Luego
de un largo periplo mediático y declaraciones públicas
sin fin, la LXI Legislatura del estado de Veracruz aprobó otorgar
una ampliación presupuestal extraordinaria a la Universidad
Veracruzana (UV) por un monto de 50 millones
de pesos.
Ocho meses después de que la prensa publicara las primeras
informaciones al respecto, los argumentos de la Universidad se impusieron
a declaraciones convenencieras y criterios editoriales fundados bajo
una visión mercantil antes que periodística.
No obstante,
el objetivo de estas publicaciones poco tiene que ver con argumentar
razones. Al respecto, los medios de comunicación locales
publicaron más suspicacias y rumores que hechos concretos
o datos duros. La suspicacia fue alimentada, sobre todo, desde algunas
columnas o editorializada con titulares coloreados por el
doble sentido.
Valga
como ejemplo columnas publicadas por Diario AZ y Milenio El Portal,
donde los periodistas fueron más allá al sugerir actos
de corrupción por parte del Rector de la UV sin aportar una
sola prueba. Por el contrario, los periodistas ejercitaron la suspicacia
y la rumorología, al tiempo que se referían a la administración
universitaria con adjetivos poco adecuados.
Como
en muchos otros casos en los que la Universidad se ha visto envuelta,
o la han envuelto, este ha sido el nivel de un sector de nuestra
prensa. Sin embargo, una lectura crítica de nuestros medios
cuestionaría, como se sugería en la última
entrega, las motivaciones que podría tener la prensa para
manifestar opiniones como las que se pueden leer en nuestros medios.
Hoy,
tras la ampliación aprobada, vendrá una nueva andanada
de descalificaciones y juicios harto ligeros para poner en entredicho
la necesidad de la institución de allegarse más recursos
económicos que permitan enfrentar con toda solvencia los
efectos del error de Ceneval en el pasado examen de admisión.
Con todo respeto, se esperaría una discusión mediática
argumentada, crítica y reflexiva. Se esperaría el
diálogo entre razones diferentes y no la publicación
de suspicacias e insinuaciones.
Y se
espera, no sin razón, que nuevamente los argumentos académicos
y la transparencia en el manejo de los recursos se impongan a los
últimos reductos de un ejercicio periodístico basado
en intereses que de ninguna manera son de carácter público. |