Año 6 • No. 230 • julio 10 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Estudiantes de Artes Plásticas de la UV forman el grupo Los Quintos
Diálogo entre arte y universitarios
mediante 712 retratos

Dunia Salas Rivera
Robie Espinoza, Amado Flores, Jesús Osuna, Arturo Guerrero y Arturo Olivares, lograron reunir con su arte a públicos de diversas áreas del conocimiento
En un ejercicio artístico interesante, el colectivo Los Quintos, conformado por Robie Espinoza, Amado Flores, Jesús Osuna, Arturo Guerrero y Arturo Olivares, de sexto semestre de Artes Plásticas en la Universidad Veracruzana (UV), crearon 712 retratos a partir de su intervención en diferentes espacios de la comunidad universitaria: “La idea original es la interacción del retratista con el público, por lo que estamos generando un diálogo que permite conocer muchas cosas que en el momento de hacer el trabajo se están presentando, como la relación vista-mente”, explicó Osuna González.

El factor social es algo importante en este trabajo porque, como explicó Jesús, el retratado viene con una imagen propia y cuando se ve plasmado se da cuenta de que ahí es diferente, lo cual rompe con la identidad y los esquemas que ya trae de sí mismo. La relación del artista con el público se da desde el momento en que los jóvenes invaden espacios tan disímiles al suyo, como la Facultad de Derecho, Psicología, o Ciencias de la Salud. Este ciclo se cierra cuando el artista concluye su creación, el retratado firma la obra y ésta se monta en una exposición improvisada por el resto del día.

El director de la Facultad de Artes Plásticas, Félix Menier, comentó que este producto es como una reintegración del medio ambiente donde se desarrollan los retratados y va a tener una conclusión que es la exhibición de todos los dibujos en todos los espacios donde se trabajó, a partir del 9 de diciembre de este 2006: “Mucho se habla de la intervención del artista con el medio y la UV lo está haciendo sistemáticamente dentro de sus propias instalaciones”.

Menier resaltó la tarea tan valiosa que realizan sus estudiantes, ya que generalmente el artista busca su individualidad y, en este caso, dijo, “me parece muy loable que busquen agruparse, porque están reforzando una actitud de colaboración y de trabajo colectivo, lo cual nos acerca a la vinculación con otras dependencias universitarias; además, es interesante que la gente sepa que estamos realizando actividades de arte contemporáneo que a veces pasan inadvertidas o no se les da su verdadera importancia”.
Experiencias y aprendizaje
Robie comentó que el trabajo individual crea ciertas ventajas pero también límites, sobre todo tratándose de organización: “Ya tenemos la experiencia de trabajar de manera individual, pero en este caso se trató de un proyecto sistemático, donde hubo una serie de actividades que de manera individual hubiera sido difícil concretar. Cuando se tiene la oportunidad de trabajar en equipo se pueden apreciar cosas que no se alcanzan a ver de otra manera, como la pluralidad”.

Para Jesús Osuna fue enriquecedor haber salido de su área, el haber estado en otros espacios absolutamente distintos y darse cuenta de que se viven realidades muy diferentes: «La reacción de la gente hacia nosotros era muy diferente y sus opiniones aportaron mucho a nuestro trabajo».

Con técnicas tan variadas como carbón, óleo, pluma y hasta pintura, según el interés en el proceso de cada artista, los universitarios podían hacer un retrato en 20 ó 30 segundos y hasta media hora. Se enfrentaron a rostros muy gestuales y a otros muy básicos; el tiempo dependía de la disposición y el contacto que había entre el retratado y el artista: “Fue muy variado y rico porque teníamos plena libertad de utilizar técnicas y tiempo según nuestro interés en el proceso de cada quien. Fue algo muy rico en la experimentación técnica, de espacios y de tiempo”.
El retrato:
juego de identidad e intimidad
Para Los Quintos el retrato es bastante expresivo, puede comunicar infinidad de cosas, da para mucho el captar la expresión de las miradas, los gestos, una sonrisa, los rasgos que varían mucho y que son lo que identifican a la persona en su contexto social.
“Es un juego de identidad e intimidad que se forma a partir de esto, cómo hay esa comunicación. No es lo mismo que un espectador vea retratos de otras personas a encontrarse a sí mismo, el producto de algo que él está viendo cómo se va trabajando. La intimidad que se forma a partir de lo que es el retrato nos enriquece mucho no sólo a nosotros sino a toda la comunidad. Descubrimos muchas cosas que no sabíamos de ellos y a su vez ellos descubrieron cosas de sí mismos que creían que sabían. Fue un diálogo bastante sano”, coincidieron los cinco jóvenes.
Se trata de un proceso de comunicación como el que se da entre receptor y emisor: “Aquí sería entre la vista y el rostro. Se empieza desde ahí, y hay una actividad muy copiosa entre la mirada del retratista y el retratado, que muchas veces nunca ha sido tan observado. La gente entra en el diálogo, pero en otras ocasiones se muestra indiferente”. Según Amado, el punto de partida es la primera mirada: “cuando éstas entran en contacto es cuando uno empieza a conjeturar los rasgos y el resultado es la consistencia que tiene el retratista de observar al retratado. Todo el proceso se ve plasmado en la obra”.