Núm. 13 Tercera Época
 
   
encabezado
 
ALBERTO CONTRERAS
LA BRUJA
 
 
fotos
escudo uv
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

 

lineamientos de publicación

 

 

 
 
 
Páginas <<< 1 2 3 4 5 >>>
 

 

La libertad y los
CENTENARIOS en
MÉXICO

Juan Ortiz Escamilla


Juan Ortiz Escamilla es investigador de la UV, doctor
en Historia por El Colegio de México, especialista en la
guerra de Independencia de México.

          En la polémica que se desarrolla en los medios de comunicación sobre la conmemoración de los CENTENARIOS está implícito otro debate: el de nuestro presente y nuestro futuro. En cada periodo de su historia, las sociedades demandan una explicación de su pasado, pues aunque los hechos históricos no cambian, su interpretación se modifica con el paso del tiempo. Como decía mi maestra Josefina Zoraida Vázquez, “…es el presente el que nos dicta las preguntas que le hacemos a la historia”. Por su parte, en una publicación reciente, Ariel Rodríguez Kuri señala que la “…revolución política moderna no es el fardo muerto del pasado sino sueño y pesadilla de los vivos”. Otro destacado historiador, Ilán Semo, asume la idea de que

          …la Revolución, como toda revuelta moderna, produjo grandes transformaciones sociales, pero también un nuevo sistema de apropiación asimé trica del poder. Y por ello sería preciso pensar más en los cambios del futuro, que en aquellos que nunca se lograron.

          Hoy en día, las secuelas del fenómeno de la globalización que vivimos, disfrutamos y/o padecemos en todas las sociedades, independientemente de su ni vel de desarrollo, nos obliga a explicar nuestro pasado en términos más universales y no sólo a partir de nuestra historia patria. La historiografía mexicanista contemporánea está dejando atrás los parámetros del nacionalismo decimonónico: el defensivo, el que miraba como enemigo a lo desconocido (extranjero) y el que vivía, sufría y cargaba sobre sus espaldas todas las tragedias históricas de México, y el “nuevo nacionalismo”, no el “ramplón”, sino el que asume su responsabilidad en el presente, el que reconoce a cada una de las identidades (cada pueblo y región o estado) como parte del todo que es México. El que comparte con muchos otros actores académicos, sociales y políticos, la inquietud para explicar los problemas que aquejan a la humanidad en general y a la sociedad mexicana en particular.

          Para el caso mexicano, coloquialmente hablando “ya no es suficiente vernos el ombligo y lo redondo que está”. Necesitamos estudiar el cuerpo entero. Ello explica que vivamos una especie de orfandad patriótica porque las historias (en plural) que nos contaron ya no nos convencen. El traje de la mexicanidad diseñado hace 150 años ya está roto, deshilachado y ya no nos gusta. Queremos y necesitamos una visión renovada de nuestro pasado, incluyente, plural y universalmente asumida.

          Permítame abordar desde esta perspectiva el tema de los CENTENARIOS. (Lo pongo con mayúsculas porque pareciera que el Bicentenario se tragó al Centenario). Las guerras civiles de 1810 y de 1910 en México signifi caron la mayor tragedia para las sociedades que las sufrieron. En ambos casos el descontento social alcanzó niveles extremos ante la incapacidad y poca sensibilidad de los gobernantes, coludidos con las élites económicas, para atender y resolver los problemas económicos, sociales y políticos de las mayorías. El hartazgo fue tal, que el pueblo en masa se lanzó contra los tiranos y terminó destruyéndolos. Pero las guerras no sólo generan destrucción y muerte, también se convierten en el punto de partida de una nueva sociedad, aunque sólo sea en la conciencia de los habitantes. En ello radica su importancia histórica.

          Las fiestas del 15 y 16 de septiembre y del 20 de noviembre son eminentemente populares. Se trata de las fechas cívicas más importantes de la República Mexiana, que se han mantenido como tales sin tornarse en –o confundirse con– las festividades religiosas. La primera, porque el clero no ha podido apropiársela, y la segunda, porque a los conservadores, aliados del clero, les saca ronchas su ingrediente eminentemente popular. En efecto, después de la guerra de Reforma y del triunfo de los liberales sobre los conservadores y los franceses intervencionistas (1857-1867), el dogma católico cedió su lugar al de la historia, y con ello a una secularización de la sociedad. Así nacieron nuestros inmaculados héroes nacionales.

  Imagen Estado y Sociedad 2

 
  C.P.
 
 
Páginas <<< 1 2 3 4 5 >>>
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx