Núm. 15 Tercera Época
 
   
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JOSÉ LUIS CUEVAS
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Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. Me parece justo y bueno mantener indefinidamente este viejo fanatismo humano. Sin duda alguna, se basa en mi única aspiración legítima. Pese a tantas y tantas desgracias como hemos heredado, es preciso reconocer que se nos ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros corresponde utilizarla sabiamente (De Micheli, Vanguardias artísticas del siglo XX, p. 278).
     
   

Leonardo Rodríguez: El jardín de las delicias

 

Me parece oportuno aquí marcar conexiones con las cosmovisiones mesoamericanas. El término Toltecáyotl, aquel legado que nos compete conservar (Miguel León-Portilla, Toltecáyotl), habla del tolteca como aquel que se ha labrado un rostro, un corazón: in ixtli, in yollotl. Las palabras tolteca y artista se pueden tomar como sinónimos si es que el artista mantiene su oficio en todo momento, lugar y circunstancia, no importa que esté contando átomos, gestionando un apoyo financiero, cultivando flores o barriendo la cocina. Los totonacas de hoy en día reconocen el valor de mostrar el verdadero brillo de las cosas; para ellos, ser totonaca y vivir la vida de todos los días como artista es lo mismo. Berman dice:

Dado que la alquimia […] representa un mapa del inconsciente, porque aparentemente corresponde a un substrato psíquico transhistórico, ella aún está con nosotros, tanto privada como públicamente, y es dudoso que la razón dialéctica pueda llegar a ser completamente extirpada (p. 94).

Lo que hace la diferencia es darnos cuenta.

          El arte propone, a través de su experiencia como forma de conocimiento y forma de vida, el involucramiento comprometido del sujeto investigador, pues no hay diferencia entre lo que se está conociendo y quien conoce. Esto me acerca, finalmente, a un pasaje de Oscar Wilde que intento insertar en mi discurso desde el inicio: en la primera parte del diálogo llamado “El crítico artista”, Gilberto lanza esta afirmación, impelido por las insistentes dubitaciones de su amigo Ernesto:

¡Pero si la crítica es también un arte! Y de igual modo que la creación artística implica el funcionamiento de la facultad crítica, sin la cual no podría decirse que existe, así también la crítica es realmente creadora en el más alto sentido de la palabra. La crítica es, en efecto, creadora e independiente.

Ahí está, pues, una hermosa propuesta: en lugar de seguir engrosando el inabarcable maremagnum de lo que Gregory Bateson llama “nociones explicativas” (Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente), o lo que George Steiner denomina “El ostracismo del chismorreo de altura” (Steiner, Presencias reales), los críticos y los investigadores pudieran hacerse pares de quienes gozan la maestría del arte por oficio.

BIBLIOGRAFÍA Berman, Morris (Rally Bendersky y Francisco Huneeus, trads.). El reencantamiento del mundo. Cuatro Vientos, Chile, 7ª ed., 2001 (The Reenchantment of the World, Cornell University Press, Ithaca, 1981).
Da Vinci, Leonardo. Tratado de pintura. Ramón Llaca, México, 1996.
Platón (Francisco Larroyo, prelim.). Diálogos. “Se- pan cuantos…” núm. 13, Porrúa, México, 1989 (1962).

 
 
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