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Expectativas
laborales de un publirrelacionista
Rubén
Darío Alvarado Moncayo
PRP-UV |
A
lo largo de mi vida mis oídos, han sido los receptores de un
sinfín de palabras, algunas muy agradables, otras no tanto;
palabras que van cargadas de emociones, ésas que al momento
que tocan tu tímpano te das cuenta que no hay alguna otra en
el mundo que se les compare: el unísono de muchas gargantas
gritando el gol de su equipo favorito, un “te quiero”
de esos que salen del corazón. En fin, esta rica gama de palabras
que sabes quedarán archivadas en tu disco duro por bastante
tiempo.
Mis ojos también tienen unas cuantas historias que platicar.
Han sido testigos del primer rayo de luz de la mañana, del
último de la tarde, de cielos estrellados, de árboles
perdiendo sus hojas en otoño para meses después recuperarlas
con un verde renovado, de arcoiris, lunas llenas, paisajes llenos
de colores, luz, oscuridad, tropiezos, victorias, derrotas, tragedias,
alegrías, tristezas.
El hombre se forma con base en sus vivencias, a la probadita que el
mundo le ha dado de sí; todas las experiencias visuales y auditivas
que he mencionado han alimentado día con día mi mente,
formando mi personalidad, mi modo de ver la vida, influyendo así
de una manera muy importante en lo que me he convertido hoy.
Y heme aquí, estudiando la carrera de Publicidad y Relaciones
Públicas en la respetable Universidad Veracruzana por una simple
razón: el deseo de no pasar de largo por la vida.
No busco el reconocimiento llamado fama, ni estoy en la carrera de
Publicidad para hacerme rico, es algo difícil de lograr. Los
reflectores, creo, no son lo mío.
El reconocimiento que yo busco es diferente, va de la mano con la
satisfacción de los otros, con arrancarle una sonrisa a alguien
porque mi trabajo fue de su agrado, en insertarles en la mente “¿A
quién se le habrá ocurrido esto?” En que mi mensaje
les diga algo, que admiren mi trabajo, no a mí.
Sin embargo, sé que de amor no voy a vivir, de algo tengo que
comer, finalmente en esta sociedad casi todo se compra; por lo tanto,
el dinero es algo desafortunadamente necesario, mas yo creo firmemente
en que mientras ni a tu familia, ni a ti te haga falta nada, eres
una persona bendecida, lo demás será bien recibido,
mas no necesario.
No se equivocaba Gabriel García Márquez al decir que
las palabras tienen un gran poder, tampoco erró cuando nos
dijo que las imágenes no están desplazando a las palabras,
ni intentan extinguirlas, simplemente terminan por potenciarlas.
Vivimos en un país ajeno a los valores que los medios de comunicación
tratan de hacernos creer que existen en nuestra sociedad; la confianza
cada día se vende más cara, estamos acostumbrados a
aceptar todo lo que nos manden hacer, sin siquiera dejar escuchar
un ¿por qué? Los ideales se esconden detrás del
miedo a ser rechazado por un mundo, que con el paso de los días
acorta su distancia a una dolorosa caída a un barranco de incertidumbre.
Esto es un gran reto para personas que, al igual que yo, quieren una
oportunidad de ocupar un lugar en los medios de comunicación,
en los ojos del pueblo, pero definitivamente con un objetivo distinto:
llevar mensajes reales al auditorio, vender productos en los que se
tenga el 100 por ciento de confianza, crear un programa de televisión
o de radio que diga muchas de las verdades que nadie se atreve a decir,
publicar un libro que enriquezca la mente de los demás, representar
artistas que lleven alegría a las personas; y, por qué
no, hacer una campaña política a un candidato que realmente
esté preocupado por las personas.
Probablemente esto suene a mil 500 palabras de un iluso universitario
que cree que va a cambiar el mundo él solo, pero no es así,
sé que la realidad es dura, los MMC son controlados por gente
con intereses muy diferentes a los míos, pero el tiempo apremia
y no pienso quedarme sentado esperando a que algo pase, estoy seguro
que yo no soy el único que piensa de esta manera, David una
vez ya le ganó a Goliat, sólo hay que buscar bien la
honda.
La mira de mi futuro apunta a una historia que ponga a prueba mi creatividad
permanentemente, sacándole el mayor jugo posible a mi ingenio,
desafiándome día a día como profesional, pero
principalmente como persona, y esperando que alguien me vea como un
ejemplo a seguir, que mi trabajo le sea una inspiración como
muchas personas lo han sido para mí.
Un buen amigo un día me dijo que si no amas lo que haces, entonces
eres un desocupado. Creo que ser un desocupado no va conmigo. |
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