gustavo Pérez piensa en barro y pinta en la incisión. Así, las vasijas, objetos de la cerámica tradicional, se tornan, en las manos de Gustavo Pérez, un tema escultórico, ecos y citas de la historia del arte, diálogo entre dos y tres dimensiones, entre superficie y forma, entre tradición e invención, pero también productos de la idea, del concepto. Al detenernos en una vasija, creemos reconocer algo que nos recuerda la piel de una piña; en otra es la corteza de un árbol, o el pecho de una mujer; más allá parece ser el panal de una abeja, el nido de un abejorro, o tal vez lo que reconozcamos sea el diseño geométrico encontrado en la cestería tradicional mesoamericana, o aquel de los textiles africanos, o el abstracto diseño de un mosaico de mayólica. No lo sé, tal vezsea el eco de un cuadro de Brancusi, de Mondrian, de Klee, de Kandisky. A veces parece ser el arte abstracto de De Kooning cuando piensa en pintura, o el de David Smith cuando piensa en metal.
Para aquellos que no están familiarizados con la práctica alfarera, es útil recordar que los vidriados nunca son lo que aparentan, pues un color nunca es el mismo antes y después del horneado. Así, el color se determina en la práctica y, como el tajo preciso de un cirujano, es producto de la experiencia, y en este caso del concepto que se exacerba con esa singular manera de pintar con incisiones, tajos precisos en la vasija, que caracteriza la obra de este artista sin par. El resultado es una verdadera paradoja visual. Si en el centro de la vasija hay un vacío, una especie de no espacio tridimensional que se perfila por las sombras, éste se colma, por decirlo de alguna manera, pues el corte perfecto e incisivo del artista hace que la línea y la silueta se peleen con el volumen y nos revelen un espacio parecido al espacio plano característico de la pintura abstracta. Se destruyen formas y se revelan otras.
El elocuente trabajo de Gustavo Pérez es un homenaje a la vista y al tacto, que perfila un movimiento: el del torno primero, el de su arte con la historia cultural después. Gustavo Pérez piensa con sus manos y, por extensión, nosotros también, cuando la mano se extiende para tocar y aquilatar la naturaleza hechiza de sus vasijas, producto de todo un saber milenario. Nos regocija descubrir un corte donde pensábamos una línea, un trazo donde parecía haber un relieve, y en ese proceso develamos nuestra humanidad en el barro y dejamos que las vasijas nos abracen y nos compartan esa calidez que ellas contienen.
En 2009 disfrutan la obra de Gustavo Pérez públicos europeos, estadounidenses y mexicanos: una muestra retrospectiva en el Museo de Arte de Querétaro y la exposición Obra reciente en Xalapa: “Es un proyecto que me interesa mucho porque aquí vivo y me parece importante mostrar mi trabajo, aunque muchas piezas se van al extranjero y nunca se ven aquí; es una oportunidad de exhibir cada cierto número de años lo que hago también en el entorno local, compartir lo que estoy haciendo ahora”, finaliza el renombrado ceramista que eligió a Veracruz como baluarte para su inspiración.
* Investigadora del Instituto de Investigaciones Linguístico-Literarias y coordinadora de la maestría en Literatura Mexicana de la UV.
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