Año 6 • No. 245 • Noviembre 6 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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La UV, sus libros y sus autores
Un asesino de la palabra vacía y
otras historias de escritores europeos
Germán Martínez Aceves

El escritor alemán Karl Kraus, genial antimoderno, si algo tenía en alto honor era la palabra. Por eso tuvo en Die Fackel (La antorcha- 1899-), su revista temida por el sector de mayor estulticia, la proclama central “lo que asesinamos” en abierto desafío al periódico conservador Neue Freie Presse que se vanagloriaba con la frase “lo que informamos”.

De acuerdo con Héctor Orestes Aguilar, Kraus (1874-1936) criticaba la sobreabundancia de la información, la noticia como espectáculo, la prevalencia de la opinión sobre el discernimiento; la depauperación del lenguaje; la hegemonía de la esencia mediática en política; la fractura de la intimidad del individuo por
los medios.

Como podrán darse cuenta por las fechas citadas, Karl Kraus evidentemente estaba muy lejos de imaginar la manipulación informativa de los actuales medios de información electrónicos pero sí estaba conciente del gran poder que ejercía la prensa en la transición del siglo XIX al siglo XX. El objetivo primordial de este notable escritor era elevar el idioma para otorgarle la dignidad que veía en peligro por el periodismo de la época (insisto, su preocupación es de hace 100 años).

Gracias a esa guerra permanente, Orestes Aguilar lo considera “El asesino de la palabra vacía”, así lo consignó en un artículo publicado en el suplemento El Ángel del periódico Reforma y así eligió a la vez el título del libro que edita la Universidad Veracruzana en la colección Biblioteca.
Héctor Orestes Aguilar (Ciudad de México, 1963) reúne 20 escritos publicados entre 1992 y 2004 en los que nos acerca a “la otra Europa”, la lejana del glamour y la grandilocuencia para revisar la literatura de los escritores europeo-centrales.

Los textos fueron publicados en suplementos culturales, esos oasis de la prensa escrita que nos hacen enamorarnos del arte en todas sus expresiones o nos dan pautas para crear criterios, y en las secciones de cultura, pocas veces valoradas o si bien les va, compartiendo la pipa y guante con las secciones de sociales.

Esta reunión de escritos se desprenden de viajes, estancias y aproximaciones a los territorios centroeuropeos y, como escribe su autor, “dan cuenta de que algunos de los temas, las obras y los autores del pasado cambio de siglo conservan una legibilidad inaudita y conviven con pleno derecho con las inquietudes, las invenciones y los creadores de nuestros días”.

En los artículos de Héctor Orestes Aguilar aparecen personajes de suyo interesantes como los Premios Nobel de Literatura 2002 y 2004, el húngaro Imre Kértesz, sobreviviente al holocausto nazi y al totalitarismo comunista, y Elfriede Jelinek, la austriaca incómoda.

Por supuesto, Karl Kraus, considerado como pendenciero por sus retractores; Joseph Roth “un mentiroso impenitente, un maniático de la falsedad y de lo delirante”; Arthur Schnitzler y sus escándalos teatrales; Egon Erwin Kish, austriaco considerado como “una escuela de resistencia”; Stefan Zweig, sobresaliente escritor quien tuviera en su novela corta, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, uno de los éxitos literarios mundiales de la primera mitad del siglo XX y creador de diversos relatos que fueron llevados al cine como Cartas a una mujer desconocida que en nuestro país actuaran una de las parejas significativas del amor que hacía tambalear a las más buenas conciencias: Marga López y Arturo de Córdova.

Este inmersión de Orestes Aguilar es fruto de sus estadías como académico en la Universidad de Graz, Austria y como agregado cultural en las Embajadas de México en Hungría y Uruguay. Es autor de Apuntes para una geografía del limbo (CECUT-FONCA Noroeste, 2000), y de la antología Carl Scmitt, teólogo de la política (Fondo de Cultura Económica, 2000) y La escritura sin sombra, publicado por la Universidad Veracruzana en el 2001.

El asesino de la palabra vacía, de Héctor Orestes, colección Biblioteca, 2006, se puede adquirir en el Servicio Bibliográfico Universitario, Xalapeños Ilustres 37 y en la Dirección General Editorial, Hidalgo 9. Comentarios a esta reseña favor de enviar a gemartinez@uv.mx