Únicamente la palabra libertad tiene el poder de
exaltarme. Me parece justo y bueno mantener
indefinidamente este viejo fanatismo humano.
Sin duda alguna, se basa en mi única aspiración
legítima. Pese a tantas y tantas desgracias como
hemos heredado, es preciso reconocer que se nos
ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros
corresponde utilizarla sabiamente (De Micheli,
Vanguardias artísticas del siglo XX, p. 278).
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Leonardo Rodríguez: El jardín de las delicias |
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Me parece oportuno aquí marcar conexiones con
las cosmovisiones mesoamericanas. El término Toltecáyotl, aquel legado que nos compete conservar (Miguel León-Portilla, Toltecáyotl), habla del tolteca como
aquel que se ha labrado un rostro, un corazón: in ixtli,
in yollotl. Las palabras tolteca y artista se pueden tomar
como sinónimos si es que el artista mantiene su oficio
en todo momento, lugar y circunstancia, no importa
que esté contando átomos, gestionando un apoyo financiero, cultivando flores o barriendo la cocina. Los
totonacas de hoy en día reconocen el valor de mostrar
el verdadero brillo de las cosas; para ellos, ser totonaca y vivir la vida de todos los días como artista es lo
mismo. Berman dice:
Dado que la alquimia […] representa un mapa
del inconsciente, porque aparentemente corresponde a un substrato psíquico transhistórico, ella
aún está con nosotros, tanto privada como públicamente, y es dudoso que la razón dialéctica pueda llegar a ser completamente extirpada (p. 94).
Lo que hace la diferencia es darnos cuenta.
El arte propone, a través de su experiencia como
forma de conocimiento y forma de vida, el involucramiento comprometido del sujeto investigador, pues no
hay diferencia entre lo que se está conociendo y quien
conoce. Esto me acerca, finalmente, a un pasaje de Oscar Wilde que intento insertar en mi discurso desde el
inicio: en la primera parte del diálogo llamado “El crítico artista”, Gilberto lanza esta afirmación, impelido
por las insistentes dubitaciones de su amigo Ernesto:
¡Pero si la crítica es también un arte! Y de igual
modo que la creación artística implica el funcionamiento de la facultad crítica, sin la cual no
podría decirse que existe, así también la crítica
es realmente creadora en el más alto sentido de
la palabra. La crítica es, en efecto, creadora e
independiente.
Ahí está, pues, una hermosa propuesta: en lugar de
seguir engrosando el inabarcable maremagnum de
lo que Gregory Bateson llama “nociones explicativas”
(Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente), o lo que
George Steiner denomina “El ostracismo del chismorreo de altura” (Steiner, Presencias reales), los críticos y
los investigadores pudieran hacerse pares de quienes
gozan la maestría del arte por oficio.
BIBLIOGRAFÍA
Berman, Morris (Rally Bendersky y Francisco Huneeus, trads.). El reencantamiento del mundo. Cuatro
Vientos, Chile, 7ª ed., 2001 (The Reenchantment of
the World, Cornell University Press, Ithaca, 1981).
Da Vinci, Leonardo. Tratado de pintura. Ramón Llaca,
México, 1996.
Platón (Francisco Larroyo, prelim.). Diálogos. “Se-
pan cuantos…” núm. 13, Porrúa, México, 1989
(1962).
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