¿Entonces tu interés por la caricatura nació en la adolescencia?
Fue antes. Cuando estaba en la primaria me emocionaban los cuentos y las historietas; me gustaban
mucho los Supersabios, dibujados por Germán Butze;
me llamaba mucho la atención cómo usaba el dibujo,
me quedaba mirando sus trabajos. Algo me decía el
dibujo, que me gustaba aunque no precisamente para
copiarlo tal cual. De alguna manera fueron una especie de maestros.
Luego la Facultad de Arquitectura.
Sí, pero era un dibujo más técnico. Ya cuando conseguí una beca para estudiar en la Escuela de Artes
Visuales de Nueva York había clases de dibujo al natural, con modelos, y también pintura. Esas clases eran
buenas; cuando uno tiene ganas de aprender algo que
le gusta, todas las clases son buenas y se aprovechan
más. No tenía un maestro particular, eran clases colectivas.
¿Qué tal la experiencia de vivir en Nueva York?
Estando allá aprendes mucho porque compras
revistas, ves dibujos, siempre hay un dibujante o un
caricaturista que te llama más la atención, y no necesariamente porque haga los dibujos más realistas o
exactos sino porque tiene un estilo y una manera de
dibujar que te permite entender lo que propone con
su trabajo. El dibujo es una herramienta que comunica la idea de la caricatura; cuando un dibujo consigue
esto, aunque sea sencillo, es bueno porque está siendo útil a la idea de la caricatura. Algunos dibujos que
yo veía en revistas y periódicos también funcionaban
como maestros porque aprendí de ellos.
¿Cómo se define Helio Flores?
Simplemente como un ciudadano consciente. Yo
creo que cualquier persona que lea los periódicos o
que esté más o menos informada de lo que pasa en
nuestro país haría lo que yo hago si pudiera, quiero
decir, publicaría una nota en el periódico o haría una
caricatura. La caricatura es la opinión ante lo que estamos viviendo y que nos afecta.
¿Cómo consideras tu estilo dentro de la caricatura?
Con mis últimos Hombres de Negro siento que
esa es la manera en que me gusta hacer caricatura.
Mis primeras caricaturas se basaban más en los globitos y fueron cambiando para que contara más el dibujo que el texto. Fui intentando en vez de decir la idea
a través de las palabras, hacerlo con el propio dibujo,
que tenía que ser más realista y debía comunicar más
para utilizar menos palabras. Sin embargo, después
de una caricatura me queda la duda de si habré logrado o no comunicar mi idea. Ese tipo de caricaturas que no tienen (o casi no tienen) texto a veces no son
tan populares porque no son tan fáciles de entender;
es más fácil de asimilar cuando hay globitos y muñecos graciosos.
¿Estás de acuerdo entonces en que en la caricatura la calidad del dibujo no importa tanto como lo eficaz que resulte?
Exacto. Sencillo o elaborado, el dibujo debe ayudar al caricaturista a comunicar la idea que pretende expresar.
¿Sientes que con esta caricatura que haces, en la que no
hay mucho texto, te diriges a un público en especial?
No creo. Lo que es diferente es la historieta, pero
los lectores son los mismos; aunque una historieta es
más difícil que otra para involucrarse con ella. En las
que no hay texto debes poner más atención al dibujo; si
algo está de cabeza quiere decir algo, si la mano tiene
seis dedos y no cinco, también significa algo; pero el
lector no siempre tiene tiempo de estar atento. Sucede
lo mismo con la pintura, el cine o la literatura; siempre
hay obras que son más digeribles que otras, y si el espectador está cansado cuando se enfrenta con estas obras
pues termina enojado porque no entendió nada.
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