La
educación superior en México tiene hoy varios retos
que afrontar. El primero corresponde al avance sin precedentes del
conocimiento científico y sus aplicaciones tecnológicas,
lo que convierte en obsoletos determinados conocimientos propios de
la información profesional e impone nuevas necesidades de conocimientos
y habilidades a diversos programas educativos; en consecuencia, estos
avances inciden en la creación de nuevas opciones profesionales,
así como en los cambios de los contenidos de otras ya existentes.
Las instituciones de educación superior mexicana han enfatizado
el trabajo curricular en la actualización de los contenidos,
sin embargo, esta velocidad hace necesario que se privilegien los
métodos de enseñanza y actividades de aprendizaje que
desarrollen en el estudiante actitudes y habilidades para el autoaprendizaje,
que les permitan actualizar sus conocimientos para una práctica
profesional futura en que los escenarios cambiantes demandan la constante
actualización. (Sánchez, 1995, p.68)
El segundo reto, corresponde a la formación de bloques económicos
que modifican las reglas del comercio internacional e impone nuevas
condiciones de competencia, haciendo necesaria una perspectiva más
internacional y por tanto menos localista en la formación de
profesionistas y en los problemas de investigación.
La internacionalización de los procesos económicos,
la infraestructura para la comunicación y el establecimiento
de tratados de comercio, abren las posibilidades para una práctica
profesional que podría ser desarrollada en diversos países.
El tercer reto es la tendencia hacia la reestructuración de
los procesos productivos y los nuevos criterios para la localización
de las actividades económicas, especialmente aquéllas
que se sustentan en una importante base de conocimientos y altas inversiones
en tecnología.
Las empresas están privilegiando nuevas estructuras organizacionales
más pequeñas y flexibles, que les permiten introducir
cambios en los procesos productivos y en los productos con rapidez.
En el plano educativo, estos cambios se traducen en la demanda de
una formación que favorezca la mayor creatividad y una preparación
más general y con mejores instrumentos para adaptarse a escenarios
cambiantes de trabajo.
En consonancia con lo anterior, la Universidad Veracruzana trabaja
intensamente en los cambios necesarios en los diversos planes y programas
de estudio que se ofertan en la institución; para ello, el
Modelo Educativo Integral y Flexible tiene entre sus principios, que
el alumno juegue un papel activo en su aprendizaje, que éste
sea un proceso de construcción del conocimiento y que la enseñanza
sea un apoyo al proceso de construcción social del mismo.
Bibliografía
- Delors, J. (1996) La educación encierra un tesoro. Madrid,
UNESCO/Santillana. (Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional
sobre la educación para el siglo XXI presidida por Delors).
- Sánchez Soler, M. (1995) Modelos académicos. México,
ANUIES. |