Mientras el error de Ceneval es magnificado y dirigido a conveniencia
de los comentaristas en turno, la Universidad Veracruzana y quienes
la conforman han seguido en la senda marcada por la propia comunidad:
la de alcanzar los más altos índices de calidad educativa.
Al tiempo que las autoridades, y todos los actores involucrados
en el proceso, se han dado a la tarea de enfrentar sin ambages ni
recursos subrepticios el problema suscitado por el error referido,
los universitarios en el campus Córdoba-Orizaba siguen trabajando
para poner en marcha el campus de Ixtaczoquitlán.
En los medios se debaten distintas versiones que explicarían
a contentillo lo que sucedió en la calificación del
examen de admisión mientras la Universidad, sus académicos,
investigadores e invitados especiales debaten la reforma petrolera
realizada por el Poder Ejecutivo y, de esta manera, se suman al
debate nacional de un tema que será fundamental en el futuro
del país.
En los corrillos peor intencionados, muchos de ellos publicados
en forma de columnas periodísticas, se insinúa, sugiere
y alimenta la suspicacia y la fascinación por la conspiración,
mientras que los universitarios se dan a la tarea de encontrar sólidas
respuestas a los problemas medioambientales, sociales, políticos,
económicos en beneficio de la sociedad completa: familias,
vecinos, paisanos.
Tiempos turbios rodean a la Universidad, al país, al mundo.
Quizá sea el momento oportuno para recordar una de las grandes
conclusiones de la novela Q, del colectivo italiano que en 2001
la firmó con el nombre de Luther Blisset: “Seguirán
haciéndose la guerra unos a otros. A nosotros nos queda el
resto del mundo”. |