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Sólo
aprovechan el trabajo y los descubrimientos de los demás:
Ruy Pérez Tamayo
Traicionan la medicina quienes
no hacen investigación
Edith Escalón |
Responsabilizó
a los médicos que evaden su deber científico de negligencia
personal |
Los
médicos que no realizan investigación, que sólo
aprovechan los descubrimientos de otros, que consideran a la práctica
médica un oficio y no como una misión, y desaprovechan
la oportunidad de explorar el cuerpo humano como el modelo más
acabado de la naturaleza son culpables de traición a la medicina
por negligencia.
Así lo expresó Ruy Pérez Tamayo, médico,
investigador, posgraduado en Washington, y distinguido por su trayectoria
y legado científico con la Medalla al Mérito Universitario
por la Universidad Veracruzana (UV), quien habló en la Facultad
de Medicina con colegas, alumnos y académicos sobre el tema.
“Nunca se ha mencionado, como parte de la ética médica,
la obligación de contribuir al crecimiento de su ciencia, al
aumento de los conocimientos que se usan para diagnosticar y tratar
mejor a los pacientes, para instruir a los enfermos y a los familiares
y para manejar en forma integral al enfermo”, comentó. |

Ruy
Pérez Tamayo.
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Faltas
de ética médica
Puesto que
la investigación es un deber moral del médico, dijo
Pérez Tamayo, quienes no la realizan son culpables de por lo
menos cuatro faltas de ética médica. La primera, traición
a la medicina y a los colegas médicos, ya que al no investigar
sólo aprovechan el trabajo y los descubrimientos de todos los
demás que sí lo hacen, explotándolos sin agregar
un ápice de nueva información.
En segundo lugar, señaló, son culpables de “no
cultivar el espíritu crítico y analítico, la
costumbre de la duda sistemática, el reflejo de poner a prueba
cualquier hipótesis, dudar lo obvio”. Añadió
que esto forma parte del armamento científico que el médico
debe poseer para encauzar su pensamiento en la relación médico-paciente.
En tercer lugar, responsabilizó a los médicos que evaden
su deber científico de negligencia personal, ya que “desaprovechan
la oportunidad de explorar en el mundo desconocido del ser humano,
que es el modelo más complejo y admirable que existe en la
naturaleza”. |
Por
último, Pérez Tamayo consideró a éstos
como “culpables del peor crimen que puede cometerse contra
la medicina misma” al considerarla como un oficio en lugar
de una profesión, como un modus vivendi en lugar de una misión.
“Para mí ésta es la violación más
grave de la ética médica, el acto supremamente inmoral
dentro de la medicina”.
Ética
e investigación
Por otro lado, el actual Jefe del Departamento de Medicina Experimental
de la UNAM, declaró que la investigación nunca ha
formado parte de la práctica ética de la medicina:
“Hay códigos de ética para regular la investigación
cuando ésta se realiza en seres humanos, pero ninguna señala
que la investigación forme parte de la ética de la
medicina y mucho menos que no hacerlo sea una falta de ética
médica”.
Aseguró que si bien parece haber una gran distancia entre
la actividad creativa, realizada por superdotados, y la práctica
científica como componente esencial de la profesión
–puesto que la mayor parte de los médicos que brillan
en la historia deben su fama a los descubrimientos que realizaron–,
la distancia misma puede cubrirse sobremanera.
Y es que según señaló, en la mayor parte del
mundo occidental los mejores hospitales son los que patrocinan y
estimulan con mayor vigor a la investigación científica,
y las escuelas de medicina reconocidas son aquellas en las que alumnos
y profesores están dedicados a la doble labor de generar
y difundir el conocimiento.
Reconoció, no obstante, que la existencia de médicos
especializados en investigación –con nombramiento formal
de investigadores– y financiamiento para sus proyectos tiene
consecuencias éticas ambivalentes: “por un lado muy
positivas, pues se reconoce y se apoya la importancia de la actividad
para ejercicio cada vez mejor de la medicina, pero a la vez da pie
para que médicos no investigadores se encojan de hombros”.
Esto deriva, dijo, de la ausencia de la investigación en
la enseñanza de la medicina, no tanto como parte del currículum
–porque cuando existe casi siempre forma parte de las ciencias
básicas–, sino como atmósfera que penetra todo
el pensamiento médico.
Ésta debe estar presente no sólo en laboratorios,
sino también y de manera fundamental en las clínicas:
“Para que los estudiantes se impregnen del espíritu
inquisitivo y de la mentalidad cuestionante que caracteriza al investigador,
debe exponerse a tales actividades en forma de vivencia cotidiana”,
aseguró.
Pérez Tamayo, quien ha sido profesor en universidades norteamericanas
como Yale y Harvard, aseguró que no basta que los maestros
le digan a los alumnos que el espíritu científico
debe contribuir a su formación como médico, sino que,
para aprenderlo, tienen que verlo funcionando en las actividades
diarias de sus profesores.
“Cuando esto no ocurre, cuando durante su formación
sólo aprenden el oficio porque esto es lo único a
lo que están expuestos, a lo que finalmente llegan es a ejercer
la medicina como un conjunto de algoritmos o de soluciones preestablecidas
para cada uno de los problemas que logran identificar y, desde luego,
de sus errores o malos resultados no se benefician ni él
ni sus pacientes”. |
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