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En
la Universidad Veracruzana (UV) cada vez más escuchamos sobre
calidad, normas, procesos certificados, ISO y otros términos
comunes a la calidad. Se han creado incluso, en torno a estas palabras
y a la implementación de los procesos certificados, una serie
de creencias que no siempre corresponden a la realidad … “yo
no hago eso porque lo dice la norma», «hazlo así
porque lo dice la ISO”, etcétera.
En esta columna estaremos tratando de aclarar estos conceptos y buscaremos
crear un espacio de diálogo que nos permita incorporar a nuestra
ya basta cultura universitaria, algunos rasgos que favorezcan nuestra
productividad e integración. |
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Empecemos
por hablar de la famosa ISO.
El mundo que emerge de la revolución industrial, poco a poco
va creando la necesidad de producir cosas acordes a las necesidades
de mercados cada vez más competidos y especializados, por lo
que la calidad, vista como el cumplimiento de los requisitos de los
productos y la satisfacción de las necesidades de los consumidores,
cobró cada vez mayor importancia.
En principio, la especialización exigió que los diversos
productos emanados de las fábricas de diversas economías,
cumplieran con requisitos específicos, por lo que se establecieron
estándares de producción y normas de uso que fueron
cobrando importancia con el tiempo. |
La
estandarización mundial tuvo su primera experiencia a través
de la Comisión Internacional de Electrónica en 1906.
Más tarde éste y otros trabajos de normalización
se integrarían en la Federación Internacional de las
Asociaciones Nacionales y de Estandarización en 1926, organización
que trabajó hasta 1942.
En 1946, delegados de 15 países se reunieron en Londres para
crear una organización, cuya misión fuera “facilitar
la coordinación y unificación internacional para la
estandarización industrial”.
Así el 23 de febrero de 1947 inicia oficialmente sus operaciones
la Organización Internacional para la Normalización
(ISO), como un organismo multinacional que hoy representa a más
170 países y cuya sede está en Ginebra, Suiza.
La ISO, para la creación de normas y estándares, cuenta
con Comités Técnicos que se forman dependiendo de las
necesidades específicas que se presentan en el mundo. Actualmente
existen 225 comités que han diseñado un sinnúmero
de normas en cada uno de los aspectos específicos de cada comité.
Existe por ejemplo el Comité 1 de información tecnológica
o el 18 de zinc y aleaciones de zinc, etcétera.
La globalización y la excesiva competencia de la actualidad
ha llevado a las organizaciones a ganar los mercados mediante la mejora
continua de sus productos buscando no sólo el cumplimiento
de requisitos, sino la creación de innovaciones que atraigan
a los clientes, los encanten y mantengan su lealtad.
Para garantizar que una organización realiza productos o servicios
que encanten a los clientes o usuarios debe contar con sistemas y
procesos de trabajo que aseguren de manera consistente, la eficiencia
y la eficacia de sus productos o servicios.
Así, la ISO se ocupó también de establecer los
requisitos básicos que en su forma de trabajar, es decir en
su administración, deben cumplir las organizaciones que pretenden
realizar productos de calidad.
De esta forma ISO creó el Comité Técnico 176
(TC-176) que se encarga de los sistemas administrativos requeridos
para asegurar la calidad, que se expresan a través de la familia
de normas 9000.
Esta familia cuenta con documentos como la ISO:9000 versión
2005, que al establecer los fundamentos y vocabulario de los sistemas
de calidad facilita su comprensión y evita diversas interpretaciones
a similares conceptos, o la ISO-10005:1995 que establece las directrices
para los planes de calidad.
De esta familia destaca la norma ISO 9001 versión 2000, que
establece los requisitos para la certificación de los sistemas
de gestión de la calidad y que es la única certificable
de esta familia. |
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