Año 6 • No. 227 • junio 19 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Texto: Edith Escalón • Fotos: Carlos Cano

La migración y la pobreza, consecuencias negativas del abandono agropecuario que buscan frenar gobierno y universitarios
Más de 600 productores agrícolas, pecuarios y forestales del trópico subhúmedo –una región del centro de Veracruz que abarca 22 municipios donde la escasez de agua y otros factores hacen a las tierras poco productivas–, se reunieron con la Universidad Veracruzana (UV) y la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesca (SEDARP) para buscar soluciones a los problemas del campo que provocan altos índices de pobreza y generan cada vez más migración.

Para muchos campesinos, ésta es la única solución, aunque en ello se jueguen la vida. Paradójicamente, los migrantes en Estados Unidos envían 9 mil 300 millones de dólares anuales (según datos de la Secretaría de Economía en 2005), casi lo mismo que importamos de ese país en alimentos. Los mismos alimentos que los migrantes campesinos podrían haber cultivado aquí.

“Hace tres años, cuando empecé de comisariado ejidal, éramos en Santa Rosa dos mil cuatrocientos, pero ora nomás quedamos mil 500. Primero sólo se iban al otro lado los más nuevos, los jóvenes, pero ya se nos están yendo hasta familias completas, porque acá ni los chayotes, ni los mangos, ni el tomate nos va a dar pa’ vivir si no hay agua”.

En esta comunidad de Actopan, donde llueve apenas unas semanas al año, Jorge Grajales, a sus 74 años de edad, entiende que ya no hay mucho qué hacer: “El campo está olvidado. Yo no me voy porque ya estoy viejo pa’caminar en el desierto”, dice mientras se saca el sombrero de palma para quitarse de la frente el sudor.

Sin agua no hay nada
Para Arturo Moreno Jiménez, presidente municipal de Tlaltetela, el agua ha sido y sigue siendo el principal problema de la región. Ollas para retener la que escurre en temporada de aguaceros y granizadas: a eso se reducen las estrategias campesinas; sin embargo, de esa agua contaminada lo mismo bebe el ganado que la familia del ganadero.

Afuera del Agrocentro Siglo XXI, donde tuvo lugar el foro regional, el presidente municipal afirma: “Sin agua no hay nada, ni limón ni aguacate ni ganado ni frutales. En las 33 rancherías y comunidades que hay en Tlaltetela hay muchos pueblos fantasma. La gente se va porque el campo ya no da, y porque nosotros allá no tenemos ni ríos ni nada”.

Y es que en esta región del trópico subhúmedo –que representa el 10 por ciento del territorio veracruzano– llueve mucho unas semanas, y luego vienen meses de sequía intensa; eso ha aumentado la erosión y disminuido la fertilidad del suelo, a esto se suma que los mantos freáticos están cada vez más profundos.

El titular de la SEDARP, Humberto García Sánchez, centró el problema en la falta de estrategias para aprovecharla: “Ya quisieran otros municipios tener 800 metros anuales de captación pluvial. El asunto es que no hay infraestructura para retenerla y almacenarla, producto de un rezago que en el pasado no fue atendido”.
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De acuerdo con el funcionario, para atenuar este problema el Gobierno del Estado puso en marcha desde 2005 un ambicioso programa de perforación de pozos, aunque reconoció que la demanda lo supera por mucho: “Se hicieron 120 el año pasado; en éste, la primera etapa incluye 148 y estamos gestionando 70 más, pero nos han demandado más de mil”.

Uno de esos pozos que urgen y que no han podido ser construidos es precisamente el de Tlaltetela. Para el presidente municipal de este ayuntamiento, Arturo Moreno Jiménez, la situación es más que crítica: “Ahora ya no sólo es de querer, es que ya nos urge saber si hay voluntad para ayudarnos con lo del agua, porque ya estamos muy mal”, comentó.

Ante el problema, SEDARP ha sumado al programa de pozos una inversión en infraestructura hidroagrícola que implica estrategias para sistemas de riego, construcción de presas y construcción de cortinas para lograr la retención de agua en cuencas hidrológicas importantes, que generan provisión de agua sin afectar el flujo en ríos fundamentales para el abasto urbano, como La Antigua y Actopan.
En este punto crítico, las estrategias técnicas y científicas para la conservación del agua y para prevenir su contaminación toman un papel protagónico, como señaló Ernesto Rodríguez Luna, director del área Biológico-Agropecuaria de la UV: “Para atesorar la que ya existe, para no desperdiciarla, para no contaminarla, y para que no se reduzca cada vez más la precipitación –producto de la devastación de los ecosistemas– el conocimiento es simplemente indispensable”.

Radiografía colectiva
Reunidos en mesas de trabajo, además de definir sus problemas los productores hicieron propuestas puntuales de lo que consideraron “los caminos correctos” para enfrentar y resolver su situación, cubrir sus necesidades y fortalecer al sector agrícola, pecuario y forestal. Coincidieron todos en que las acciones deben estar respaldadas por una genuina voluntad política de apoyo al campo.

En el tema del agua, por ejemplo, coincidieron en que la región pierde rápidamente especies de flora y fauna; enfrenta escasez y uso inadecuado de agua potable y para riego; contaminación de los cuerpos de agua y mantos acuíferos por basura, desechos industriales y agroquímicos; robo de equipos de riego, falta de aplicación de las leyes y normas establecidas, así como escasa difusión del manejo eficiente del agua.

Para ello propusieron impulsar la reforestación, la producción de cultivos en viveros, la construcción de obras de captación de agua y aprovechamiento de la energía solar, el desarrollo una cultura del manejo del agua y el manejo integrado de cuencas, la disminución del uso de agroquímicos, la instalación de plantas de tratamiento de aguas residuales, la asesoría y capacitación para productores, el establecimiento de incentivos por no contaminar y establecer un compromiso de devolver el agua limpia, en lugar de pagar por contaminarla.

La vocación agrícola de esta región se hizo visible en la participación de numerosos productores de mango, jitomate, chayote, guayaba, maíz, frijol y otros cultivos, y evidente en la gran cantidad de propuestas de este sector: desarrollar cultivos nativos o exóticos; aprovechar mercados internos y externos; hacer de la inocuidad alimentaria una prioridad; fomentar capacitación e investigación y crear redes de educación campesina.

En este sector, la propuesta central fue clara: estrechar lazos con la UV. Esto implica abrir las puertas del campo a universitarios en prácticas y servicio social, reactivar los programas de extensionismo apoyados por el Gobierno del Estado, generar el padrón de productores para focalizar los apoyos técnicos que se tengan, que juntos promuevan organizaciones económicas con un enfoque empresarial, y una demanda particular:

“Queremos que la UV se comprometa a coordinar la creación y aplicación del Plan Regional de Desarrollo Sustentable para el trópico subhúmedo de Veracruz, convocando a todas las instancias productivas que tengan ingerencia en esta región”.

Para el sector forestal el panorama es distinto. En esta región, la gente ha aprovechado los recursos naturales con la agricultura y la ganadería, y ha hecho a un lado las actividades forestales. De hecho, en la mesa de este sector sólo participaron dos grupos de productores. La conclusión: no hay cultura forestal y no se sabe cuáles especies son las más adecuadas para la zona.

Para fomentar esta cultura, los productores sugirieron crear un programa de establecimiento de plantaciones comerciales (de bambú, por ejemplo), fomentar el uso de productos forestales; involucrar productores, estudiantes, agentes de cambio, y demás actores en acciones conjuntas de reforestación, pues las plantaciones forestales comerciales de especies arbóreas contribuyen a contrarrestar la problemática ambiental local y generar proyectos productivos en el largo período de crecimiento de los árboles, que se traduzcan en ingresos económicos a los dueños de los predios forestales.

El sector ganadero, por su parte, reconoció que hay grandes carencias: programas con enfoque ambiental, capacitación, organización para comercializar productos pecuarios, cultura de producir con calidad agroalimentaria, visión empresarial, apoyos bancarios, técnicos capacitados, interés por parte del productor hacia las mejoras productivas.

Para paliar este problema, su propuesta principal es coordinación. En principio, propusieron involucrar a las organizaciones de productores para que bajo un esquema de resultados, a corto mediano y largo plazo sean evaluados los impactos productivos, sociales y económicos y sobre todo ambientales de la ganadería en general.

Escuchar la voz del campo
En el encuentro quedó claro que existe voluntad política para reactivar al sector. El propio titular de SEDARP, Humberto García Sánchez, reconoció que estos municipios –donde habitan 200 mil personas– conforman una de las regiones de mayor marginalidad de la entidad, por eso no sólo hay apertura para la propuestas de los campesinos, sino total disposición para incluirlas en una agenda de trabajo que definirá las futuras estrategias para el campo.

Escuchar la voz de los productores, ese fue el fin. Para Ernesto Rodríguez Luna, director del área Biológico-Agropecuaria de la UV, son dos los objetivos claves de este diagnóstico regional: conocer los problemas que enfrenta el campo y conocer el manejo que se da en él a los recursos naturales, no desde perspectivas académicas y gubernamentales, sino de primera mano, de aquéllos que los viven y los padecen.
La agenda de trabajo, que se integrará al Plan Sectorial del gobierno del estado, incluirá como eje principal la capacitación y transferencia tecnológica: “Con conocimientos y asesoría técnica, la UV puede apoyar a los productores para producir más y mejor, elevando en consecuencia sus ingresos”, comentó el universitario.

La dinámica incluyó mesas de trabajo, conferencias, talleres y una exposición de productos regionales. En todas las actividades, el intercambio de ideas fue básico para detonar la reflexión. Además, expertos en regionalización, desarrollo rural sustentable, manejo del agua, uso actual y potencial del suelo, diagnóstico agropecuario, estructura forestal y manejo de praderas dieron a los productores una panorámica mucho más amplia de su propia actividad.
El reto ahora es usar esas propuestas para hacer realidad políticas industriales y agrícolas orientadas a la defensa y ampliación de la planta productiva y de los cultivos y la producción de interés nacional, respaldando a la producción campesina y fortaleciendo el mercado interno.


Más de 600 productores del centro de Veracruz participaron en el encuentro.
La Bandera, Centro para la capacitación
En La Bandera, un rancho de 20 hectáreas ubicado en el municipio de Actopan –justo en el centro de la región del trópico subhúmedo–, la UV ha establecido con técnicas de primer nivel parcelas demostrativas de mango, litchi, guanábana y otros frutales; ensaya plantaciones forestales de importancia comercial, y cría iguanas, borregos, ganado y animales de corral. Este sitio, propiedad de la casa de estudios, podría convertirse en el centro para la capacitación de productores agrícolas, pecuarios y forestales de la región, lo que implicaría fortalecer y multiplicar las actividades que ya realizan ahí los universitarios.
Gabriel May Mora, director de la Facultad de Agronomía de la UV, aseguró que la vinculación beneficiaría directamente a los universitarios, al enfrentarlos en la práctica con una problemática regional y llevarlos a buscarle soluciones. En el encuentro, gobierno del estado, la UV y los productores regionales analizaron esta propuesta.
Con la asesoría de la UV, los campesinos podrían producir más y mejorar sus ingresos