Aparición del
águila insurgente
Juan Arturo Camacho Beccera
Juan Arturo Camacho Becerra (Nayarit, 1955) es doctor
en Historia del Arte por la UNAM, profesor-investigador
en el Colegio de Jalisco y profesor en la UdeG. Miembro
del SNI desde 2008, ha publicado Álbum del tiempo perdido,
pintura jalisciense del siglo XIX e Introducción al arte, texto
para bachillerato, entre otros títulos.
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Fig. 1: Pila bautismal con clavo-calavera; Parroquia de San Bernar-
dino de Siena. Xochimilco. Fotos: Adriana Boggio-Harasymowicz |
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Acomienzos del siglo XIX, la representación de las
imágenes en la Nueva España inició un proceso
de secularización en el que predominaron los
temas inspirados en la antigüedad clásica, que en muchos casos sustituían a temas religiosos; de esta manera, se pintaba a las musas y a las virtudes cardinales
por igual que a la Santísima Trinidad. Por otra parte, los pintores independientes y autodidactos se volcaron en hacer los retratos de los “primeros ciudadanos
de la nación”, así como de los héroes y patricios. Eran
signos evidentes de un discurso ilustrado y de una generación que deseaba un cambio en la sociedad y la
cultura. En este contexto, la aparición de un símbolo nacional proveniente del mundo prehispánico, “el águila real”, provocó conflictos de autoridad.
Enrique Florescano, en un espléndido ensayo titulado La bandera mexicana, 1
identifica el origen del actual
escudo nacional en la simbología azteca presente en los
códices que narran la fundación de Tenochtitlan, especialmente el conocido como Códice Mendocino, en
el que se observa un águila sobre un nopal. También
por Florescano sabemos que durante el siglo XVI este
elemento iconográfi co fue pintado o esculpido en construcciones religiosas, principalmente agustinas: Tecamachalco (Puebla), Yuriria (Guanajuato), Ixmiquilpan
(Hidalgo) o Tulpetlac (Estado de México).
Para el siglo XVII, el águila sobre el nopal devorando a una serpiente se sobrepuso al escudo de armas de
la Ciudad de México, como se imprimió en las Nuevas ordenanzas de la muy noble y leal ciudad de México, publi
cadas en 1663. Entre 1811 y 1815 los ejércitos al mando de José María Morelos utilizaron como escudo en
papelería, sellos y banderas el águila sobre el nopal.
En julio de 1815, un decreto expedido por Morelos
en Puruarán, Michoacán, estableció que la bandera
nacional debería tener “un tablero de cuadros blanco
y azul celeste y en el centro las armas del gran sello
de la nación. El escudo tenía como motivo principal
un águila mexicana de frente con las alas extendidas,
mirando hacia su derecha, con una serpiente en el
pico, parada sobre un nopal que nace de un lago”.
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La
aparición del águila insurgente en la decoración de la
sala de la Audiencia de Guadalajara en 1817 provocó el juicio que narro a continuación.
Figuraciones de libertad
La tradición del arte de la pintura en el antiguo reino de Nueva Galicia se fincaba en una exigua saga
circunscrita a dos autores del periodo virreinal novogallego: Francisco de León y Diego de Cuentas, este último fundador de una dinastía que llegó hasta el
siglo XIX. De León tenía más idea de la proporción y
composición que Diego de Cuentas, quien se caracterizaba por su cromatismo definido en rojos y azules y
con deficiencias en el dibujo.
Y agrega: “En 1790 se fundó una sala para el estudio del dibujo. Tal como se disponía en las nuevas circunstancias,
primero fue el obispado quien se hizo cargo de ella y
fue reconocida en 1805 como Academia de Dibujo. El
1 de junio de 1808, de acuerdo con su floreciente condición económica, fue el Consulado de Comerciantes
quien la tomó bajo su protección, con la finalidad de “elevar las artes a su mayor altura”.
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En septiembre del
mismo año solicitó al Ayuntamiento que tomase las
providencias necesarias “a fin de impulsar los ánimos
de los artesanos, sus oficiales y sus aprendices para
que concurriesen a dicha escuela para su perfección
en las artes”.
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Desde el inicio de su patrocinio y hasta
septiembre de 1810, el Consulado invirtió 4 489 pesos, entre los que se incluyeron 50 pesos mensuales para
pagar a su principal profesor, José Gutiérrez. En 1810
la Academia de Dibujo suspendió sus actividades por la
guerra. Un nuevo giro en la enseñanza de
1
La bandera mexicana, de Enrique Florescano, apareció por
primera vez en edición de bolsillo del FCE (1998) y posteriormente
ha sido reeditado por Taurus en 2000 y 2001.
2 Ibid., p. 117.
3
José Ramírez Flores, El Real Consulado de Guadalajara, Banco
Refaccionario de Jalisco, Guadalajara, 1952, p. 77.
4
Archivo Municipal de Guadalajara, Libro capitular de 1808,
foja 108, cit. por Carmen Castañeda, La educación en Guadalajara
durante la Colonia, 1552-1821, El Colegio de Jalisco/Colmex, Guadalajara, 1984.
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