Año 8 • No. 319 • Julio 21 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Asegura experta del Museo Nacional de Antropología
Conversión religiosa y migración
afectan la tradición del carnaval
Alma Espinosa
En la sierra de Hidalgo, el carnaval constituye un ritual que permite que la figura del chaman se preserve


De izquierda a derecha: el moderador Jesús Bonilla, de la UV, y los investigadores
Ulises Fierro, Martha Medina y Gabriela Garret
La migración y la conversión religiosa hacia el pentecostalismo han afectado las dinámicas sociales del carnaval, aseguró Gabriela Garret Ríos de la Subdirección de Geografía del Museo Nacional de Antropología y estudiante del Doctorado en Historia Regional de la Universidad Veracruzana (UV).

Al participar en el “Simposio sobre carnavales indígenas: arte, tradición, ritual e identidad”, en homenaje a Roberto Williams García, Gabriela Garret dio a conocer que trabaja en una comunidad enclavada en la sierra oriental de Hidalgo y que por sus condiciones naturales se mantuvo más o menos aislada, aunque evidentemente se ve la presencia de la Iglesia Católica y las relaciones tirantes con la sociedad nacional.

En el salón Azul de Humanidades, la investigadora comentó que el carnaval tiene diversos ámbitos de análisis y ella le interesa lo concerniente al poder y al control social. “El carnaval constituye un ritual que permite que la figura del chaman se preserve, a través de la activación de ciertos dispositivos sociales que en realidad están pero en el carnaval se exacerban”, expresó.

En el carnaval los temores sociales se exacerban y a pesar de los cambios se mantienen dichos temores. Reiteró que el carnaval es un evento que permite la conexión con la figura del chamán o que se complementen. Ante sus pares antropólogos, Garret dijo que ella considera que mientras continúen estos dispositivos sociales se preservará el sistema cultural.

Detalló que llama al carnaval dispositivo social porque precisamente de una u otra forma toda la sociedad se involucra. Por ejemplo, los pentecostales dicen no ser creyentes de la tradición porque es una fiesta dedicada al diablo; sin embargo, de alguna forma participan por las oraciones fuertes que realizan desde sus espacios religiosos.

Al simposio, organizado por la Facultad de Antropología de la UV, el Gobierno del Estado y el Museo Nacional de Antropología, también asistió Martha Medina Un, del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Yucatán, quien habló sobre “El carnaval de los ‘Chikes’ maya”.

Habló de Ixil, un pueblo del estado de Yucatán cuyo carnaval se caracteriza por la presentación de los Chikes, un grupo integrado por personas de diferentes edades y en su mayoría de sexo masculino, que se disfrazan de “indios apache” y salen a imponer su “ley”.

Durante su ponencia explicó que el ritual de los “Chikes” ha sufrido cambios a lo largo de los siglos, pero cada martes de carnaval estos personajes salen a recorrer las principales calles del pueblo para cobrar una multa a los comerciantes y a las autoridades municipales; finalmente, buscan a los reyes del carnaval para encarcelarlos y cobrarles también una multa para ser liberados.

Ulises Julio Fierro Alonso, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, habló sobre “Los hijos del diablo: procesos rituales y cognitivos en el carnaval otomí de Tenango de Doria (Hidalgo)”. Dijo que este sitio encierra un proceso cognitivo y ritual encaminado a la generación del conocimiento local y la integración comunitaria.

Esta articulación se fundamenta en la figura del diablo otomí, la cual genera una dinámica ontológica donde se hacen partícipes las acciones rituales a través de sistemas simbólicos encaminados a fortalecer la reproducción social y la vida comunitaria, explicó el investigador.