Año 8  • No. 321 • Agosto 18 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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De la redacción
Luego de un largo periplo mediático y declaraciones públicas sin fin, la LXI Legislatura del estado de Veracruz aprobó otorgar una ampliación presupuestal extraordinaria a la Universidad Veracruzana (UV) por un monto de 50 millones
de pesos.

Ocho meses después de que la prensa publicara las primeras informaciones al respecto, los argumentos de la Universidad se impusieron a declaraciones convenencieras y criterios editoriales fundados bajo una visión mercantil antes que periodística.

No obstante, el objetivo de estas publicaciones poco tiene que ver con argumentar razones. Al respecto, los medios de comunicación locales publicaron más suspicacias y rumores que hechos concretos o datos duros. La suspicacia fue alimentada, sobre todo, desde algunas columnas o editorializada con titulares coloreados por el
doble sentido.

Valga como ejemplo columnas publicadas por Diario AZ y Milenio El Portal, donde los periodistas fueron más allá al sugerir actos de corrupción por parte del Rector de la UV sin aportar una sola prueba. Por el contrario, los periodistas ejercitaron la suspicacia y la rumorología, al tiempo que se referían a la administración universitaria con adjetivos poco adecuados.

Como en muchos otros casos en los que la Universidad se ha visto envuelta, o la han envuelto, este ha sido el nivel de un sector de nuestra prensa. Sin embargo, una lectura crítica de nuestros medios cuestionaría, como se sugería en la última entrega, las motivaciones que podría tener la prensa para manifestar opiniones como las que se pueden leer en nuestros medios.

Hoy, tras la ampliación aprobada, vendrá una nueva andanada de descalificaciones y juicios harto ligeros para poner en entredicho la necesidad de la institución de allegarse más recursos económicos que permitan enfrentar con toda solvencia los efectos del error de Ceneval en el pasado examen de admisión. Con todo respeto, se esperaría una discusión mediática argumentada, crítica y reflexiva. Se esperaría el diálogo entre razones diferentes y no la publicación de suspicacias e insinuaciones.

Y se espera, no sin razón, que nuevamente los argumentos académicos y la transparencia en el manejo de los recursos se impongan a los últimos reductos de un ejercicio periodístico basado en intereses que de ninguna manera son de carácter público.