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Pero el Estado es omiso en otros sent idos también.
Se ha hablado mucho en estas semanas de la falta de
inversión en investigación científica y desarrollo tecnológico, área a la que el Estado destina menos recursos que al sistema electoral. Pero el caso de La Gloria
debería recordarnos que hay otro tipo de omisiones
que causan tanto daño como las otras. La falta de aplicación de la regulación ambiental es particularmente
grave. Granjas Carroll contamina el ambiente de la región noroccidental de Perote, usa irresponsablemente
y sin supervisión la escasa agua que hay en los mantos
freáticos –los cuales contamina lentamente con sus
descargas– y expone a la población a diversos tipos de enfermedades. Y a pesar de todo lo que ha pasado,
el gobierno veracruzano ha borrado esta realidad del
mundo y construido una página –que hace caso omiso de sus carencias y problemas– de promoción turística de la zona. Para completar la banalización de la
más grave emergencia epidemiológica en los últimos
tiempos, se instala en La Gloria una estatua a “el niño
que se curó solo”, en burda imitación de una estatua
similar en Bélgica que celebra un mito heroico que
viene de cuatro siglos atrás.
Al mismo tiempo –y de manera no sorpresiva– se
canceló, en los días de la mayor atención nacional e
internacional a La Gloria, la difusión en la localidad y
en Xalapa del documental Pueblos unidos, una crónica
de la lucha de ciudadanos de la comunidad por impedir la ampliación de las granjas porcícolas, elaborado
por los reporteros Miguel Ángel Díaz y Felipe Casanova. Se presentó sólo en Perote, y desde entonces pocos
en La Gloria parecen acordarse, en estos días de pan y
circo, que la amenaza de las granjas sigue ahí, a poca
distancia de sus casas, y que cinco de sus ciudadanos
aún están sometidos a proceso judicial.
De las crisis por lo menos deberíamos aprender algo, para no cometer de nuevo el mismo error.
Cabe preguntarse si nuestra clase política es capaz
de aprender de la crisis sanitaria, reconocer sus causas y diseñar soluciones de fondo. También debemos
cuestionarnos si la sociedad civil mantendrá la actitud
expectante que ha guardado hasta ahora frente a los
múltiples desastres que el país confronta. Tal vez ha
llegado la hora de actuar para evitar otras Glorias.
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