Con
aplicación de biofertilizantes a base de hongos micorrizas
en cultivos de tomate en Pachuca, Hidalgo; de fresa en Zamora, Michoacán;
y en varios cultivos del estado de Veracruz, además de pláticas
y talleres con agricultores para darles a conocer los beneficios
de los fertilizantes orgánicos, académicos de la Universidad
Veracruzana (UV) realizan transferencia tecnológica al sector
agropecuario de todo el país.
Dora Trejo Aguilar, catedrática e investigadora de la Facultad
de Ciencias Agrícolas de la UV en Xalapa, dijo que esta etapa
de aplicación de pruebas en cultivos se ha dado principalmente
por el interés de los propios agricultores: “Nosotros
hemos ido a varias partes del país con este producto a invitación
de los interesados; incluso son ellos los que corren con los gastos”.
El biofertilizante –actualmente en proceso de registro de
patente–, es a base de hongos que forman una asociación
de beneficio mutuo con las raíces de las plantas, las cuales
se ven beneficiadas porque dichos organismos transportan los nutrientes
y el agua más rápido, y las hacen más tolerantes
a enfermedades, a la sequía y a la contaminación por
metales pesados.
“Estas salidas no solamente benefician a la investigación
y a los productores, sino también a los estudiantes, ya que
conocen el medio de trabajo y se relacionan con la información
de los proyectos y con la gente del campo; incluso en varias comunidades
nos han pedido que los estudiantes vayan a realizar estancias en
los viveros y cultivos para ser contratados posteriormente”,
afirmó Trejo Aguilar.
La investigadora aseguró que paralelamente a las aplicaciones
de prueba han realizado pláticas y talleres con indígenas
popolucas y nahuatls de la Sierra de Santa Martha –en el sur
del estado–, que se han mostrado interesados en conocer los
avances de las investigaciones y utilizar estos productos orgánicos
en sus cultivos.
Ramón Zulueta Rodríguez, también investigador
de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la UV, señaló
que en un principio no se les dice a los productores que no usen
productos inorgánicos, sino que se les está invitando
a que hagan un uso racional de ellos, ya que –usados de manera
correcta y sin abusar de su aplicación–, pueden complementar
el grado de nutrición que requieren las plantas.
“Aunque hay casos como viveros o invernaderos en los que es
posible que se sustituya el insumo inorgánico al 100 por
ciento, lo que redunda en tener materiales vegetales mucho más
vigorosos y sanos”, sostuvo Zulueta Rodríguez.
El investigador explicó que el trabajo académico consiste
en hacer los estudios pertinentes y luego de ver respuestas favorables
en algunos cultivos y en áreas geográficas específicas,
se hace la conexión con los usuarios que serían los
productores.
“Una vez hecho esto, se hace la transferencia tecnológica,
que no es un proceso sencillo. La gente del campo primero adapta
estas tecnologías a su entorno y luego las adopta en beneficio
de sus negocios para, finalmente, revertir el daño que se
hace a los ecosistemas con los productos inorgánicos”,
dijo.
Implicaciones
en el cambio climático
Trejo Aguilar y Zulueta Rodríguez aseguraron que una nueva
fase del proyecto consiste en una investigación acerca de
las posibles implicaciones que estos hongos pudieran tener en la
disminución de los efectos del cambio climático global.
“Estos hongos secretan una sustancia llamada glomalina, que
es como un pegamento que une las partículas del suelo. El
hongo, que vive en las raíces de las plantas y el suelo,
hace que la planta absorba más carbono de la atmósfera
y lo fija al suelo. Hay estudios que indican que ese carbono puede
ser secuestrado en el suelo por muchísimos años”,
sostuvieron.
Actualmente el nuevo proyecto está en fase de evaluación
en busca de obtener recursos para su realización.
|