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Texto:
Edith Escalón • Fotos: Carlos Cano
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La
migración y la pobreza, consecuencias negativas del abandono
agropecuario que buscan frenar gobierno y universitarios |
Más
de 600 productores agrícolas, pecuarios y forestales del trópico
subhúmedo –una región del centro de Veracruz que
abarca 22 municipios donde la escasez de agua y otros factores hacen
a las tierras poco productivas–, se reunieron con la Universidad
Veracruzana (UV) y la Secretaría de Desarrollo Agropecuario,
Rural, Forestal y Pesca (SEDARP) para buscar soluciones a los problemas
del campo que provocan altos índices de pobreza y generan cada
vez más migración.
Para muchos campesinos, ésta es la única solución,
aunque en ello se jueguen la vida. Paradójicamente, los migrantes
en Estados Unidos envían 9 mil 300 millones de dólares
anuales (según datos de la Secretaría de Economía
en 2005), casi lo mismo que importamos de ese país en alimentos.
Los mismos alimentos que los migrantes campesinos podrían haber
cultivado aquí.
“Hace tres años, cuando empecé de comisariado
ejidal, éramos en Santa Rosa dos mil cuatrocientos, pero ora
nomás quedamos mil 500. Primero sólo se iban al otro
lado los más nuevos, los jóvenes, pero ya se nos están
yendo hasta familias completas, porque acá ni los chayotes,
ni los mangos, ni el tomate nos va a dar pa’ vivir si no hay
agua”.
En esta comunidad de Actopan, donde llueve apenas unas semanas al
año, Jorge Grajales, a sus 74 años de edad, entiende
que ya no hay mucho qué hacer: “El campo está
olvidado. Yo no me voy porque ya estoy viejo pa’caminar en el
desierto”, dice mientras se saca el sombrero de palma para quitarse
de la frente el sudor.
Sin agua no hay nada
Para Arturo Moreno Jiménez, presidente municipal de Tlaltetela,
el agua ha sido y sigue siendo el principal problema de la región.
Ollas para retener la que escurre en temporada de aguaceros y granizadas:
a eso se reducen las estrategias campesinas; sin embargo, de esa agua
contaminada lo mismo bebe el ganado que la familia del ganadero.
Afuera del Agrocentro Siglo XXI, donde tuvo lugar el foro regional,
el presidente municipal afirma: “Sin agua no hay nada, ni limón
ni aguacate ni ganado ni frutales. En las 33 rancherías y comunidades
que hay en Tlaltetela hay muchos pueblos fantasma. La gente se va
porque el campo ya no da, y porque nosotros allá no tenemos
ni ríos ni nada”.
Y es que en esta región del trópico subhúmedo
–que representa el 10 por ciento del territorio veracruzano–
llueve mucho unas semanas, y luego vienen meses de sequía intensa;
eso ha aumentado la erosión y disminuido la fertilidad del
suelo, a esto se suma que los mantos freáticos están
cada vez más profundos.
El titular de la SEDARP, Humberto García Sánchez, centró
el problema en la falta de estrategias para aprovecharla: “Ya
quisieran otros municipios tener 800 metros anuales de captación
pluvial. El asunto es que no hay infraestructura para retenerla y
almacenarla, producto de un rezago que en el pasado no fue atendido”.
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De acuerdo con el funcionario, para atenuar este problema el Gobierno
del Estado puso en marcha desde 2005 un ambicioso programa de perforación
de pozos, aunque reconoció que la demanda lo supera por mucho:
“Se hicieron 120 el año pasado; en éste, la primera
etapa incluye 148 y estamos gestionando 70 más, pero nos han
demandado más de mil”.
Uno de esos pozos que urgen y que no han podido ser construidos es
precisamente el de Tlaltetela. Para el presidente municipal de este
ayuntamiento, Arturo Moreno Jiménez, la situación es
más que crítica: “Ahora ya no sólo es de
querer, es que ya nos urge saber si hay voluntad para ayudarnos con
lo del agua, porque ya estamos muy mal”, comentó.
Ante el problema, SEDARP ha sumado al programa de pozos una inversión
en infraestructura hidroagrícola que implica estrategias para
sistemas de riego, construcción de presas y construcción
de cortinas para lograr la retención de agua en cuencas hidrológicas
importantes, que generan provisión de agua sin afectar el flujo
en ríos fundamentales para el abasto urbano, como La Antigua
y Actopan.
En este punto crítico, las estrategias técnicas y científicas
para la conservación del agua y para prevenir su contaminación
toman un papel protagónico, como señaló Ernesto
Rodríguez Luna, director del área Biológico-Agropecuaria
de la UV: “Para atesorar la que ya existe, para no desperdiciarla,
para no contaminarla, y para que no se reduzca cada vez más
la precipitación –producto de la devastación de
los ecosistemas– el conocimiento es simplemente indispensable”.
Radiografía colectiva
Reunidos en mesas de trabajo, además de definir sus problemas
los productores hicieron propuestas puntuales de lo que consideraron
“los caminos correctos” para enfrentar y resolver su situación,
cubrir sus necesidades y fortalecer al sector agrícola, pecuario
y forestal. Coincidieron todos en que las acciones deben estar respaldadas
por una genuina voluntad política de apoyo al campo.
En el tema del agua, por ejemplo, coincidieron en que la región
pierde rápidamente especies de flora y fauna; enfrenta escasez
y uso inadecuado de agua potable y para riego; contaminación
de los cuerpos de agua y mantos acuíferos por basura, desechos
industriales y agroquímicos; robo de equipos de riego, falta
de aplicación de las leyes y normas establecidas, así
como escasa difusión del manejo eficiente del agua.
Para ello propusieron impulsar la reforestación, la producción
de cultivos en viveros, la construcción de obras de captación
de agua y aprovechamiento de la energía solar, el desarrollo
una cultura del manejo del agua y el manejo integrado de cuencas,
la disminución del uso de agroquímicos, la instalación
de plantas de tratamiento de aguas residuales, la asesoría
y capacitación para productores, el establecimiento de incentivos
por no contaminar y establecer un compromiso de devolver el agua limpia,
en lugar de pagar por contaminarla.
La vocación agrícola de esta región se hizo visible
en la participación de numerosos productores de mango, jitomate,
chayote, guayaba, maíz, frijol y otros cultivos, y evidente
en la gran cantidad de propuestas de este sector: desarrollar cultivos
nativos o exóticos; aprovechar mercados internos y externos;
hacer de la inocuidad alimentaria una prioridad; fomentar capacitación
e investigación y crear redes de educación campesina.
En este sector, la propuesta central fue clara: estrechar lazos con
la UV. Esto implica abrir las puertas del campo a universitarios en
prácticas y servicio social, reactivar los programas de extensionismo
apoyados por el Gobierno del Estado, generar el padrón de productores
para focalizar los apoyos técnicos que se tengan, que juntos
promuevan organizaciones económicas con un enfoque empresarial,
y una demanda particular:
“Queremos que la UV se comprometa a coordinar la creación
y aplicación del Plan Regional de Desarrollo Sustentable para
el trópico subhúmedo de Veracruz, convocando a todas
las instancias productivas que tengan ingerencia en esta región”.
Para el sector forestal el panorama es distinto. En esta región,
la gente ha aprovechado los recursos naturales con la agricultura
y la ganadería, y ha hecho a un lado las actividades forestales.
De hecho, en la mesa de este sector sólo participaron dos grupos
de productores. La conclusión: no hay cultura forestal y no
se sabe cuáles especies son las más adecuadas para la
zona.
Para fomentar esta cultura, los productores sugirieron crear un programa
de establecimiento de plantaciones comerciales (de bambú, por
ejemplo), fomentar el uso de productos forestales; involucrar productores,
estudiantes, agentes de cambio, y demás actores en acciones
conjuntas de reforestación, pues las plantaciones forestales
comerciales de especies arbóreas contribuyen a contrarrestar
la problemática ambiental local y generar proyectos productivos
en el largo período de crecimiento de los árboles, que
se traduzcan en ingresos económicos a los dueños de
los predios forestales.
El sector ganadero, por su parte, reconoció que hay grandes
carencias: programas con enfoque ambiental, capacitación, organización
para comercializar productos pecuarios, cultura de producir con calidad
agroalimentaria, visión empresarial, apoyos bancarios, técnicos
capacitados, interés por parte del productor hacia las mejoras
productivas.
Para paliar este problema, su propuesta principal es coordinación.
En principio, propusieron involucrar a las organizaciones de productores
para que bajo un esquema de resultados, a corto mediano y largo plazo
sean evaluados los impactos productivos, sociales y económicos
y sobre todo ambientales de la ganadería en general.
Escuchar
la voz del campo
En el encuentro quedó claro que existe voluntad política
para reactivar al sector. El propio titular de SEDARP, Humberto
García Sánchez, reconoció que estos municipios
–donde habitan 200 mil personas– conforman una de las
regiones de mayor marginalidad de la entidad, por eso no sólo
hay apertura para la propuestas de los campesinos, sino total disposición
para incluirlas en una agenda de trabajo que definirá las
futuras estrategias para el campo.
Escuchar la voz de los productores, ese fue el fin. Para Ernesto
Rodríguez Luna, director del área Biológico-Agropecuaria
de la UV, son dos los objetivos claves de este diagnóstico
regional: conocer los problemas que enfrenta el campo y conocer
el manejo que se da en él a los recursos naturales, no desde
perspectivas académicas y gubernamentales, sino de primera
mano, de aquéllos que los viven y los padecen.
La agenda de trabajo, que se integrará al Plan Sectorial
del gobierno del estado, incluirá como eje principal la capacitación
y transferencia tecnológica: “Con conocimientos y asesoría
técnica, la UV puede apoyar a los productores para producir
más y mejor, elevando en consecuencia sus ingresos”,
comentó el universitario.
La dinámica incluyó mesas de trabajo, conferencias,
talleres y una exposición de productos regionales. En todas
las actividades, el intercambio de ideas fue básico para
detonar la reflexión. Además, expertos en regionalización,
desarrollo rural sustentable, manejo del agua, uso actual y potencial
del suelo, diagnóstico agropecuario, estructura forestal
y manejo de praderas dieron a los productores una panorámica
mucho más amplia de su propia actividad.
El reto ahora es usar esas propuestas para hacer realidad políticas
industriales y agrícolas orientadas a la defensa y ampliación
de la planta productiva y de los cultivos y la producción
de interés nacional, respaldando a la producción campesina
y fortaleciendo el mercado interno. |
Más
de 600 productores del centro de Veracruz participaron en el encuentro.
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La
Bandera, Centro para la capacitación |
En
La Bandera, un rancho de 20 hectáreas ubicado en el municipio
de Actopan –justo en el centro de la región del trópico
subhúmedo–, la UV ha establecido con técnicas
de primer nivel parcelas demostrativas de mango, litchi, guanábana
y otros frutales; ensaya plantaciones forestales de importancia comercial,
y cría iguanas, borregos, ganado y animales de corral. Este
sitio, propiedad de la casa de estudios, podría convertirse
en el centro para la capacitación de productores agrícolas,
pecuarios y forestales de la región, lo que implicaría
fortalecer y multiplicar las actividades que ya realizan ahí
los universitarios. |
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Gabriel
May Mora, director de la Facultad de Agronomía de la UV, aseguró
que la vinculación beneficiaría directamente a los universitarios,
al enfrentarlos en la práctica con una problemática
regional y llevarlos a buscarle soluciones. En el encuentro, gobierno
del estado, la UV y los productores regionales analizaron esta propuesta. |
Con
la asesoría de la UV, los campesinos podrían producir
más y mejorar sus ingresos |
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