Provinciano,
católico, Ramón López Velarde llega a la capital
mexicana allá por 1914, después de haberse recibido
como abogado y después de haber abandonado el sacerdocio. Formaría
parte de los primeros gobiernos de la Revolución Mexicana.
Conformaría, a su vez, una obra poética que sorprendería
e inquietaría a más de uno.
El Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias
(IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV), y el Instituto Veracruzano
de Cultura (IVEC), durante el Primer Coloquio Nacional de Investigadores
de Poesía Mexicana “Otoño y poesía”,
presentó en el Auditorio de la Unidad de Humanidades “Jesús
Morales Fernández” la ponencia “López Velarde,
Pegaso y la nostalgia de la provincia”, impartida por Ángel
José Fernández.
El académico de la maestría en Literatura Mexicana habló
de lo que fuera el primer libro del poeta nacido en Jerez, Zacatecas,
y de la agitada vida política que en ese periodo de la escena
nacional vislumbraba la obra lopezvelardiana: “La capital era
reflejo de la revuelta situación del país. ¿Acusador
de los que abominaban de la vanguardia? Lo cierto es que López
Velarde consiguió, con La sangre devota, la consolidación
de una nueva escritura donde lo insólito apareció por
fin en nuestras letras”.
Al respecto, José Fernández recordó que fue en
1966 cuando Octavio Paz señala que el fenómeno literario
de Ramón López Velarde había sido el detonante
de la poesía en movimiento, al considerar, para la imagen,
una nueva dinámica, al modo de que Tablada lo fuera el aspecto
gráfico como antítesis de la poesía de González
Martínez.
“Frente al éxito de La sangre devota en 1916, Ramón
López Velarde, antes que abrirse al lector con la imagen fácil
e inmediata, se encerraba en una búsqueda de otros horizontes
líricos. Sentaría, sin embargo, otros modos de expresión
que reflejaran, con precisión, la profundidad de su crisis
espiritual”, precisó el también experto en poesía
mexicana del siglo XIX.
De su lucha por conseguir y depurar aún más sus rasgos
estilísticos, nacería su segundo libro, Zozobra, impreso
en 1919. “Nadie duda ahora que éste sea el libro más
importante de López Velarde”. Pegaso:
crónica de la revolución cultural
Entre marzo y julio de 1917 colabora el poeta zacatecano en la revista
Pegaso, junto con González Martínez y Efrén
Rebolledo. A pesar de recibir algunos ataques por su interés
por el mundo de la provincia y su catolicismo, su prestigio literario
comienza a consolidarse.
El académico exploró el contenido político
de la publicación semanal: “Es importante la presencia
en México de los Estados Unidos frente a los acontecimientos
de Europa, sobre todo los que sucedían en Alemania, Francia
e Inglaterra, así como en Rusia; esto es, en Pegaso mostraba
y daba noticia tanto de los actores como del escenario de la Primera
Guerra Mundial”.
Y enseguida reparó: “Junto a los acontecimientos internacionales,
que ocupaban la mayor extensión del espacio gráfico,
apenas y se asomaban en Pegaso los síntomas de la crisis
interna del país: la quiebra de sus finanzas, la tierra sin
trabajar, y con particular énfasis, mostraba una campaña
publicitaria: la proposición respecto de una alianza mexicana
con el coloso del norte que estaba a punto de ingresar a la guerra
europea”, apuntó. |