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El
cine que veía
Emilio
Roberto
Ortiz Escobar
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Continúa
el ciclo de cine que el Departamento de Cinematografía dedica
a las películas que Emilio Carballido veía con placidez,
y esta semana veremos dos cintas de géneros diferentes pero
que en su momento causaron expectación.
Por un lado El violinista en el tejado, musical proveniente de Broadway
y que en México mereció un montaje exitoso en los setenta
de parte del empresario teatral Manolo Fábregas, durante muchos
años actor secundario de cine. En Estados Unidos, la industria
hollywoodense encomendó en 1970 a Norman Jewison la adaptación
a la pantalla grande con aceptable fortuna: reunión de un buen
equipo actoral (Topol entre otros), manejo convenientemente de espacios
y escenografías naturales y musicalización que había
cosechado aplausos de antemano.
La anécdota nos remitía al sojuzgamiento de la comunidad
judía en la Rusia de fines del siglo XIX, vuelto pretexto metafórico
de la situación de los judíos en la Unión Soviética
del socialismo real. Lo más disfrutable era la recreación
de costumbres y tradiciones amparadas por la enjundia de canciones
y bailes.
También a Jewison se le encomendaría tres años
después la filmación de Jesucristo Superstar, musical
que marcaría la diferencia que para entonces separaba abismalmente
al musical contemporáneo del tradicionalismo desplegado por
cintas como El violinista en el tejado.
En otro tenor se encuentra Dick Tracy, personaje de comic creado por
Chester Gould publicado por primera vez en 1931. Seis años
después aparecería en cine y radio y más adelante
en serial televisivo.
Tras el asesinato del padre de su novia, Dick Tracy se vuelve policía
y en un entorno urbano gangsteril, vestirá gabardina para deambular
por las calles de la gran ciudad investigando y persiguiendo a los
villanos que alteran el orden y ponen en jaque la seguridad ciudadana.
De la historieta se hicieron más de cinco películas
en los cuarenta y casi medio siglo después Warren Beatty decidió
hacer una superproducción con un presupuesto de treinta millones
de dólares, descomunal para la época.
Con la fotografía de Vittorio Storano, el diseño de
producción de Richard Sylbert y un taquillero reparto actoral
(Madonna, Al Pacino y Dustin Hoffman), Beatty procuraba en buena medida
recuperar los fastos de su galanura en los sesenta con obras como
Esplendor en la hierba, La primavera romana de la señora Stone,
Lilith, Mickey One, Bonnie and Clyde.
El resultado no fue del todo satisfactorio porque el guión
cojeaba constantemente y la dirección asumida por el propio
Beatty resultó plana y sin matices, desaprovechando incluso
su reparto notorio. De los pocos que se salvaron fue una Madonna sofisticada
en su papel de Suspiros (su interpretación Sooner or Later
le dio el oscar como mejor canción).
Ciertamente la parte inicial es sumamente atractiva porque se procuró
recrear con puntualidad los escenarios de la historieta original,
de tal manera que la fotografía y la dirección de arte
ayudaron a crear una atmósfera deslumbrante.
De ingreso gratuito, El violinista en el tejado se proyecta el miércoles
18 y Dick Tracy el viernes 20 en funciones de 18:00 horas. La cita
es en al aula Clavijero de Juárez 55. |
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