Año 8 • No. 314 • Junio 16 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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El cine que veía
Emilio

Roberto Ortiz Escobar

Continúa el ciclo de cine que el Departamento de Cinematografía dedica a las películas que Emilio Carballido veía con placidez, y esta semana veremos dos cintas de géneros diferentes pero que en su momento causaron expectación.

Por un lado El violinista en el tejado, musical proveniente de Broadway y que en México mereció un montaje exitoso en los setenta de parte del empresario teatral Manolo Fábregas, durante muchos años actor secundario de cine. En Estados Unidos, la industria hollywoodense encomendó en 1970 a Norman Jewison la adaptación a la pantalla grande con aceptable fortuna: reunión de un buen equipo actoral (Topol entre otros), manejo convenientemente de espacios y escenografías naturales y musicalización que había cosechado aplausos de antemano.

La anécdota nos remitía al sojuzgamiento de la comunidad judía en la Rusia de fines del siglo XIX, vuelto pretexto metafórico de la situación de los judíos en la Unión Soviética del socialismo real. Lo más disfrutable era la recreación de costumbres y tradiciones amparadas por la enjundia de canciones y bailes.

También a Jewison se le encomendaría tres años después la filmación de Jesucristo Superstar, musical que marcaría la diferencia que para entonces separaba abismalmente al musical contemporáneo del tradicionalismo desplegado por cintas como El violinista en el tejado.

En otro tenor se encuentra Dick Tracy, personaje de comic creado por Chester Gould publicado por primera vez en 1931. Seis años después aparecería en cine y radio y más adelante en serial televisivo.

Tras el asesinato del padre de su novia, Dick Tracy se vuelve policía y en un entorno urbano gangsteril, vestirá gabardina para deambular por las calles de la gran ciudad investigando y persiguiendo a los villanos que alteran el orden y ponen en jaque la seguridad ciudadana. De la historieta se hicieron más de cinco películas en los cuarenta y casi medio siglo después Warren Beatty decidió hacer una superproducción con un presupuesto de treinta millones de dólares, descomunal para la época.

Con la fotografía de Vittorio Storano, el diseño de producción de Richard Sylbert y un taquillero reparto actoral (Madonna, Al Pacino y Dustin Hoffman), Beatty procuraba en buena medida recuperar los fastos de su galanura en los sesenta con obras como Esplendor en la hierba, La primavera romana de la señora Stone, Lilith, Mickey One, Bonnie and Clyde.

El resultado no fue del todo satisfactorio porque el guión cojeaba constantemente y la dirección asumida por el propio Beatty resultó plana y sin matices, desaprovechando incluso su reparto notorio. De los pocos que se salvaron fue una Madonna sofisticada en su papel de Suspiros (su interpretación Sooner or Later le dio el oscar como mejor canción).

Ciertamente la parte inicial es sumamente atractiva porque se procuró recrear con puntualidad los escenarios de la historieta original, de tal manera que la fotografía y la dirección de arte ayudaron a crear una atmósfera deslumbrante.

De ingreso gratuito, El violinista en el tejado se proyecta el miércoles 18 y Dick Tracy el viernes 20 en funciones de 18:00 horas. La cita es en al aula Clavijero de Juárez 55.