Núm. 8 Tercera Época
 
   
encabezado
 
Gustavo Pérez
TAUMATURGO DEL BARRO
 
 
fotos
escudo uv
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

 

lineamientos de publicación

 

 

 
 
 
Páginas <<< 1 2 3 4 5
 


Pero aquellos que apostamos por una reforma radical dentro de la institucionalidad existente podemos ser rebasados por la coyuntura si demoras incomprensibles de transformación política generan movimientos pendulares hacia posturas neoliberales, con el potencial apoyo de franjas de la población que llevan subconsumiendo casi 20 años. A fin de cuentas, dentro del campo de tendencias socialistas coexisten tanto reformistas light como tecnócratas funcionales o burócratas conservadores, así como posturas excesivamente antiestatistas. La agenda de cambios no puede realizarse sin un Estado compacto, eficiente y funcional, y socialmente controlado e ideológicamente comprometido con fuerzas socialistas de auténtica raigambre popular.

   
 

La Habana 2

 

La sostenida acción voluntarista y la tendencia a saltar la institucionalidad, desplegadas recurrentemente desde la propia dirección del Estado cubano, generan suspicacias sobre la capacidad correctiva del sistema. Cuba ha vivido siempre una acotada aplicación de la Constitución, a pesar de que su apropiación por la ciudadanía y su verdadero ejercicio daría superior legitimidad al socialismo de Estado. El régimen ha estado históricamente acostumbrado a reformarse con la sola iniciativa (muchas veces tardía) de los de arriba y el pasivo entusiasmo (tendencialmente decreciente) de los de abajo.

Los cambios en curso (y los esperados) supondrían también el despliegue de un modelo de desarrollo agrícola ecológicamente virtuoso, integrador de factores productivos, sociales y culturales, que privilegie las formas socialistas y no meramente las estatales. Junto a ello, la complementariedad de modalidades de propiedad y gestión de cooperativas, populares, comunitarias y privadas, redefiniendo los términos del cuasi mono-polio económico estatal, actualmente desacreditado, ineficiente y sobredimensionado y las limitaciones tanto al rol que debe jugar el mercado como la ciudadanía en tanto redes de consumidores organizados.

Hay urgencia ante la combinación de cansancio político y escasez sostenida, agudizados por la crisis económica global y los desastres climáticos. El irreversible declive (simbólico y efectivo) del liderazgo político nucleado alrededor de Fidel y la impostergable transferencia de funciones a nuevas generaciones deberá marcar el signo de este año. De agravarse el panorama mundial, el reto de los cubanos no será tal vez la reformulación del socialismo sino la básica defensa de un proyecto de “casa común” (la nación), muchas de cuyas recámaras se hallan hoy virtualmente en ruinas.

Y hacerlo pasaría por sostener tres pilares fundamentales heredados (y bajo fuego) de la Revolución de 1959: las conquistas sociales del proceso, la soberanía nacional sobre los recursos económicos y naturales básicos y la noción del pueblo como comunidad participativa, digna y equitativa. Para ello es necesario fortalecer el peso político de la clase trabajadora, sacándola del empobrecimiento actual, ampliar una capa de cooperativistas y propietarios modestos anclados en el mercado interno y protegidos por el Estado, e impedir el empoderamiento de una gran burguesía cubanoamericana que fácilmente podría controlar los destinos del país. Esta combinación de factores configurará los destinos del pueblo cubano para el próximo medio siglo y las acciones en curso (y potenciales) decidirán cuál escenario –el capitalismo dependiente y periférico, el actual socialismo estatista y burocratizado, o un socialismo libertario– será el proyecto triunfante donde vivirán las futuras generaciones de cubanos.

Parecen retos insuperables pero en los noventa casi nadie apostaba, desde lógicas de la racionalidad, por la maltrecha sobrevivencia de una Cubano neoliberal. En esos años duros maduró mi generación (¡¿cínica, tolerante o esperanzada?¡), cuya cuota de emigrados y disidentes no supera, pese a todo, a los que por opción (entusiasta o resignada) se quedaron a tratar de enderezar la nave, poblados de heridas y sueños. Hoy el socialismo cubano, vencido el reto de la sobrevivencia, tiene la enorme responsabilidad de revitalizarse, como esperanza para la gente de a pie, tanto dentro como fuera de la heroica y hermosa isla caribeña. Si no se logra, al menos quedará el testimonio del intento, el legado de sus victorias a superar y un manojo de entuertos que los pueblos, si la historia se lo permite, no deben repetir jamás.

 

 
 
Páginas <<< 1 2 3 4 5
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx